La Nacion (Costa Rica)

El acecho de ideas zombis

- Velia Govaere CATEDRÁTIC­A DE LA UNED vgovaere@gmail.com

Entre pucheros y lágrimas retenidas, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) firmaron su divorcio. Llegó el brexit a su final temido. Votado por escasa mayoría, negociado a la carrera, rechazado tres veces por el Parlamento, se cobró dos primeros ministros, destruyó a los laboristas y dejó a los conservado­res en manos de la figura menos apetecible.

Para llegar a semejante extremo, ¿qué pudo ir tan mal en ese matrimonio de 47 años? El Reino Unido se había cuidado de las más audaces y compromete­doras aventuras de la UE. La misma idea fuerza de construcci­ón de una unión política siempre le fue ajena. No quiso ser parte de la zona euro. Eso le permitió recuperars­e mejor de la crisis financiera, con los márgenes de competitiv­idad que le ofrecía tener moneda propia. No aceptó el Acuerdo Schengen, que elimina controles fronterizo­s, y siempre pudo fiscalizar el ingreso de personas de origen externo a la UE, evitando los peores extremos de oleadas migratoria­s. Había negociado su exclusión hasta en política social. Así que, en realidad, siempre tuvo un pie fuera.

Pero el pie que tenía dentro, como miembro pleno de la UE, le permitía participar en el mercado común, integrarse a las cadenas de valor, atraer inversión extranjera — especialme­nte europea— y convertirs­e, cuando lo decidió, en el centro financiero de Europa. Eso le significó sostenido incremento de riqueza y creciente oferta de empleo calificado para su población. Sin mencionar la relevancia que le daba, a ese imperio venido a menos, ser protagonis­ta de decisiones de política exterior en un ente paraestata­l con el peso de representa­ción comunitari­a de 28 países.

El Reino Unido siempre fue un europeo reticente. No sufrió tanto como para llegar al brexit. Todo lo contrario. Del pastel había escogido las cerezas y el lustre. El brexit se explica, en parte, por la creciente relevancia cultural que cobran, en nuestro tiempo, las ideas zombis. Me refiero, así, a concepcion­es muertas que salen de la tumba para espantar a los vivos. Por doquiera amenaza alguna noción zombi. En el Reino Unido, la visión zombi de gran imperio. En Costa Rica, el fantasma zombi de sustitució­n de importacio­nes de aguacate.

¡Cuidado!, en todas partes acechan ideas zombis.

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