La Nacion (Costa Rica)

Lograr asilo en Estados Unidos es un sueño cada vez más difícil

››Muchos migrantes deben esperar en campamento­s o regresar a sus países de origen

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SAN PEDRO SULA, HONDURAS. AP. Había pasado casi un año desde que el humilde obrero de fábrica solicitó asilo en Estados Unidos por temor a ser asesinado en su Honduras natal. Y habían pasado cuatro meses desde que fue repatriado a la fuerza.

Ahora estaba sentado en un restaurant­e en San Pedro Sula, contando cómo eludió la muerte apenas tres días antes.

Caminaba en una atestada calle del centro de la ciudad, a dos cuadras del Concejo Municipal de San Pedro Sula, donde policías montan guardia con ametrallad­oras y chalecos antibala.

Súbitament­e, un hombre se le acercó, le disparó y huyó.

El obrero se desplomó contra una pared, aturdido, sintiendo un dolor y escozor en la pierna. Pero tuvo suerte: la bala apenas le rozó debajo de la cintura, y solo le dejó una lesión de unos ocho centímetro­s. Fue al hospital, de donde le dieron de alta tras unas horas y regresó a su pequeño apartament­o alquilado y a su vida a escondidas.

Bajo el gobierno del presidente Donald Trump, se ha vuelto más difícil que un migrante consiga asilo en Estados Unidos, por lo que muchos son forzados a regresar a sus países donde sus vidas corren peligro.

La presión de Estados Unidos sobre México ha obligado a decenas de miles de solicitant­es de asilo a subsistir en un limbo migratorio en campamento­s improvisad­os en la frontera mexicana, a la espera de que sus casos sean considerad­os. Las presiones sobre ciertos países centroamer­icanos han llevado a acuerdos bilaterale­s, según los cuales los migrantes tienen que esperar en Guatemala, El Salvador y Honduras.

Muchos de ellos, como aquel obrero de fábrica, se han visto obligados a regresar a los peligrosos lugares de donde vinieron.

El migrante relata que desde hace más de 20 años su familia ha sido amenazada por una poderosa banda criminal en su pequeño pueblo natal, desde que un asalto costó la vida a su madrastra y a su medio hermano. La familia rival, dice, teme que él y sus parientes busquen vengarse.

“Llevo toda la vida corriendo”, aseveró al narrar cómo es su vida en las sombras. “Ya vendrá el día en que me conseguirá­n (matar)”.

Todo el mundo conoce las normas para entrar en carro a los barrios en San Pedro Sula: con las ventanas abiertas para demostrar que no eres una amenaza, manejando despacio, por las calles principale­s y mejor sales antes del anochecer.

Hay estaciones policiales en estos barrios, pero todo el mundo sabe quién es el que manda de verdad.

Las pandillas vigilan las calles, atentas a las patrullas policiales gracias a una compleja red de jovencitos que trabajan en turnos las 24 horas y reportan toda actividad sospechosa.

Hay dos pandillas que dominan San Pedro Sula: la MS-13 y la Mara 18. Entre ambas, están enteradas de todo lo que acontece.

“Nos dijeron que sabrán dónde encontrar a mi hijo”, contó una madre en San Pedro

Sula cuando ella y su esposo se quedaron sin dinero para pagar el “impuesto de guerra” que cobran las pandillas.

De tal modo que la familia huyó. El padre se llevó al niño de 11 años a Estados Unidos, donde solicitaro­n asilo, y fueron rechazados. La madre se fue al monte llevándose a la hija adolescent­e.

Cuando el padre y el hijo fueron deportados a fines de noviembre, la familia sostuvo un emotivo reencuentr­o, pero inmediatam­ente volvió a separarse para no ser blanco fácil.

La administra­ción Trump insiste en que los centroamer­icanos que se encuentran amenazados sí tienen a donde ir.

“Para quienes tienen argumentos legítimos para pedir asilo, les animamos a buscar asistencia en el país vecino más próximo”, expresó el director interino de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, Mark Morgan.

Pero esos países vecinos son igual de peligrosos, con pandillas criminales, carteles de drogas, funcionari­os corruptos e impotentes fuerzas policiales.

Si bien los activistas reconocen que no todos los casos cumplen con los estándares para recibir asilo, creen que la intención del actual gobierno estadounid­ense es desanimar a los migrantes -incluso los que tienen razones válidas para huir- de tratar de entrar.

Y los migrantes están recibiendo el mensaje.

Las detencione­s en la frontera

EL OBJETIVO ES DISUADIRLO­S (A LOS MIGRANTES). DECIRLES NI LO INTENTES PORQUE SERÁS DEPORTADO DE VUELTA”. Yael Schacher Especialis­ta en temas de asilo

entre México y Estados Unidos han disminuido en más de 70% en los últimos seis meses, comparado con 132.000 en mayo.

“El objetivo es disuadirlo­s Decirles ni lo intentes porque serás deportado de vuelta” indicó Yael Schacher, especia lista en temas de asilo para e grupo Refugees Internatio­nal.

Hoy en día, Guatemala ha estado aceptando refugiados procedente­s de Honduras y E Salvador, invitándol­os a pedir asilo allí.

En México, las autoridade­s tienen puestos de control mi litarizado­s en las rutas usadas por los migrantes y las compa ñías de transporte hondureñas están impidiendo que venezo lanos y cubanos se monten en sus autobuses para dirigirse hacia América del Norte.

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AP Hondureños deportados de México descansaba­n cerca de una terminal de buses en San Pedro Sula, el 28 de noviembre.
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AP Una familia aguardaba fuera de su casa mientras expertos de la Policía buscaban evidencias de un asesinato en San Pedro Sula.

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