Conciencia 2.0
AEduardo Ulibarri demás de proteger vidas humanas, prioridad esencial frente a la covid-19, la pandemia nos plantea otros retos de enorme importancia; dos son particularmente agudos: el económico y el social. Las acciones en curso para atenderlos marchan bien. Sin embargo, debemos ser conscientes de dos cosas: 1) podrían volverse insuficientes si la emergencia sanitaria aumenta (algo factible) y 2) esas medidas, junto con otras que quizá deban tomarse, generarán desafíos futuros, en particular para el fisco.
Vale la pena incurrir en los costos para evitar males peores —en particular, el colapso de empresas y mayor desempleo—. Lo estamos haciendo con plena responsabilidad y conciencia. Pero debemos entender que, en algún momento, habrá que asumirlos, lo que implicará otros sacrificios.
La baja inflación —por debajo de la meta— y la solidez del sistema financiero han permitido que tanto su consejo de supervisión (Conassif) como el Banco Central sean mucho más flexibles en una serie de variables: desde tasas de interés (más bajas) hasta la calificación de deudores, las provisiones que deben mantener las empresas crediticias para afrontar la crisis y las posibles readecuaciones de pago de sus clientes. Cada banco decidirá al respecto, pero las condiciones para dar más aire a quienes entren en mora, mientras pasa la emergencia, son mucho mejores.
Por el lado impositivo y laboral, la interacción entre el Ejecutivo, el Legislativo y la CCSS ha abierto el camino para una moratoria temporal en el pago de impuestos, que se acumularán hasta final de año; bajar jornadas, flexibilizar contratos laborales y el pago de cuotas obrero-patronales, y autorizar una amnistía en las multas y sanciones a los deudores de la Caja que se pongan al día. Todo esto reducirá el impacto social inmediato, pero aun así es posible que deban otorgarse mayores subsidios a los sectores más vulnerables.
¿Suficientes? Está por verse. Pero existen dos certezas: primera, las medidas son indispensables; segunda, su ejecución acumulará presiones presupuestarias, empeorará los resultados fiscales y nos obligará a “apretarnos la faja” para afrontar la factura acumulada. Cuando el momento llegue, nuestro deber será actuar con similar responsabilidad y conciencia a la demostrada hasta ahora.