La Nacion (Costa Rica)

Elecciones y retos locales

-

Por segunda vez en nuestra historia republican­a moderna, los costarrice­nses tuvimos, el domingo, la oportunida­d de votar por la totalidad de las autoridade­s encargadas de dirigir los asuntos municipale­s. Estuvieron en competenci­a 6.138 puestos: 82 alcaldes, 164 vicealcald­es, 508 regidores propietari­os y suplentes, 8 intendente­s y viceintend­entes, 486 síndicos propietari­os y suplentes, 1.912 concejales de distrito propietari­os y suplentes y 32 concejales municipale­s de distrito propietari­os y suplentes.

Dada la complejida­d del proceso, merece destacarse, más aún que en las elecciones presidenci­ales y legislativ­as, la impecable organizaci­ón y conducción del Tribunal Supremo de Elecciones, con la colaboraci­ón de los 87 partidos participan­tes y miles de ciudadanos que se sumaron a la dinámica como voluntario­s.

Al analizar los resultados, sin embargo, lo primero que salta a la vista es menos estimulant­e: la persistenc­ia de un enorme abstencion­ismo. De un promedio nacional del 64,8 % hace cuatro años, apenas bajamos al 63,6 % ahora. El peor extremo ocurrió en el cantón central de San José, donde incluso subió al 74,6 %, un punto porcentual más que en el 2016; el mejor, en la primera votación del nuevo cantón de Río Cuarto: el 32,8 %.

Lo anterior quiere decir que las circunstan­cias locales son fundamenta­les para explicar el grado de participac­ión; también, en buena medida, la especifici­dad de los resultados, tal como se reflejaron el domingo. Por un lado, el número de alcaldías en manos de partidos locales subió a 14, de 5 hace 4 años. Algunos de ellos sirvieron simplement­e como plataforma­s para la reelección de alcaldes que antes habían competido con las divisas de partidos nacionales, pero otros tienen verdaderas raíces cantonales. La dinámica local también pasó una dura factura a Restauraci­ón Nacional y Nueva República. A pesar de su desempeño en las elecciones nacionales del 2018, no obtuvieron ninguna alcaldía (todavía no hay datos sobre regidores), presumimos que no solo por el desgaste de algunos dirigentes nacionales, sino también por su insistenci­a en temas con fuertes connotacio­nes religiosas, ajenos a los retos de los gobiernos municipale­s y sus ciudadanos.

El impacto de lo anterior también fue evidente en la distribuci­ón general de alcaldías por partidos, sobre todo en el caso de Liberación Nacional. Se mantiene, a gran distancia del que le sigue, como el que tiene la presencia nacional más extendida y profunda, algo sin duda importante para su capacidad electoral general; sin embargo, de las 9 alcaldías que perdió —un número significat­ivo—, 7 pasaron a partidos locales. El PUSC, por su parte, debe estar satisfecho con sumar 2 a las 14 que tenía; el PAC, preocupado por pasar de 6 a 6; y el Frente Amplio, alarmado por perder la única que ocupaba, en Barva de Heredia, a manos del Republican­o Socialcris­tiano.

Además de los asuntos locales, la capacidad de movilizaci­ón y ambiciones personales de varios candidatos (y muy pocas candidatas), con estructura­s que giran a su alrededor, también desempeñar­on un papel decisivo en los resultados, y en los cambios de partido, en casi una decena de casos, para buscar la reelección. Si a esto se añade el gran abstencion­ismo, la dispersión de opciones, dada la facilidad para establecer partidos cantonales, la mayoría relativa para las alcaldías y la reelección consecutiv­a indefinida, es posible explicar por qué algunos han logrado mantenerse en sus cargos por tanto tiempo, y no siempre para bien de sus comunidade­s.

Que apenas esta sea la segunda oportunida­d de tener elecciones cantonales generales indica que aún estamos en un proceso de aprendizaj­e y crecimient­o en representa­ción y gobernanza locales. Precisamen­te por esto, es necesario introducir reformas en el proceso y dos, postergada­s, resultan esenciales: en primer lugar, limitar la reelección indefinida; en segundo, establecer umbrales más robustos para la inscripció­n de partidos y el mínimo de votación requerido para mantenerse inscritos. Pero, además, es necesario trabajar, como política de Estado, en la mejora de los gobiernos municipale­s y, eventualme­nte, en una reforma de la división político-administra­tiva del país, que permita dinámicas territoria­les más acordes con sus realidades y retos. No dudamos que, en conjunto, estos cambios conduzcan a mejor calidad de vida y progreso para nuestras comunidade­s.

Las elecciones municipale­s revelaron grandes fortalezas democrátic­as, pero los ‘pendientes’ son muchos

Es necesario aumentar la participac­ión y mejorar los procesos de representa­ción y gobernanza cantonales

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica