La carta embrujada
Por más que uno quiera, no puede entender las versiones en torno a la invitación de la Fedefútbol, o de Víctor Hugo Alfaro, a la alcaldesa de Alajuela, investigada penalmente como posible entrega y aceptación de dádivas.
Luego de las rencillas por la elección del Comité Director de la Federación, miembros de la oposición denunciaron la supuesta existencia del acta con un acuerdo, nunca tomado, de invitar a la alcaldesa a Rusia 2018.
Alfaro asumió la responsabilidad del viaje de la funcionaria, aduciendo que era un paquete de viaje personal y podía dárselo a quien quisiera. Escogió mal: a una funcionaria pública excompañera de asiento como regidor y hoy alcaldesa de Alajuela, en donde es síndico Óscar Alfaro, su hermano, asalariado de la Fedefútbol, en la Comisión de Arbitraje.
Por si fuera poco, el esposo de la alcaldesa preside una de las asociaciones que componen la liga femenina (Unifut), dirigida por Víctor Hugo, vicepresidente de la Fedefútbol. ¡Más embrollos, imposible!
La Federación respalda la tesis de Alfaro. Aceptar lo contrario sería comprometedor. Pero la gran incógnita es por qué tomó un acuerdo, o lo inventó (al decir de la oposición), si Víctor Hugo no lo necesitaba para invitar a “la amiga de su esposa”.
¿Tal vez porque hubo una carta de la Secretaría General cursada a la Municipalidad? ¿A lo mejor, con esa carta, la funcionaria podía solicitar vacaciones con goce de salario? En ese caso, deduzco, al intervenir la Procuraduría de la Ética, pidiendo cuentas a la Fedefútbol, la forma de justificar la existencia de la misiva era “el acuerdo”.
Si esa versión fuese correcta, quienes argumentan la alteración de lo decidido, estarían enredados en sus propios mecates. El exsecretario de actas, Daniel Vargas, porque firmó una certificación dirigida a la Procuraduría, que transcribe el acuerdo que ahora dice no se tomó.
Noel Ibo Campos, que ese día fungió como secretario de actas, porque firmó los acuerdos meses después (según dice), con la invitación incluida. O sea, rubricó un documento cuyo contenido ahora niega.
Tan inexplicable es que la Fedefútbol haya tomado un acuerdo, comprometedor, que no necesitaba la alcaldesa (salvo que mi teoría fuese cierta), como que ahora unos señores denuncien la supuesta falsedad que, de existir, ellos ayudaron a fabricar.