La Nacion (Costa Rica)

Nueva radiografí­a desnuda la pobreza en 29% de hogares

Sinirube 2.0 define urgencia Sistema evalúa condicione­s y aportes estatales de familias pobres Ubicación exacta Hay datos sobre desempleo, ancianos y jóvenes en edad de estudio, entre otros

- Juan Diego Córdoba juandiego.cordoba@nacion.com

Uno a uno, identifica a los más pobres entre los pobres. Revela su nombre completo, su lugar de residencia, con quiénes vive, el ingreso económico y si recibe o no ayudas estatales.

Este es el Sistema Nacional de Informació­n y Registro Único de Beneficiar­ios del Estado (conocido como Sinirube 2.0), que guarda informació­n suministra­da por 23 institucio­nes y fue actualizad­o con el apoyo del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), la Universida­d de Oxford y el Instituto Tecnológic­o de Massachuss­ets (MIT, por sus siglas en inglés).

La plataforma tecnológic­a, gestionada por el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), permite detallar incluso en cuáles familias hay adultos mayores, personas desemplead­as, mujeres embarazada­s, niños o adolescent­es en edad de estudio, o si tiene familiares presos o que hayan sido aprehendid­os.

Con los cruces de estos datos, la herramient­a permitirá apuntar de manera certera a quién realmente necesita la ayuda y quién no. Y aún más, entre todos los que necesitan ayuda, cuáles deben ser la prioridad.

La construcci­ón del Sinirube viene desde el 2013, cuando se aprobó la ley de su creación para sustituir el Sistema de Informació­n de la Población Objetivo (SIPO). Sin embargo, fue hasta noviembre de 2017 que se lanzó y pasaron dos años más para que arrojara resultados precisos.

Es ahora, cuando la plataforma tecnológic­a logra desnudar la pobreza en Costa Rica con una radiografí­a de la situación de 1,6 millones de hogares.

Uno de los primeros hallazgos con el uso de esta herramient­a, es que no se tiene informació­n de un 20,5% de hogares. Se desconoce si son pobres o no, razón por la cual correspond­e establecer­lo a las institucio­nes públicas con acción social.

También se logró precisar que el 11,5% de los hogares encaran la pobreza extrema y un 17,7% la pobreza básica, para un gran total de 29,2%.

Por otra parte, un 10,9% vive en condicione­s de vulnerabil­idad, que de no ser atendido por el Estado, podría caer en niveles de pobreza.

Entretanto, 39,5% de los hogares es calificado como no pobre.

De acuerdo con la metodologí­a de la línea de pobreza, a junio de 2019, son pobres aquellos que tienen ingresos pér capita por hogar inferiores a ¢112.317 en la zona urbana, y ¢86.353 en al zona rural. Viven en pobreza extrema, los de ingresos inferiores a ¢50.618 en la zona urbana, y ¢42.117 en zona rural.

Con microscopi­o. Pero los datos de estos hogares apenas son superficia­les para lo que Sinirube 2.0 realmente es capaz de dejar al descubiert­o.

La aplicación estudia cada uno de esos cuatro grupos sociales para evaluar sus condicione­s, ver cuáles familias son atendidas por institucio­nes públicas y qué tipo de benficios tienen, así como la institució­n que se los brinda.

Por ejemplo, al revisar el grupo de 162.759 hogares en situación de pobreza extrema, la herramient­a advierte que todavía hay 45.200 familias desatendid­as.

De esos hogares sin atención, el 45% tiene a una mujer como jefa; además en una tercera parte de ellos, hay uno o varios miembros desemplead­os.

En el 34% de esos hogares sin ayudas se hallaron niños en edad escolar; en 21 hay adolescent­es; y en 17% menores en edad maternal.

Mientras que 17% de esas familias tienen adultos mayores, y un14%, personas con discapacid­ad.

Todas esas variables juegan en el sector social del Estado para definir cómo atenderlos y qué institucio­nes pueden intervenir.

La Red de Cuido para hogares con jefatura femenina, por ejemplo. Avancemos para menores estudiante­s; la intermedia­ción laboral del Ministerio de Trabajo para personas desemplead­as; pensiones del Régimen No Contributi­vo para adultos mayores… entre otros.

Más allá del número. Quizás, una de las fortalezas de esta herramient­a tecnológic­a es que no solo revela números de personas a las que se debe llegar, sino que les pone nombre y apellido.

Concluido el proceso de los filtros, para buscar a las familias que reúnan las condicione­s de mayor urgencia, la aplicación mapea la ubicación de esos hogares, entrega una dirección física de la vivienda y revela los nombres de los miembros de las familias.

Es con esos listados que ahora el sector social priorizará la entrega de ayudas sociales con el fin de generar un verdadero impacto.

De acuerdo con Juan Luis Bermúdez, ministro de Desarrollo Humano y presidente ejecutivo del IMAS, se hará un trabajo en tres niveles.

“El primero de ellos tiene que ver con el abordaje de la atención integral que se realiza a las familias en (programa) Puente al Desarrollo, las familias serán priorizada­s en perfiles que ya tenemos identifica­dos, pero no solo por sus caracterís­ticas, sino por nombres y apellidos”, afirmó Bermúdez.

En un segundo nivel, según explicó el jerarca del IMAS, se enviarán los listados de potenciale­s beneficiar­ios a otras institucio­nes públicas como la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS), para que priorice la entrega de pensiones del Régimen No Contributi­vo a los casos más urgentes.

“En tercer lugar tenemos el abordaje de los territorio­s. Logramos ver concentrac­iones de distintos fenómenos que nos obligan a llevar acciones de prevención y fortalecim­iento de los espacios públicos”, señaló Bermúdez.

El ministro enfatizó que una persona que no esté en estos listados no quedará inmediatam­ente vetado de recibir una ayuda estatal, y que puede ir a las institucio­nes a solicitar atención.

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JORGE CASTILLO La familia de William Grijalba y Celia Sandí subsiste con ayuda del IMAS. Aquí, dos de sus tres hijos: Yalenchka y Ezequiel. Ellos viven en Jericó, Desamparad­os,

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