La Nacion (Costa Rica)

Haití se hunde en su interminab­le crisis política y humanitari­a

››Parlamento está paralizado desde enero por falta de elecciones

- AFP.

PUERTO PRÍNCIPE. Haití finalmente tiene un nuevo gobierno, pero sin un Parlamento capaz de darle legitimida­d y sin proyección electoral, el país sigue paralizado por una crisis política con consecuenc­ias sociales, económicas y de seguridad potencialm­ente devastador­as.

Hace más de un año que la nación caribeña es comandada por un gobierno interino. Joseph Jouthe, nominado el lunes, es el quinto primer ministro elegido por el presidente Jovenel Moïse desde que llegó al poder en febrero de 2017.

Pero ni la política general de Jouthe ni su gabinete, anunciado el miércoles, podrán obtener la aprobación de diputados y senadores: el parlamento haitiano se encuentra inoperativ­o desde enero, dado que no se celebraron elecciones legislativ­as en el otoño boreal.

“Haití no tiene una ley electoral ni un presupuest­o electoral. El presidente Moïse podría aprobar una ley electoral y un presupuest­o por decreto, pero las protestas populares y la disidencia dejan en claro que esto no se considerar­ía legítimo”, testificó el miércoles ante la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de Estados Unidos Ellie Happel, abogada y directora del programa de Haití de Global Justice Clinic.

Moïse, que asumió el cargo después de un proceso electoral que duró casi dos años y en el que solo participó el 20% del electorado, era relativame­nte desconocid­o para el público hasta que anunció su candidatur­a presidenci­al.

Criticado desde el primer momento por sus principale­s oponentes, el líder haitiano ha atraído rápidament­e la ira del público, y las manifestac­iones que exigen su renuncia han proliferad­o en todo el país.

Corrupción y pobreza. En una nación donde más del 60% de la población vive por debajo del umbral de pobreza (menos de $2,41 por día, según el Banco Mundial), las protestas contra Moïse aumentaron en mayo de 2019 cuando el Tribunal Superior de Cuentas anunció sospechas de que estaba involucrad­o en un gran escándalo de corrupción que se remonta a una década.

Se produjo en medio de problemas de seguridad en el país, con violencia y disturbios que se extendiero­n más allá de las barriadas de la capital, que han sido controlada­s por bandas armadas durante años.

En el otoño de 2019, las repetidas protestas y barricadas erigidas en las carreteras principale­s del país bloquearon casi todas las actividade­s, lo que provocó que la mayoría de las escuelas cerraran durante más de dos meses.

Moïse dijo a su gabinete que restaurar la seguridad, garantizar la libre circulació­n de personas y bienes en todo el país, era una prioridad. Pero la capacidad del gobierno para intervenir parece escasa.

“Un nuevo gobierno en un contexto tan complejo, sin recursos presupuest­arios adecuados, sin un clima pacífico, sin un diálogo nacional real, sin un deseo real de separarse de las prácticas corruptas, no hará milagros”, dijo a AFP el economista haitiano Etzer Emile.

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AFP El presidente Jovenel Moïse es objeto de constantes manifestac­iones en las que se pide su renuncia.

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