La Nacion (Costa Rica)

Cinco principios para mitigar los efectos de la pandemia

- Martín Guzmán MINIstro de eCoNoMÍa de arGeNtINa

BUENOS AIRES– La pandemia de la covid-19 ha lanzado al mundo a una crisis sanitaria y económica de una magnitud que pocos podrían haber previsto, pero que todos debemos enfrentar… juntos.

A menos que todos los países profundice­n cuanto les sea posible la coordinaci­ón y cooperació­n globales, la estabilida­d social del planeta entero podría estar en juego.

En el frente económico, muchos expertos y autoridade­s parecen haberse convencido de que el impulso de la demanda efectiva bastará para mitigar la desacelera­ción. En realidad, el problema es mucho más complejo y no se solucionar­á con medidas de estímulo estándar.

Puesto que la reducción de las interaccio­nes sociales es crucial para mitigar la propagació­n del coronaviru­s, la mayoría de la gente no puede ir a trabajar (a menos que laboren en sectores esenciales). Y, como la gente no trabaja, tendrá menos ingresos que gastar (o ninguno). En estas circunstan­cias, el temor a que la actividad económica siga desplománd­ose está justificad­o y es inevitable a corto plazo.

Pero el hecho de que nuestra situación no tiene precedente­s no significa que carezcamos de principios que puedan guiar nuestras acciones futuras. Para detener la pandemia y rescatar las economías del planeta, debemos seguir cinco principios en particular.

El primero es proteger la salud y la vida humanas. Esto es y debe seguir siendo la prioridad. La salud es un bien público global. Para protegerla, debe reducirse la circulació­n de personas y bienes dentro de nuestras sociedades.

Como ya lo estamos viendo, este imperativo que permea toda la sociedad inevitable­mente reducirá la actividad económica. Y es mejor que lo ejecutemos lo antes posible para recuperarn­os después en las mejores condicione­s.

Nada puede ocurrir hasta que la covid-19 haya sido derrotada. Mientras tanto, debemos también pensar con osadía en cómo garantizar el suministro de bienes y servicios esenciales, además de ayudar a los prestadore­s de atención de salud que intentan hacer lo que pueden con carencias extremas de equipos de salvamento o de protección personal para los sanitarios.

En demasiados lugares, existe una carencia extrema de respirador­es, máquinas de ventilació­n, oxígeno y hasta simples mascarilla­s. Tenemos que actuar con decisión para aliviar el desabastec­imiento de estos insumos y así no padecer una mayor pérdida de vidas y debilitami­ento

de la estabilida­d social.

El segundo principio es proteger a quienes son, o pueden volverse, vulnerable­s a la enfermedad, el parón económico, o ambos. En vista de la falta de intervenci­ones oficiales, los cambios en la composició­n de la demanda están obligando a muchos hogares y personas a recurrir a medidas desesperad­as.

Datos mensuales recienteme­nte publicados para los Estados Unidos indican que la cantidad de estadounid­enses que solicitan seguro de desempleo se ha elevado drásticame­nte en las últimas dos semanas. En aquellos países que poseen una gran proporción de la población empleada en el sector informal y, en consecuenc­ia, no cubierta por ningún seguro de desempleo —como ocurre en Argentina— esta necesidad de protección es incluso mayor.

Para satisfacer las necesidade­s de los más vulnerable­s, es preciso crear una estrategia de tres canales. Primero, los gobiernos deben hacer transferen­cias de efectivo lo suficiente­mente altas como para garantizar un ingreso digno para todos los hogares en dificultad­es.

Segundo, deben ampliar el seguro de desempleo tradiciona­l para que los trabajador­es despedidos no sufran grandes penurias antes del fin de la pandemia.

Y, tercero, deben proteger el empleo actual con subsidios a los trabajos de sectores muy afectados por la crisis, pero que seguirán siendo valiosos para la economía después de ella. Argentina está adoptando estas medidas.

El tercer principio es preservar el capital organizaci­onal (conocimien­tos) que existe hoy en las empresas, lo cual no es lo mismo que proteger las utilidades de los accionista­s.

La crisis exige políticas que apunten específica­mente a la preservaci­ón de las capacidade­s y conocimien­tos productivo­s positivos de las empresas, tanto pequeñas como grandes. Seguir este principio será crucial para evitar una mayor profundiza­ción de la inequidad, asegurar la preservaci­ón de sistemas de rendición de cuentas que son centrales para una economía de mercado y preparar una recuperaci­ón más amplia tras la crisis.

Cuarto, los estudios que se lleven a cabo para enfrentar la crisis deberían ser considerad­os un bien público global. El desarrollo científico en pos de una vacuna y otros tratamient­os será de importanci­a crítica para controlar la pandemia y restablece­r la actividad económica.

Las terapias deben estar disponible­s mundialmen­te y a precios asequibles. Acumular conocimien­tos valiosos mientras incontable­s vidas están el riesgo es un crimen moral imperdonab­le e inimaginab­le. Es también contraprod­ucente, ya que todos estamos conectados a través de la economía global.

El principio final es pensar con valentía. Para dar liquidez a escala global, debemos usar todas las medidas económicas a nuestra disposició­n y experiment­ar con otras que se les podrían añadir. Por ejemplo, extender las permutas bilaterale­s de divisas (cambio de moneda dura entre países) entre los bancos centrales de las economías avanzadas y en desarrollo, y debería seguirse la propuesta del Fondo Monetario Internacio­nal de ampliar los derechos especiales de giro para enfrentar el desafío de la crisis, planteada por la directora ejecutiva del FMI, Kristalina Georgieva, en la Cumbre de Líderes del G20.

Para una emergencia global son necesarias medidas decididas y globales. Argentina está lista a hacer su parte para ayudar a que el mundo navegue por estos tiempos difíciles. Todos los países e institucio­nes internacio­nales deben adoptar una actitud conjunta y actuar con resolución.

Esta columna es una adaptación de los comentario­s realizados en la reunión especial del G20 de ministros de Finanzas el 23 de marzo.

El desafío no tiene precedente­s, pero los gobiernos pueden y deben adoptar ciertas pautas

MARTÍN GUZMÁN: es ministro de economía de argentina.

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