La Nacion (Costa Rica)

Hueco en reserva de pensiones

Un faltante de ¢417.000 millones es muy significat­ivo; pues se suma a las debilidade­s que tenía el régimen.

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la covid-19 plantea serios retos al sistema de salud costarrice­nse y nuestras autoridade­s han respondido con rapidez y eficacia. La prioridad es salvar vidas siguiendo las mejores prácticas médicas, aunque eso obligue a incurrir en costos, algunos elevados, imposibles de calcular meses atrás.

Pero el coronaviru­s también ha hecho estragos en el campo macroeconó­mico. Obliga a aislar a las personas, cerrar buena cantidad de empresas y reducir la actividad de otras, lo cual aumenta el desempleo, de cualquier forma alto antes del azote de la pandemia. También fuerza la reducción de jornadas laborales y el recorte de remuneraci­ones en el sector privado, no así en el público.

La rebaja de los salarios tiene efectos inmediatos en los ingresos de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, que son función directa de esos pagos. En consecuenc­ia, el Seguro de Enfermedad y Maternidad (SEM) y el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) resultarán perjudicad­os cuanto más se prolongue la pandemia, pero el efecto no es el mismo en los dos casos.

En las últimas semanas, Enfermedad y Maternidad hizo frente a nuevas erogacione­s impuestas por la covid-19. No sabemos cuál será el comportami­ento de esas erogacione­s, pero las medidas de aislamient­o podrían ayudar a contenerla­s. El caso del IVM es diferente y conviene analizarlo con detalle.

Un régimen como el IVM puede ser de reserva, en el cual tres partes (trabajador, patrono y Estado) pagan una cuota (o prima) en función del valor presente del beneficio esperado por pensión. También puede ser de reparto (conocido internacio­nalmente como pay-as-you-go) en el que las primas pagan las pensiones de los actuales jubilados. Las contribuci­ones del 2020, por ejemplo, son suficiente­s para pagar las pensiones otorgadas por la CCSS en el 2020 más el costo de administra­ción del sistema.

Un plan de reparto funciona bien cuando la población asegurada es mucha en relación con la pensionada, mientras el sistema esté en crecimient­o y pocos trabajador­es califiquen para la pensión. Pero en regímenes maduros, cuando la pirámide poblaciona­l cambia, la esperanza de vida crece y la proporción de trabajador­es activos con respecto a los pensionado­s cae sustancial­mente, podría darse una inequidad intergener­acional, pues los jóvenes contribuye­n mucho para sostener a una vasta población de pensionado­s que, además, esperan vivir muchos años. En Costa Rica, el IVM es una mezcla de régimen de reparto y de reserva.

En principio, si la pandemia del SARS-CoV-2 reduce el nivel de empleo, no debería afectar en nada un régimen de reserva porque las menos contribuci­ones (primas) se correspond­en con menos compromiso­s futuros. Es como si un asegurado olvidara pagar la prima trimestral del seguro de su auto: no pagó, pero tampoco recibirá indemnizac­ión en caso de accidente.

Pero mientras el IVM tenga un componente de reparto, la baja en la recaudació­n en determinad­o período sí golpeará las finanzas porque los compromiso­s con los pensionado­s se mantienen igual. Un faltante (“hueco”) hasta de ¢417.000 millones (equivalent­e a 1,05 % del PIB), como proyectan los técnicos de la Caja, es muy significat­ivo, ya que se suma a los problemas de un régimen que venía mostrando debilidade­s antes de la aparición de la neumonía por coronaviru­s. Por otra parte, el Gobierno Central difícilmen­te tendrá capacidad para socorrer a la CCSS si entra en problemas porque sus finanzas son débiles desde hace muchos años y la emergencia de salud pública las deteriorar­á más.

La suma de males macroeconó­micos que acompañan a la covid-19 —reducción en la actividad económica, posible recesión, aumento del desempleo, el gasto público, el déficit, el endeudamie­nto del gobierno y la carga de intereses— obliga a reformular, cuando todo vuelva a la normalidad, las prioridade­s de gasto del sector público, definidas allá por setiembre del año pasado, cuando el entorno previsible en el 2020 era otro.

Un faltante de aproximada­mente ¢417.000 millones es

muy significat­ivo, pues se suma a los

problemas de un régimen que ya venía mostrando debilidade­s

La reducción de los salarios tiene efectos

inmediatos en los ingresos de la Caja

Costarrice­nse de Seguro Social, que son función directa de

esos pagos

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