La Nacion (Costa Rica)

Grave retroceso en Honduras

La hostilidad del gobierno y otros sectores llevó al fin de la misión de la OEA contra la impunidad.

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El gobierno hondureño ha propinado un nuevo y severo golpe a la difícil y frustrante lucha en pro de la justicia y el Estado de derecho en su país. Luego de fracasadas negociacio­nes para ampliar su mandato, la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), constituid­a hace cuatro años mediante un acuerdo con la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), debió finalizar sus tareas el pasado domingo 19. ¿Motivo? La negativa del Poder Ejecutivo a permitir que continuara acompañand­o y colaborand­o de manera activa con la Fiscalía General por medio de una unidad especializ­ada creada con tal propósito, conocida por sus siglas Ufecic.

Al anunciar el fin de la Misión, en un comunicado oficial emitido el viernes 17, la Secretaría General de la OEA declaró que la vinculació­n con los fiscales era clave para su desempeño, y lamentó que, debido a “la posición oficial” de “no acompañar este planteo”, se tornara imposible la renovación de su mandato, lo que calificó como “un hecho negativo en la lucha contra la corrupción y la impunidad en el país”. La crítica al gobierno, aunque en lenguaje diplomátic­o, no puede ser más clara, además de merecida.

Durante su primer período presidenci­al, Juan Orlando Hernández, enfrentado a severas protestas internas y múltiples presiones externas, aceptó a regañadien­tes establecer un mecanismo internacio­nal para que, mediante la interacció­n con sus autoridade­s, impulsara esfuerzos en pro del Estado de derecho en sentido amplio. Fue así como, el 19 de enero del 2016, firmó con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el convenio que creó el organismo. Se le encomendó trabajar en cuatro ámbitos: prevención y combate de la corrupción, reformas a la justicia penal, reforma político-electoral y seguridad pública.

A pesar de que desde su instalació­n el 22 de febrero siguiente la Maccih enfrentó enorme resistenci­a de políticos, magistrado­s y fuerzas de seguridad, realizó valiosos aportes. Los más destacados resultaron del trabajo conjunto con la Fiscalía General. De acuerdo con un recuento de la OEA, condujo al procesamie­nto de 133 personas, la activación de 14 casos judiciales —algunos de alto impacto— y al “fortalecim­iento de las capacidade­s nacionales para combatir la corrupción y la impunidad”.

Precisamen­te por logros como los mencionado­s, cada vez fue mayor la hostilidad de los principale­s centros de poder hondureños, incluidos poderosos empresario­s de dudosa conducta. La Corte Suprema, por ejemplo, declaró inconstitu­cional el establecim­iento de la Ufecic, con lo cual propinó un golpe letal a las posibilida­des de colaboraci­ón con la Fiscalía; el Congreso se negó a aprobar legislació­n propuesta por la Maccih; el Ejecutivo demoró deliberada­mente el nombramien­to del vocero y jefe de misión designado por la OEA; y varios tribunales disminuyer­on cargos en casos de corrupción.

En los últimos meses, conforme se acercaba el momento de renegociar la permanenci­a de la Misión, grupos de la sociedad civil, partidos de oposición y varios gobiernos —incluido el de Estados Unidos— llamaron a la renovación de su mandato. Que, pese a este clamor, el presidente Hernández se inclinara por plantear exigencias inaceptabl­es para la OEA, indica cuán poderosas son las fuerzas fácticas que desean mantener la impunidad y están dispuestas a frustrar hasta los avances más modestos en pro del Estado de derecho.

Se trata, simple y llanamente, de un lamentable y alarmante retroceso institucio­nal orquestado desde altas cúpulas del poder. Su actitud es insensible, cínica y miope porque, sin fundamento­s básicos para el ejercicio de la justicia, la eficacia de las institucio­nes, el rendimient­o de cuentas y la transparen­cia, difícilmen­te Honduras superará los enormes problemas en que está sumida. Y, sin avances en tal sentido, la estabilida­d del país cada vez será más precaria.

La hostilidad del gobierno y otros sectores llevó al fin de la misión de la OEA contra la impunidad

El vacío que se crea debilitará aún más el precario Estado de derecho y la estabilida­d del país

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