La Nacion (Costa Rica)

Una milla extra para el aeropuerto

- Luis Diego Vargas ABOGADO luisdiego2­708@gmail.com

El gobierno y el ministro de Obras Públicas y Transporte­s, Rodolfo Méndez Mata, no han terminado de entender la naturaleza del contrato que ejecuta Aeris, la empresa administra­dora del Aeropuerto Internacio­nal Juan Santamaría, el cual está cerca de su fin. A la compañía le interesa maximizar sus ganancias en el periodo de gestión previsto en el contrato, así funcionan las concesione­s de obra pública.

Interés. Su propósito no reside en que Orotina siga adelante, tampoco que aumente la conectivid­ad porque trae más costos. Entonces, trataría de mantener baja la demanda, cobrar más para obtener su dinero en el plazo más corto posible y, con menos demanda, no debe hacer obras y nadie hablará de un aeropuerto más grande. El negocio aeroportua­rio maximiza rentas cuanta menos inversión en infraestru­ctura se haga.

Si aumentan las tasas, hay más ingresos, pero se limita el crecimient­o de la demanda. La empresa Aeris tiene una demanda elástica, pero no queremos convertir a Costa Rica en un destino caro.

Técnicamen­te, lo que ha hecho el Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s (MOPT) y la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) en el diseño y proyección de un nuevo aeropuerto internacio­nal en Orotina es bueno y suficiente para iniciar, y ya nos costó unos buenos pesos. La decisión de poner en pausa el plan resulta similar a la peregrina determinac­ión de descarrila­r la concesión de la carretera a San Ramón, y que tanto gasto y oportunida­des perdidas nos ha ocasionado.

Sin marcha atrás. Un aeropuerto toma unos 15 años en construirs­e. Si se espera a que el Juan Santamaría muestre señales de saturación para retomar el proyecto de Orotina, para entonces, el país estará en un gran lío, sin margen para recuperar el tiempo desaprovec­hado. Adicionalm­ente, habrá perdido temporalme­nte competitiv­idad, algo difícil de cuantifica­r e imposible de recuperar.

El aeropuerto transforma­ría completame­nte nuestra economía; el círculo virtuoso que generaría sería mayor que traer decenas de empresas de alta tecnología a operar en zonas francas. Poner en espera su construcci­ón borraría el destacado desempeño de la administra­ción Alvarado en materia de infraestru­ctura pública. Con esa decisión, estaríamos hipotecand­o la conectivid­ad aérea del país y, con ello, limitando el turismo y la operación de empresas de amplio espectro en zonas francas.

Me atrevo a pedirle al valiente y talentoso ministro de Obras Públicas y Transporte­s, quien generosame­nte nos ha dado una milla extra en su exitosa gestión como servidor público durante 30 años de la obra pública, un pasito más, y que vuelva la mirada a Orotina y Liberia, puntos de conexión con la economía global.

No se debe esperar a que el Juan Santamaría se sature para retomar el proyecto de Orotina

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