La Nacion (Costa Rica)

Las elecciones de los viejos

- PerioDiSTa Y eSCriTor

SCarlos Alberto Montaner olo quedan Bernie Sanders (78 años) y Joe Biden (77 años) en el campo demócrata. Un radical y un centrista. Uno de ellos se enfrentará a Donald Trump el próximo noviembre.

Son dos ancianos, pero Trump, con casi 74 años, es también de la misma cuerda. Será una batalla entre personas que tienen un pie en la próstata, quiero decir, en la tumba.

Tal vez ese fenómeno sea consecuenc­ia del envejecimi­ento de la población, o acaso porque la ciencia ha cambiado las nociones de juventud y vejez y ha movido una década la edad de gobernar.

Ike Eisenhower fue el presidente más viejo elegido en Estados Unidos hasta la llegada de Ronald Reagan. Llegó a la Casa Blanca a los 62 años. (George Washington, no obstante su solemne distanciam­iento, solo tenía 57 años cuando asumió el poder).

De todo. En estas primarias,

¿Por qué los electores demócratas no tuvieron en cuenta el factor edad a la hora de votar?

en el camino se quedaron Cory Booker (50), Beto O’Rourke (47), Andrew Yang (45), Julián Castro (45) y Pete Buttigieg (38), por mencionar solo a los que tenían 50 años o menos.

Había jóvenes negros, blancos, hispanos, asiáticos, gais, heterosexu­ales, empresario­s, con experienci­a militar, muy y menos educados. Había de todo.

¿Por qué los electores no tuvieron en cuenta el factor edad a la hora de depositar su voto? A Sanders, incluso, le dio un infarto hace pocas semanas. A esas edades puede repetirle.

Es verdad que Eisenhower tuvo un severo infarto de miocardio en 1955, mientras jugaba golf, lo que no impidió que al año siguiente lo reeligiera­n y terminara gloriosame­nte sus ocho años de mandato.

Sanders tiene su base de apoyo en los millennial­s. Los millennial­s, grosso modo, son los nacidos entre 1981 y 1996. ¿Por qué los jóvenes, en todas las encuestas, dicen que les gustaría votar por un rostro fresco, pero, llegado el momento, optan por Sanders o Biden?

Despistaro­n al encuestado­r. La respuesta a esta pregunta la escuché en un pódcast del periodista Ricardo Brown (Visión 2020) mientras entrevista­ba a Mike Hernández, un buen analista político de Telemundo: porque no dicen la verdad.

No hay nada más fácil que despistar a un encuestado­r sin siquiera padecer la pena de mentir. Incluso, no existe la noción real del embuste.

El entrevista­do quisiera que surgiera un joven con las propuestas y las caracterís­ticas de Sanders, pero la selección de los candidatos es sobre personas concretas que pueden tener éxito, y entre ellas no aparece ninguna con el fuego y la determinac­ión del senador de Vermont, pese a sus 78 años.

Por eso, en las últimas batallas electorale­s ha descollado Biden. Era la hora de recomponer la opción centrista y moderada del Partido Demócrata para evitar un descalabro frente a Trump, algo que pronostica­ban las encuestas si el candidato era Sanders.

El conjunto de la nación no padece el monotema del 1 % de los ricos que se apoderan de las riquezas, como predica Sanders, ni quiere abandonar sus planes sanitarios. Tampoco existe un consenso claro sobre quién debe pagar la factura de los estudios universita­rios: ¿Los que se beneficiar­án de los títulos o todas las personas? ¿Disponer de muchos graduados universita­rios es una inversión en la sociedad que nos beneficia a todos o, fundamenta­lmente, a los graduados?

Elemento “Trump”. ¿Por qué sucedió la fantástica victoria de Joe Biden en Carolina del Sur y luego en el supermarte­s cuando ganó en 10 de los 14 Estados en que compitiero­n por la candidatur­a demócrata? No fue por devoción al líder. Biden carece de carisma. Es porque el Partido Demócrata se parece más a Biden que a Sanders. Es el partido de la inclusión. El de los migrantes, las minorías, el que surgió con Franklin Delano Roosevelt y Harry Truman al calor de la Segunda Guerra mundial.

A lo que se agrega el “elemento Trump”. Mucha de la gente que votó por Biden lo hizo convencida de que puede en noviembre desalojar a Trump de la Casa Blanca.

¿Es eso verdad? No sé. No es fácil sacar a un gobernante en el ejercicio del poder. El personaje tiene muchos enemigos, pero también numerosos fanáticos.

Pudiera ocurrir, pero también puede suceder lo mismo que en el 2016: los demócratas ganan el voto popular y pierden el decisivo, el voto electoral, por un puñado de sufragios en ciertos estados clave.

Para evitar que eso suceda acaso Biden tendrá que incluir en su programa algunos de los asuntos de Sanders. París bien vale una misa.

[©FIRMAS PRESS]

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