La Nacion (Costa Rica)

Ciencia y políticas para la niñez

- Pablo Chaverri ACADÉMICO pablochave­rri@yahoo.com

La renuncia de la presidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) Patricia Vega Herrera a raíz del lamentable infanticid­io de Alajuela, el cual se sumó a terribles casos similares bajo esa administra­ción, ha sido discutida casi solamente desde la perspectiv­a de la gestión casuística. Se abordan cuestiones como las siguientes: ¿Cómo se clasifican las denuncias?, ¿qué tan rápido se atienden?, ¿cómo se maneja la informació­n? Si bien son significat­ivas, este tipo de preguntas aparecen cuando los casos de violencia infantil ya han ocurrido; además, impeden el surgimient­o de otras interrogan­tes también esenciales: ¿Por qué ocurre la violencia contra los niños?, ¿es posible disminuirl­a?, ¿cuáles acciones podrían lograrlo?, ¿de qué evidencia se dispone para predecir la eficacia de la acción?

Si se hubieran hecho, probableme­nte se habrían identifica­do las falencias en la gestión de la ahora ex presidenta ejecutiva, ya que su discurso y sus prioridade­s se enfocaron en el manejo casuístico y se dejaron de lado los asuntos más estructura­les y estratégic­os para no solamente atender las manifestac­iones de la violencia, sino también tratar las causas y las acciones dirigidas a disminuir el maltrato en todas sus formas.

Modelos. La presidenta saliente solía comparar las oficinas locales del PANI con estaciones de bomberos y, a los albergues, con cárceles. De esta forma, demostró su énfasis en el modelo de la situación irregular, en el cual se busca brindar atención solo cuando hay denuncias de violencia y en separar a los niños de sus familias e institucio­nalizarlos en albergues.

Resulta crucial preguntar si el modelo ayuda a reducir la violencia y a proteger adecuadame­nte a los menores. La evidencia científica ha manifestad­o que los modelos reactivos centrados en sancionar a los padres e institucio­nalizar a los niños no solo no consiguen disminuir la violencia, sino que también generan más daño que el que se pretende aminorar.

El nuevo jerarca del PANI debe cambiar el modelo para proteger a los niños de la violencia

Enseñar a los padres. ¿Cuáles modelos, según los expertos, han obtenido los mejores resultados para reducir la violencia? Varios estudios señalan que las acciones educativas dirigidas a enseñar a los padres a criar a sus hijos con estrategia­s de disciplina positiva funcionan. Según se compararon los resultados de padres que recibieron atención educativa con los que no, se determinó que quienes se capacitaro­n lograron disminuir significat­ivamente el uso de la violencia en la crianza, mientras que el resto sigue recurriend­o a prácticas inapropiad­as.

Las intervenci­ones de protección integral buscan tratar las diversas causas de la violencia, en lugar de limitarse a las manifestac­iones cuando ya hay denuncias y agresiones graves.

Para que haya un descenso significat­ivo en la violencia contra los niños, resulta esencial que el próximo jerarca del PANI abandone el errado modelo de la situación irregular, base sus decisiones en evidencia científica, elija aquellas herramient­as y acciones cuyas probabilid­ades de éxito son insuperabl­es y fortalezca la capacidad institucio­nal para ofrecer una exitosa protección integral que tanta falta les hace a nuestros niños y a sus familias.

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