Parkinson y las municipalidades
Las autoridades políticas municipales, elegidas o reelegidas, deben saber que las leyes de Parkinson son aplicables a sus instituciones. Conocerlas les ayudará a comprender mejor cómo funcionan las organizaciones en general y, particularmente, las que conforman las administraciones públicas, dadas sus propias características de financiamiento por medio de impuestos.
Cyril Northcote Parkinson (1909-1985) fue funcionario británico durante muchos años del siglo pasado y se dedicó a investigar detalladamente el crecimiento y funcionamiento de las organizaciones.
Sus “leyes” han sido utilizadas en gran cantidad de investigaciones y estudios, los cuales confirman siempre la pertinencia de sus postulados. Veamos, en resumen, algunas de ellas y su posible puesta en práctica.
El trabajo aumenta hasta llenar todo el tiempo disponible. Es decir, no hay ninguna relación entre el trabajo que hay que hacer y el personal disponible. Está demostrado estadísticamente, según dos afirmaciones axiomáticas: todo funcionario necesita multiplicar el número de subordinados y los funcionarios se crean, unos a otros, trabajo innecesario.
A estas conclusiones se llega después de estudiar las estadísticas en el aumento de personal donde se evidencia un crecimiento exponencial en las áreas administrativas y un aumento modesto en las áreas sustantivas. En otras palabras, los funcionarios prefieren las funciones de control, mando y apoyo, que las relativas a atención directa de los servicios y la atención al público.
Los salarios, incluidos beneficios y los espacios físicos, son siempre proporcionalmente mejores cuanto más alejado del público se encuentre el funcionario. La mayoría de los empleados empiezan atendiendo público, en los peores espacios y con los más bajos salarios, pero buscarán cambiar de labor lo más pronto posible.
Es fundamental para los elegidos conocer cuántos funcionarios desempeñan tareas administrativas y cuántos brindan servicio a los ciudadanos, así como determinar las diferencias salariales y otros beneficios, incluido el espacio físico. ¿Cuántos recursos se dedican a cada sector? No olviden que nadie prefiere atender al público.
Ley del despilfarro. Los gastos siempre alcanzarán los ingresos, y es casi seguro que los sobrepasarán. Existen normas y entidades destinadas a controlar el derroche y los gastos innecesarios, pero su ineficiencia queda al descubierto por los resultados conocidos.
“En los últimos años, la resistencia del ciudadano a pagar impuestos se ha visto fortalecida por la creciente certeza de que el dinero que se paga al fisco se derrocha y se
La de moda es que nunca hay presupuesto para lo importante, mas sí para subir salarios
desperdicia en su mayor parte”.
Quienes manejan las finanzas utilizan el poder que les brinda la información para decidir ellos mismos para qué hay recursos y para qué no, según sus propios intereses. Escucharán estas respuestas: no hay presupuesto, no hay fondos disponibles, no hay partida para eso, no se previó, la Contraloría no lo acepta, la ley o el reglamento no lo permiten, el sistema no lo prevé...
Pregúnteles de dónde tomarán algunos recursos para un aumento de salarios o para un plus nuevo para el personal. Recuerden guardar las respuestas. No se dejen intimidar con palabras y frases disfrazadas de tecnicismos complejos. Entender las finanzas de una municipalidad es muy sencillo, es como entender las de una familia, todo lo complican para utilizar la fuente de poder que brinda la información.
La ciencia de la “comiteología”. El primer principio de esta ciencia es que un comité (comisión, consejo, junta o, como le llaman hoy, mesa) tiene naturaleza más orgánica que mecánica: no es una máquina, sino una planta. Echa raíces y crece, florece, se marchita y muere esparciendo la semilla de la cual a su tiempo brotarán otros comités. Solo entendiendo este principio se puede llegar a entender la historia de los gobiernos modernos, su ineficiencia y despilfarro.
De aquí se derivan otras leyes, como la dilación y la reunionitis, muy conocidas en todo el sector público. Estos dos instrumentos son muy utilizados porque permiten despilfarrar el tiempo, aparentando que se está trabajando arduamente en asuntos de envergadura.
La otra razón es que facilita la evasión de la responsabilidad, al no verse el funcionario en la penosa situación de tener que decir que no y lograr que los ciudadanos desistan por cansancio sin darles realmente una respuesta, y si los demandantes son pertinaces, darles la negativa en nombre de un comité y, en forma particular, poder decirles: fueron ellos.