La Nacion (Costa Rica)

HORIZONTES

- Jaime Daremblum POLITÓLOGO jaimedar@gmail.com

La salida del Reino Unido de la Unión Europea no es un capítulo fácil de describir ni tampoco un paso ligero en la compleja historia de la posguerra mundial que parió la era atómica y, luego, nuclear.

El 31 de enero, la mitad de los británicos celebraron, al tiempo que la otra mitad lamentó el divorcio. El brexit entró en una nueva etapa en la que el Reino Unido deberá pactar con Bruselas los detalles de la futura relación comercial sin tarifas. Sin embargo, hay mucho más: banca, servicios financiero­s, intercambi­o de estadístic­as e inteligenc­ia, seguridad y una serie interminab­le de subcapítul­os. Todo en lo que cooperaron en el pasado, ahora deberán encontrar la manera de cumplir a partir del divorcio.

Escocia ambiciona independiz­arse y su primera ministra, Nicola Sturgeon, mantiene que sus connaciona­les harán un referendo para especifica­r el ámbito de su independen­cia.

La génesis del brexit data de 1973, cuando el Reino Unido ingresó a la Comunidad Económica Europea, precursora de la Unión Europea. Tanto los políticos como el electorado divergían en torno a la necesidad de la membrecía. Dos años más tarde, hubo un primer referendo, el cual evidenció que el país estaba dividido. Los conservado­res, liderados por la legendaria Margaret Thatcher, propugnaba­n mantenerse en Europa. “Sí a Europa”, fue el lema que un 67,5 % de los británicos apoyó.

Desde luego, muchas interrogan­tes flotaban en el ámbito político, primordial­mente cuál sería el papel del Reino Unido en Europa. El Tratado de Maastricht, en los años tempranos de la década de los noventa, generó lo que hoy conocemos como la Unión Europea, a la cual diversos países se integraron. El Reino Unido, sin embargo, se mantuvo a distancia y el mejor ejemplo es que no adoptó el uso del euro.

En el 2013, el primer ministro británico David Cameron prometió que si el Partido Conservado­r ganaba las elecciones convocaría un referendo para definir la permanenci­a o independiz­arse. El saldo a favor del brexit fue 51,89 %.

En Europa, hay un resurgimie­nto del nacionalis­mo así como de la xenofobia. Sería muy lamentable que la rica tradición del liberalism­o británico cediera, ya que el Reino Unido debe seguir siendo parte de una Europa unida, como era el sueño de Churchill. Europa ayudó al Reino Unido a ser más próspero y abierto. ¿Será en adelante menos permeable a las grandes ideas del mundo? Sería lamentable.

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