Orlando Arrieta
Producción. Arrieta contó que para este proyecto en concreto, él hizo una consulta mediante la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) para que les ayuden a establecer una alianza con empresas que tengan capacidad para moldeado por inyección.
En su criterio, es un proyecto bastante innovador, que está muy adelantado.
“Se les están haciendo pruebas, porque como se meten por la nariz, es nasofaríngeo; el dispositivo debe tener flexibilidad para seguir la curva del canal, pero no puede ser tan flexible como para que se rompa”, precisó.
Es decir, deben encontrar un punto exacto y, para tenerlo en el diseño, todas las
“noSoTroS ESTAmoS QUEriEnDo DESArroLLAr EL ProToTiPo, PEro CUAnDo ESo YA ESTÉ AProbADo, LA iDEA ES QUE LAS EmPrESAS QUE TEngAn CAPACiDAD inDUSTriAL DE moLDEADo Por inYECCiÓn TomEn EL DiSEÑo QUE noSoTroS ProVEAmoS Y Lo FAbriQUEn YA A ESCALA inDUSTriAL”.
especificaciones las dio la Facultad de Microbiología.
“Después de que a uno se lo meten por la nariz y de que le raspan un poquito, el hisopo sale, se mete en un tubo de ensayo y se le quiebra el palito, porque es más largo que el tubo. Entonces, al palito hay que hacerle una partecita más delgada para poder quebrarlo, cerrarlo en el tubo de ensayo y enviarlo”, añadió.
AP
Se estima que la Caja va a requerir más de 50.000 de esos hisopos, porque no solo se utilizan para las pruebas de covid-19, sino también para otros exámenes.
Arrieta insistió en que la idea de la UCR es establecer alianzas con empresas que puedan imprimir los hisopos en nailon o dacrón, que son los materiales que se utilizan mayoritariamente en ese tipo de dispositivos, catalogados como clase 1 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), que es la que los regula.
Protectores faciales. Arrieta recordó que cuando empezó la pandemia, en la UCR previeron que habría un faltante de dispositivos de protección, y lo primero que pensaron fue en trabajar para fabricar las mascarillas N95, que son las que tapan nariz y boca.
Empero, al no tener equipos industriales, no podían ofrecer un buen producto. Hicieron unas pruebas, pero las desecharon y eso dio pie para generar protectores faciales.
“Lo que se fabrica en la impresión 3D es la diadema, principalmente; lo imprimimos y le colocamos el acetato, que es la pantalla transparente que protege, y un elástico para sujetarlo a la cabeza”, dijo.
Comenzaron antes de Semana Santa y junto con la Oficina de Divulgación e Información crearon una campaña que se llamaba UCR solidaria, la cual invitaba a todas aquellas personas que tuvieran una impresora 3D a ayudarles, porque cada pieza duraba tres horas y era un proceso bastante lento.
“Nosotros les facilitábamos los archivos con los diseños y las personas imprimían esas partes, nos las dejaban en un punto que se estableció para recolección en la Universidad, y ahora nosotros ya continuamos armando, agregando las otras partes y empacándolos en cajas de 15 unidades”.
Antes de Semana Santa le habían donado a la Caja 720 unidades y otras 15 al Instituto Nacional de Seguros (INS).
“El viernes hicimos entrega de 850 dispositivos más, que fueron entregados en diferentes laboratorios y unidades de la misma UCR (...)”, citó.
También distribuyeron 90 protectores faciales al INS, para el Hospital del Trauma, 15 a la Cruz Roja, y directamente a la Gerencia Médica de la Caja le dieron 330 más. “En total, hemos hecho más de 1.500 protectores, que ya están distribuidos, y continuamos fabricando (...)”, finalizó.
Decano de Facultad de ingeniería