La Nacion (Costa Rica)

El ‘Team’ es el verdugo de la 30

Herediano ha frenado siete veces el esperado festejo manudo

- Fiorella Masís A. fiorella.masis@nacion.com

Encontrar el título 30 ya se está convirtien­do en un laberinto sin fin para Alajuelens­e, que otra vez vio pasar su ansiada corona.

¿Su verdugo? Uno bien conocido. Como sucedió en el Verano 2016, la última final de la Liga, Herediano hincó a los manudos.

El Team llevó a su rival hasta el límite del sufrimient­o y lo mató en penales, la circunstan­cia más dolorosa.

Los florenses nunca dejaron de creer en ese título, incluso cuando el Morera Soto festejaba antes de tiempo.

En los mejores momentos del local, José Giacone plasmó su personalid­ad sobre el equipo. Hubo tranquilid­ad y capacidad para reaccionar.

El club récord de la fase regular, de mejores números, buen fútbol y una afición ilusionada, cayó de rodillas.

Al visitante le bastó reaccionar en el momento justo, corregir y después alargar hasta la ruleta rusa, y ahí la Catedral pasó a ser un cementerio.

Los lanzamient­os desde el manchón blanco siempre tienen una víctima, ayer fue Álex López. El catracho disparó y Esteban Alvarado atajó.

La venganza es un plato que se sirve frío y el arquero lo disfrutó, incluso con pose incluida cuando paró ese remate.

Ambos equipos debieron llegar hasta la mal querida instancia luego de un 2-2 en el marcador global. Herediano ganó el primer duelo 1-0 y la Liga el segundo, 2-1.

Un fantasma con agallas.

El Team apareció como un fantasma en medio de la celebració­n manuda, porque en algún instante el título parecía teñirse de rojinegro.

Sin embargo, Herediano tuvo agallas cuando cualquiera las pudo perder.

Su colmillo terminó por dejar sin alma al más regular del certamen. No solo en esta serie, la anterior fue el preámbulo del título 28.

Alajuelens­e llegó hasta la disputa del cetro generando mucha confianza en su afición. Cada jornada del torneo parecía hacerlo más fuerte.

Pero tras perder la final del Clausura, todo cambió.

La motivación también tomó un papel protagónic­o. En la acerca del frente estaba un club que durante la fase regular fue de altos y bajos.

El formato del campeonato está para que todo pueda pasar: los florenses empezaron a subir de nivel y se apegaron a su capacidad para disputar este tipo de finales.

Y cuando estuvieron de igual a igual, demostraro­n más, aunque no le pasó por encima a la Liga, y probableme­nte eso es lo que más les duele a los rojinegros.

Con el Morera Soto en contra y un gol a favor, Herediano supo controlar el partido, hasta el minuto 72.

Ahí la Liga volvió a reaccionar, anotó dos goles en tres minutos, con Bernald Alfaro y Jonathan Moya.

¿Qué podía pasar ahora? Parecía el momento de la 30. Herediano no estaba de acuerdo y se apegó al reloj: faltaban al menos 15 minutos.

Un aficionado de la Liga invadió la cancha (85’) y después, en un abrir y cerrar de ojos, Yendrick Ruiz estaba celebrando. El delantero silenció el Morera con un cabezazo en medio de la pésima salida de Adonis Pineda (87’).

Esa fue la daga que llevó a los de casa hasta los penales.

Con los malos recuerdos dando vueltas en la cabeza, los fanáticos rojinegros vieron anotar a Moya, Kenner, Lassiter y Cubero, pero en medio de ellos cuatro López erró.

Eso fue suficiente. El anhelo manudo sigue en pausa.

 ?? JOSÉ CORDERO ?? Esteban Granados se da “a la fuga” con el trofeo de campeones en la gramilla del Morera Soto. Herediano lo volvió a hacer: a tres minutos de caer en la final, logró el empate y extendió la disputa hasta el desempate por penales, donde conquistó su título 28.
JOSÉ CORDERO Esteban Granados se da “a la fuga” con el trofeo de campeones en la gramilla del Morera Soto. Herediano lo volvió a hacer: a tres minutos de caer en la final, logró el empate y extendió la disputa hasta el desempate por penales, donde conquistó su título 28.
 ?? JORGE CASTILLO ?? Los jugadores de Herediano montaron su propia fiesta sobre la gramilla del Morera Soto, un estadio que se había engalado para los manudos.
JORGE CASTILLO Los jugadores de Herediano montaron su propia fiesta sobre la gramilla del Morera Soto, un estadio que se había engalado para los manudos.

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