Los mejores seguros sociales del mundo contratan a terceros
CJuan Jaramillo Antillón onsiderados por la Organización Mundial de la Salud los mejores servicios universales del mundo, están los de Francia, Holanda, Canadá, el Reino Unido y España. Todos, sin excepción, son estatales y compran servicios privados. Sus ingresos los obtienen mediante impuestos y algunos, también, de las cuotas de las personas obligadas a afiliarse.
El grave problema de Costa Rica es haber creado un seguro social universal de país rico con recursos de país apenas en vías de desarrollo. La razón del empleo de la empresa privada en las naciones citadas y en diferentes modalidades es obvia: el Estado no debe construir consultorios ni clínicas ni hospitales ni estar haciendo reparaciones; los directores médicos privados, sus administradores y el personal son nombrados y pagados por los consorcios privados, no por los sistemas de salud ni por los seguros sociales del Estado.
En algunos casos, se contrata directamente a los médicos para dar consulta externa en medicina general, familiar o especializada. Lo usual es tratar con los consorcios privados si es una clínica u hospital proporcionándoles una cantidad de dinero mensual, de común acuerdo, y otorgando un aumento anual. No hay aumento en la burocracia ni huelgas, pues los trabajadores no pertenecen a los seguros o al sistema nacional de salud. Aunque estos pueden hacerlas contra sus patrones.
El Estado no paga salarios exagerados ni pluses ni extras, que incluso no tienen que ver con la calidad del servicio prestado por el trabajador. Tampoco se ve obligado a pagar directamente las pensiones de los trabajadores.
Cambio de opinión. En mi libro La crisis en el seguro social de Costa Rica, publicado en el 2013, señalé que, inicialmente, cuando el Seguro Social cubría con sus servicios bastante bien las necesidades de la población, no creía conveniente contratar la empresa privada. Sin embargo, al comenzar a prolongarse los tiempos de espera y, en consecuencia, a deteriorarse seriamente la atención, mi opinión cambió.
La creación de los Ebáis en la década de los noventa no solventó la situación, pues nunca hubo presupuesto, los fondos para financiarlos salieron de los hospitales y clínicas mayores.
Al fundar los Ebais, se vistió un santo y se desvistió otro. Eso agravó la atención en Emergencias de una manera intolerable. En 1989, se inició, como prueba, la contratación de cooperativas para la atención de pacientes en Pavas, Tibás y Barva, entre otros.
Un estudio que señalo en mi libro muestra que el costo era mucho menor que el de las clínicas similares manejadas por la Caja, la producción de servicios aumentó, la oportunidad de ser atendido a tiempo era mejor y la población se encontraba muy satisfecha.
Un estudio de la Caja comprobó todo lo anterior. Hubo una huelga en la Caja y las clínicas cooperativizadas continuaron trabajando sin ningún problema, con gran disgusto de los sindicatos.
Las autoridades de la Caja no deben enfrentarse a las demandas de los sindicatos, que solicitan salarios extraordinarios en comparación con los de la empresa privada.
Disminución de la burocracia. El servicio tercerizado no aumentaba la burocracia de la Caja, más bien la disminuía. A esto es a lo que le temen los sindicatos. La meta en el campo de la eficiencia y eficacia del sistema de salud y de los médicos de la CCSS es proporcionar mejores y más oportunos servicios a la población, lo cual se logra con recursos propios o con ayuda de los privados, siempre que se obtenga calidad en la prestación y sean iguales o mejores, a igual o menor costo que el institucional comparativamente (usualmente salen más baratos).
El periódico La Nación señaló recientemente que la Auditoría de la Caja previno que quitar los 37 Ebáis que atienden a 200.000 personas desde hace años, manejados por la Universidad de Iberoamérica (Unibe), en Curridabat, Montes de Oca y La Unión, le costará a la CCSS ¢4.000 millones más al año. La Caja aduce criterios técnicos que demuestran la capacidad institucional de asumir la atención y, por ello, terminó el contrato con la universidad. Pero es difícil señalar si van a proporcionar servicios mejores en calidad y cantidad y a menor costo que la empresa privada que los maneja actualmente, lo cual pongo en duda.
Desde ya, señalo dos procesos que desmejoran los servicios brindados hasta ahora: van a centralizar en un único laboratorio, según la Caja mejorándolo (qué bien), pero lo hacen sin tener la más mínima consideración con los asegurados.
Como es lógico, en el lugar de consulta hay un minilaboratorio, donde toman las muestras de sangre, orina, heces, esputo, etc., en el momento de ser atendido el enfermo. Ahora, van a obligar a los enfermos, no importa su condición física por la enfermedad y los recursos de que disponen, a desplazarse nuevamente del lugar de consulta a otro sitio lejano, el laboratorio central en Los Yoses, solamente para que les tomen las muestras.
La consideración para con los enfermos es muy simple, consiste en mantener un técnico en el Ebáis que tome las muestras y un motociclista las llevará al laboratorio central. Puede que, excepcionalmente, haya algún paciente especial y, en tal caso, sea necesario el traslado.
Debilitar la atención. Qué mejoría hay en la atención de los enfermos, si van a suspender el tiempo de consulta vespertina existente después de las 4 p. m. A muchos trabajadores con negocios propios o empleados de empresas ese horario les facilitaba la atención.
Además, algunos pacientes que llegan tarde a la consulta por diversos motivos tienen oportunidad, si están muy enfermos, de ser vistos. De hecho, una de las formas de disminuir los tiempos de espera es abrir consulta vespertina y la Caja lo ha hecho así en otros lugares. Debe recordarse que la razón de los servicios de la Caja son los enfermos, no la institución.
Yo relaté, en el libro citado, las ocho ventajas de comprar los servicios de la empresa privada hasta el 2013. Considero que, vista la experiencia, no es conveniente continuar aumentando la burocracia de la Caja, por las prebendas que tienen sus trabajadores comparados con los privados. Si la decisión se tomara porque los servicios privados son deficientes, entonces, no habría objeción, pero no es la causa. Por cierto, en ningún momento se habla de pasar los hospitales de la Caja a manos privadas. Por supuesto, habrá siempre algunos disconformes, pero también los hay en las otras clínicas de la Caja. Los sistemas de salud universales de los países citados tienen un porcentaje de disconformes que puede llegar al 20 %.
Todo parece señalar que con el cuento de “institucionalizar los servicios” también van a eliminar los contratos firmados con cooperativas como Coopesalud, Coopesana y Coopesaín, donde 500.000 habitantes son recibidos en mejores condiciones que en las clínicas de la Caja.
Durante el tiempo que los Ebáis estuvieron en manos de la Unibe, nunca se privatizó la CCSS
Compra anatematizada. Yo no entiendo por qué un sector del país sataniza la compra de servicios médicos privados o de otro tipo, como guardas, lavado de ropa, etc.
Debe quedar claro que la Caja compra servicios para mejorarlos y cumplir así el compromiso con sus asegurados y la población en general. Quien paga es la institución, la empresa privada no está comprando la Caja.
Yo, respetuosamente, sugiero a las autoridades de la Caja mantener este tipo de servicios, e incluso tratar de ampliarlos a la consulta de especialistas privados para disminuir los tiempos de espera tan prolongados que tiene, lo cual rebaja la calidad de la institución al tercer mundo. Eso sí, debe hacerse una buena auditoría y controlar la calidad de los servicios comprados.