Los populistas adoran la pandemia
VARSOVIA– Las amenazas a la seguridad nacional limitan invariablemente las disputas políticas domésticas. En este momento, cuando los gobiernos han asumido el liderazgo en la lucha contra la pandemia de la covid-19, la oposición política en países bajo un régimen populista está siendo marginada rápidamente.
En teoría, las autoridades en esos países podrían usar la crisis para invocar un estado de emergencia a fin de limitar la democracia. Pero aun si no llegan tan lejos, la necesidad de un distanciamiento social y otras medidas de contención conlleva una fuerte contracción de la esfera pública.
A falta de grandes encuentros o concentraciones de campaña, el debate político ha migrado por completo a los medios, que dedican toda su atención a la enfermedad. Esto sucede por razones pragmáticas, la cobertura de la covid-19 es lo que exigen los lectores y televidentes, pero también por razones éticas: ofrecer información precisa sobre el coronavirus es un servicio esencial.
Aun así, la cobertura completa de la pandemia no permite focalizar la atención en los partidos y movimientos políticos de la oposición. Por lo tanto, Joe Biden, el presunto candidato demócrata para desafiar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la elección de noviembre, prácticamente ha desaparecido de la vista pública de la noche a la mañana.
A los estadounidenses, en cambio, se les brinda una cobertura diaria y en directo de las conferencias de prensa como concentraciones de campaña de Trump, donde presenta a expertos del gobierno que, de alguna manera, deben intentar corregir sus mentiras y desinformación sobre la pandemia y, al mismo tiempo, mostrarse de su lado. De la misma manera, en Israel, Benny Gantz, el principal político de la oposición, ha decidido sumarse al nuevo gobierno liderado por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, mencionando las circunstancias extenuantes de la pandemia.
En Europa central y del este, los gobiernos populistas están explotando la suspensión de la vida normal para ejecutar planes de hace mucho tiempo. Con los medios internacionales concentrados totalmente en la pandemia, pocos percibirán lo que está sucediendo en Hungría o Polonia.
La información sobre el líder de facto de Polonia, Jaroslaw Kaczynski, y del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, parece haber desaparecido hasta de las páginas de los medios periodísticos que los han cubierto de manera confiable durante años.
Mientras la oposición húngara protesta contra el “estado de emergencia” impuesto por Orbán, la oposición polaca exige que lo impongan. Occidente, aun si quisiera protestar, fácilmente podría perderse en este cenagal y no saber qué reclamar.
El Parlamento de Hungría le otorgó a Orbán la autoridad de gobernar por decreto por un período indefinido. Una vez ungido con estos poderes de emergencia, podrá suspender los derechos individuales y obligar a la gente a hacer cuarentena bajo pena de encarcelamiento.
Su gobierno podrá también enviar a prisión, por un máximo de cinco años, a los periodistas que, según considere, estén divulgando información falsa o distorsionada.
Por el contrario, en Polonia, lo último que Kaczynski y su partido Ley y Justicia (PiS) quieren es introducir un estado de emergencia porque hacerlo implicaría posponer la próxima elección.
En las circunstancias actuales, el presidente, Andrzej Duda, seguramente ganará la reelección el 10 de mayo. El gobierno del PiS, por lo tanto, está utilizando la pandemia para que Duda arrase y obtenga un nuevo mandato mientras la oposición está aislada por el coronavirus.
Duda y el PiS se toparon con problemas serios en enero y febrero cuando se descubrió que habían asignado 2.000 millones de eslotis ($480 millones), una cifra sin precedentes, a los medios públicos de Polonia, que, en efecto, son un portavoz del PiS. Como la oposición había estado reclamando que esos fondos fueran destinados a la atención médica, esa decisión ahora parece mucho más escandalosa.
Es más, antes de que estallara la covid-19, la candidata presidencial de la oposición,
Malgorzata Kidawa-Blonska, subía en las encuestas. En una hecha por IBSP del 14 al 16 de enero, Kidawa-Blonska, con un porcentaje proyectado del 49,91 % de los votos en la segunda vuelta, estaba apenas detrás de Duda, que tenía una mayoría insignificante del 50,09 %. Pero ahora que Kidawa-Blonska ha sido obligada a interrumpir casi toda forma de campaña, su respaldo había caído al 44,12 % entre el 10 y 13 de marzo, mientras que el de Duda aumentó al 55,88 %.
Los votantes polacos, por miedo a la pandemia, tienen poco apetito de refriegas partidarias. El reclamo hoy es un acuerdo político para afrontar la crisis, lo que hace mucho más difícil que la oposición ataque al gobierno en funciones. Donald Tusk, el ex primer ministro polaco que recientemente renunció a la presdencia del Consejo Europeo, expresó decepción durante una reciente aparición en TVN24, donde castigó a la oposición polaca por su actitud excesivamente sumisa.
Tusk también manifestó que no tiene intenciones de votar el 10 de mayo y que no alentará a su familia, amigos u otros votantes a hacerlo, debido a los riesgos de enfrentar la covid-19. Como le dijo a Gazeta Wyborcza, “solo un loco o un criminal podría proponer realizar elecciones en este momento”.
En una encuesta para saber quién es más probable que vaya a votar el 10 de mayo a pesar de la pandemia, Gazeta
Wyborcza reveló que son principalmente los seguidores del PiS. Si las elecciones presidenciales se realizaran tal como están programadas, Duda obtendrá el 65 % de los votos en la primera ronda, mientras, si fueran pospuestas para después de que haya pasado la pandemia, su voto en primera ronda caería a alrededor del 44 %.
Kaczynski y su partido no ocultan sus intenciones al presionar para que la elección se lleve a cabo durante la crisis. “Sería extremadamente desfavorable que el presidente y el primer ministro fueran de diferentes campos políticos y se pelearan”, dijo Kaczynski en una entrevista reciente. “Hoy, en condiciones diferentes, necesitamos gestión de crisis eficaz y estabilidad política. Esta es también la razón por la cual estas elecciones deberían llevarse a cabo el 10 de mayo”, agregó.
Mientras tanto, las elecciones, las primarias y los referendos ya se han pospuesto o alterado (a voto por correo, por ejemplo) en más de 20 países. Por lo tanto, no sorprende que el 72 % de los polacos encuestados crea que la elección presidencial debería posponerse.
Después de la elección presidencial polaca, el PiS tendrá un respiro de tres años en el calendario electoral, que utilizará para consolidar su poder. La sociedad civil polaca seguirá siendo el último bastión contra el régimen sin contrapesos del PiS.
A los estadounidenses se les brinda una cobertura diaria de las conferencias de prensa como concentraciones de campaña de Trump
SLAWOMIR SIERAKOWSKI: fundador del movimiento Krytyka Polityczna, es director del instituto para el estudio avanzado en varsovia y miembro sénior en el Consejo alemán de relaciones exteriores.
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