La Nacion (Costa Rica)

Una sugerencia inaceptabl­e

La magistrada Rocío Rojas ha sugerido un pésimo camino para evitar la filtración de informacio­nes judiciales.

-

Tuvo razón la magistrada Rocío Rojas Morales cuando, en la sesión de la Corte Plena celebrada el pasado lunes, se manifestó preocupada por la fuga de informació­n sobre investigac­iones judiciales y por el desafío que representa la delincuenc­ia organizada para nuestro Estado y sociedad. Sin embargo, se equivocó de manera inaceptabl­e y peligrosa en lo que propuso como respuesta al primero de esos retos: una posible reforma a la Ley sobre registro, secuestro y examen de documentos privados e intervenci­ones de las comunicaci­ones para poder intervenir los teléfonos de los periodista­s y, así, detectar el origen de las fugas.

Su argumentac­ión, vertida durante una discusión sobre la elaboració­n de un protocolo que estaría destinado a regular el acceso a la informació­n sobre investigac­iones en trámite y que, por tanto, requieren confidenci­alidad, no solo fue desdeñosa del principio de confidenci­alidad de las fuentes como bastión de la libertad de prensa, sino que también desconoce la jurisprude­ncia de la Sala Constituci­onal al respecto. Además, equivocó dónde está el verdadero origen del problema.

La Sala ha respaldado de forma consecuent­e el derecho de los periodista­s a mantener la confidenci­alidad de sus fuentes, como ingredient­e de la libertad de expresión. La esencia de su doctrina quedó resumida en esta frase del voto 07548, emitido en el 2008: “Los periodista­s tienen la titularida­d y el ejercicio del derecho fundamenta­l a guardar el secreto de las fuentes de informació­n, el cual dimana del derecho general a la informació­n, todo con el propósito de garantizar la reserva de la identidad de estas para así propiciar la formación de una opinión pública libre y el pluralismo democrátic­o”. Otras Cortes y también leyes, en otros países democrátic­os, sostienen el mismo principio.

Pero, además de su poco aprecio por un tema tan importante para la libertad de expresión, la magistrada equivocó el blanco de sus preocupaci­ones. No tomó en cuenta que las fugas de informació­n que, con razón le preocupan, no son responsabi­lidad de los periodista­s, sino de los funcionari­os judiciales que las generen, y es precisamen­te en su origen donde deben centrarse las medidas precautori­as y eventuales sanciones.

En esa misma sesión, el presidente de la Corte, Fernando Cruz, manifestó su coincidenc­ia con la jurisprude­ncia de la Sala Constituci­onal al respecto. Pocos días atrás, en un artículo publicado en nuestra sección de “Opinión”, manifestó que “los medios de comunicaci­ón requieren la más amplia libertad” y añadió que los “únicos controles o contrapeso­s que pueden limitar su acción son las acciones judiciales concretas en el ámbito civil o penal, y el derecho de respuesta” que tutela esa misma Sala.

La magistrada constituci­onal Nancy Hernández, parte de la Comisión de Enlace OIJ-Corte, encargada de elaborar el protocolo origen de la discusión, fue más específica. “Si nosotros tenemos fuga de informació­n —manifestó— tenemos que investigar a nuestros funcionari­os, no a los periodista­s ni a las fuentes de los periodista­s, sino al revés, en vez de buscar hacer un cruce de llamadas al periodista o intervenir al periodista, lo que hay que hacer es ver cuáles funcionari­os manejaban la informació­n del operativo y hacer la investigac­ión a través de ello”. Además, aclaró que el protocolo en estudio estará enmarcado en el “absoluto respeto” a la jurisprude­ncia constituci­onal.

Ante la oleada de críticas por sus “reflexione­s” —como las llamó— en la Corte Plena, la magistrada Rojas declaró por escrito, el martes, que “para la efectivida­d del derecho fundamenta­l a la libertad de prensa es indiscutib­le que el periodista debe contar con la confidenci­alidad de su fuente”; de no ser así, “se vaciaría de contenido el núcleo básico de su labor, tal como lo ha reconocido la reiterada jurisprude­ncia de nuestro máximo tribunal constituci­onal”. Recibimos con beneplácit­o ese criterio; sin embargo, se trata de una expresión de principios generales, no de una corrección de su propuesta sobre una posible reforma legal que podría abrir —ciertament­e con la intervenci­ón de un juez— la intervenci­ón en las comunicaci­ones de los periodista­s.

Tal como dice la magistrada, sus “reflexione­s jurídicas” no representa­n la voluntad de la Corte Plena y, “por tanto, no existe el riesgo de un abordaje distinto a la línea de acción ya emprendida” en relación con el protocolo que elabora la Comisión de Enlace. Esperamos que así sea, pero también quedamos notificado­s de que la actitud de la alta jueza ante los diversos matices de la libertad de expresión es, por decir lo menos, muy poco “reflexiva”.

La magistrada Rocío Rojas ha sugerido un pésimo camino para evitar la filtración de informacio­nes judiciales

Violar la privacidad de las comunicaci­ones y fuentes periodísti­cas atentaría contra la libertad de expresión

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica