La vacuna de la distancia
Con cantidad de estadounidenses
atendiendo la orden de distanciarse, el modelo basado en un 50 % de obediencia será revisado
para reflejar menos dolor.
El virólogo Christian Marín recuerda al país la disponibilidad de una vacuna contra el coronavirus. No sale de los laboratorios donde tenemos depositada la esperanza de una inmunización eficaz, sino del conocimiento científico acumulado en esta y otras pandemias. La vacuna es mantener la distancia y nos lo han dicho hasta la saciedad. Es la mejor manera de no enfermar y cuidar la vida de los demás.
La medida ha funcionado en Costa Rica y también en los países más castigados por la enfermedad. En Estados Unidos, la población escuchó alarmada, hace pocos días, el resultado de un modelo auspiciado por las autoridades sanitarias de más alto nivel. Entre 100.000 y 240.000 personas perderían la vida en ese país. Ahora, la feliz noticia es la revisión del modelo porque el número de muertos podría ser mucho menor.
Casi de inmediato, la prensa exigió explicaciones. Los resultados de un modelo dependen de la información disponible y los postulados con que se llenan los vacíos de datos. Uno de los grandes debates de los expertos estadounidenses involucrados en el diseño del modelo fue sobre las expectativas de acatamiento de las medidas sanitarias. Finalmente, se pusieron de acuerdo en estimar la obediencia en un 50 %, pero, en la práctica, resultó muy superior.
Con una numerosa cantidad de estadounidenses atendiendo la orden de distanciarse y el ubicuo “quédese en casa”, las estimaciones del modelo basado en un 50 % de obediencia deben ser revisadas. Así de importante y útil es la “vacuna” y así de reprochable la conducta de la minoría empecinada en rechazarla. Los nuevos cálculos representarán vidas salvadas en el tanto los estadounidenses mantengan la disciplina tardíamente invocada por su gobierno.
En Nueva York, donde el martes las autoridades anunciaron el más alto número de muertes en un día (731) hasta esa fecha también informaron de la disminución de nuevas hospitalizaciones. El gobernador Andrew Cuomo insistió en la proyección de una curva más plana de contagios en los próximos días
También hay esperanza en otros países duramente afectados, como Italia y España, donde las tardías medidas de aislamiento comienzan a rendir frutos. Por primera vez desde enero, en China no hay muertos por covid-19 y en la ciudad de Wuhan, punto de partida de la pandemia, ya está permitida la salida de viajeros. Los negocios comienzan a abrir, aunque no las escuelas, y las autoridades mantienen el llamado a permanecer en casa tanto como sea posible.
En Costa Rica, la convocatoria para mantener la distancia y permanecer en casa fue oportuna y atendida por buena parte de la población. Los expertos no dudan en atribuir a esas circunstancias el éxito habido hasta ahora. Lo aprendido en Estados Unidos, Italia, España y China confirma las buenas decisiones nacionales y debería fortalecer la determinación de mantener la guardia en alto.
Las autoridades llaman a hacerlo, con especial empeño, en esta Semana Santa, cuando muchas más personas tienen la oportunidad de permanecer en sus viviendas. La semana ha sido descrita como crucial en la lucha contra la pandemia. Ojalá sepamos aprovecharla. Los buenos resultados obtenidos con el esfuerzo de la mayoría y la orientación de las autoridades sanitarias no deben prestarse para confusión. El control sobre la pandemia es producto de las medidas adoptadas, no causa para relajarlas.
Al país todavía le quedan semanas de sacrificio económico y social, pero la experiencia de otras naciones, además de la propia, confirma las bondades de la política escogida. También, alienta saber que, en ocasiones anteriores, los países donde más rápido se produjo la recuperación económica fueron los que enfrentaron la crisis sanitaria con decisión y durante el tiempo necesario.
Con una numerosa cantidad de estadounidenses atendiendo la orden de distanciarse, el modelo basado en un 50 % de obediencia será revisado para reflejar menos dolor
También, hay esperanza en otros países duramente afectados, como Italia y España, donde las tardías medidas de aislamiento comienzan a rendir frutos