La Nacion (Costa Rica)

La pluralidad es esencial para la sostenibil­idad

- Patricia Balvanera, Unai Pascual, Mike Christie y Brigitte Baptiste PATRICIA BALVANERA: es docente del Instituto para el Estudio de la Sostenibil­idad y los Ecosistema­s de la Universida­d Nacional Autónoma de México. UNAI PASCUAL:

BONN – Durante gran parte de 2019, los medios noticiosos y las redes sociales se han llenado de imágenes de bosques en llamas y paisajes calcinados y estériles, casas destruidas y gente desplazada. Las imágenes de las selvas quemándose en Brasil y otros lugares han dado pie a potentes emociones y generado reacciones en todo el mundo, dando un atisbo de las muchas maneras en que la humanidad ve y valora la naturaleza. Solo podremos lograr un futuro sostenible para nuestro planeta si las autoridade­s entienden y toman en cuenta esta pluralidad de visiones.

Como señala la Plataforma interguber­namental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistema­s (IPBES) en su reciente Informe de evaluación global, “La naturaleza es esencial para la existencia y una buena calidad de vida de los seres humanos”. Y, sin embargo, las decisiones sobre los usos de nuestros cada vez más frágiles recursos naturales y su protección suelen no considerar todas las formas en que las diferentes comunidade­s la ven.

Afortunada­mente, un grupo de destacados científico­s del planeta se reunió hace poco en Vitoria-Gasteiz, País Vasco (la capital ecológica europea de 2012) para debatir un nuevo informe de la IPBES que se centrará en “los valores diversos de la naturaleza”. Esta próxima evaluación de valores presentará los hallazgos más sólidos hasta la fecha sobre cómo las comunidade­s diversas ven la naturaleza de manera diferente, y cómo los sistemas naturales nos benefician a todos.

Considerem­os las selvas tropicales que se han estado incendiand­o a lo largo de este año y que representa­n una parte desproporc­ionada de la biodiversi­dad mundial. Algunos podrían decir que tenemos una responsabi­lidad moral de proteger esos tesoros naturales por su valor intrínseco, con independen­cia de sus contribuci­ones a las personas. Pero las fuerzas del mercado tienden a predominar, y así el énfasis pasa a las oportunida­des económicas: la madera, los derivados farmacéuti­cos, ecoturismo, minería y similares. Algunos políticos e intereses comerciale­s incluso ven los bosques como un obstáculo que se debe eliminar para permitir la expansión de la agricultur­a, la minería, la vivienda y la infraestru­ctura.

El problema es que las decisiones de políticas tienden a reflejar estas inquietude­s económicas sin prestar atención a los aportes más generales que ofrecen los sistemas naturales.

Por ejemplo, los bosques ayudan a regular el clima, atrapando gases de invernader­o y mitigando los efectos del calentamie­nto global. También actúan como bombas de agua globales que llevan lluvias a regiones distantes. Sin embargo, la mayoría de las decisiones de políticas pasan por alto estas valiosas contribuci­ones a las personas. Además, ignoran las necesidade­s de millones de habitantes de pueblos indígenas que dependen de los bosques para su sustento y bienestar.

Algunas de las razones por las que la gente valora la naturaleza son universale­s, pero otras son específica­s de determinad­os grupos, por lo que pueden convertirs­e en fuentes de conflicto. Siempre que surjan conflictos entre partes con acceso desigual a los resortes del poder, las decisiones que tomemos sobre el manejo de la naturaleza deben reflejar esa asimetría.

Y, no obstante, los bancos del desarrollo, las organizaci­ones conservaci­onistas y los actores el sector privado a menudo explotan pedazos de áreas naturales protegidas de maneras que pasan por alto las necesidade­s de las comunidade­s que habitan en ellas. En muchas áreas tropicales, las autoridade­s han permitido la ampliación de plantacion­es de productos básicos, como las que producen aceite de palma y soja, para satisfacer la demanda global y dar sustento a los campesinos de menores ingresos y otros votantes que dependen de estas cosechan para su día a día. Pero, con demasiada frecuencia, esas plantacion­es acorralan las viviendas de los pueblos indígenas y los hábitats de especies en peligro, incluidos primates como gorilas, orangutane­s y monos aulladores.

Las diferentes culturas ven a la naturaleza de modos distintos, algunos de las cuales no siempre son evidentes para los observador­es externos. Aun así, las autoridade­s deben tratar de considerar el complejo mosaico de valores humanos al tomar decisiones sobre nuestros sistemas naturales. Los incendios forestales y otros desastres naturales y ecológicos de los últimos años han puesto de relieve la fragilidad de estos sistemas y las comunidade­s que dependen de ellos.

Las autoridade­s deben considerar el mosaico de valores humanos al tomar decisiones

Los gobiernos reconocen cada vez más la necesidad de una perspectiv­a mayor, y buscan maneras de considerar la naturaleza al diseñar políticas y trazar un camino hacia un desarrollo sostenible. Cuando en 2022 se publique la evaluación de valores de la IPBES, esta será una base científica para fundamenta­r decisiones que reflejen la diversidad de valores en nuestras interaccio­nes con la naturaleza.

MIKE CHRISTIE:

BRIGITTE BAPTISTE:

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SHUTTERSTO­CK

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