Cuidarnos de la tentación estatista
La pandemia confirma que el Estado sigue siendo fundamental en las áreas que deberían ser foco de atención permanentemente: salud, educación, seguridad, asistencia social, ciencia y tecnología.
Sin embargo, los buenos resultados actuales podrían envalentonar a algunos para promover un vigoroso estatismo.
Incluso, podrían ir un poco más lejos para proclamar el definitivo declive del capitalismo y la economía liberal.
El estatismo favorece la preeminencia del Estado en el funcionamiento de la economía, lo cual, históricamente, ha generado ingobernabilidad, corrupción, cortapisas al libre comercio y una imparable multiplicación de instituciones públicas.
En consecuencia, cabe reiterar la trascendencia del sector privado, principal fuente de recursos para la Hacienda pública y el que está soportando el peso de la crisis.
Trabajo en conjunto. Centrar el discurso en los incuestionables logros sanitarios del Estado y descartar la iniciativa privada de la actual ecuación exitosa es una actitud miope y hasta imperdonable. Sin los recursos aportados por las compañías, el Estado se vería desarmado e imposibilitado de cumplir sus funciones.
El país debe promover una política nacional de fortalecimiento del sector privado, que contenga, por lo menos, las siguientes medidas: reducción de las cargas impositivas, diferenciación o rebajo de las cargas sociales, eliminación de trámites y supresión de monopolios estatales y empresariales producto de regulaciones preferenciales.
Asimismo, promover una ampliación a gran escala de las zonas francas, de las alianzas público-privadas en tecnología y de la concesión de obra pública.
De hecho, el anuncio del gobierno de un ambicioso plan de desarrollo de obras de infraestructura mediante la figura de concesión es una primera buena señal.
Renovar procesos de privatización sería una opción más sana para obtener recursos que la aprobación de nuevos impuestos. Para ello, deben ser erradicados los prejuicios ideológicos imperantes alrededor de la venta de empresas estatales.
Será necesario reforzar el sector privado, principal fuente de ingresos de la Hacienda pública
Apoyo poscrisis. Lo anterior hará que un golpeado empresariado tenga más libertad y liquidez con los cuales disminuir el histórico desempleo, porque el gobierno no podrá absorber a la mayoría de las personas que perderán sus trabajos ni reducirá la angustiante informalidad.
Un sector privado al que sencillamente se le deje trabajar, debidamente formalizado y sin absurdas limitaciones, contribuirá, de mejor manera, a las alicaídas arcas públicas.
Paralelamente, el Estado deberá eliminar todos aquellos gastos que no están dentro de las actividades que constituyen su enfoque.
Así como ha desempeñado un papel ejemplar en el manejo sanitario del coronavirus, resultará esencial que el gobierno tome medidas coherentes de contención y reducción del gasto.
Las empresas particulares están resultado muy afectadas porque han debido asumir la mayor parte de la crisis. Es preciso que el Estado se esfuerce para enviar un contundente mensaje de confianza a los actores económicos locales y externos.
Cuando la pandemia sea una realidad administrable, Costa Rica debe optar por un rediseño de su aparato estatal con miras a concentrar sus recursos y energías en las actividades que le son esenciales. Pero, al mismo tiempo, necesitará destrabar y liberar aquello que hoy goza de proteccionismos.
La combinación de estos factores es el cauce por donde deberá navegar el país. Las crisis se superan con un Estado reducido, solidario, sumergido en una robusta libertad económica que promueva la iniciativa privada.