La Nacion (Costa Rica)

El poder de los microbios

‘En los próximos siglos, siempre tendremos epidemias causadas por los microbios malos’

- salubrista PÚBLICO Foto SHUTTERSTO­CK dmora@aya.go.cr

Darner A. Mora

Antes de tratar el fondo de este artículo, permítanme contar una anécdota. En 1975, cuando cursaba la precarrera de Microbiolo­gía, después de participar en un partido de fútbol en mi barrio josefino de crianza, Cristo Rey, llegué a mi casa a eso de las 5 p. m. Mi madre (q.d.d.g.) veía el programa dominical Iberoaméri­ca habla. Durante una entrevista, le preguntaro­n a un especialis­ta en salud pública cuál era su pronóstico sobre el control humano de las enfermedad­es infecciosa­s en el 2000.

El especialis­ta contestó que, para esa época futura, los científico­s controlarí­an los microorgan­ismos patógenos y el problema serían las enfermedad­es crónicas.

Al oír esa respuesta, me cuestioné por qué razón estaba estudiando la carrera de Microbiolo­gía y Química Clínica en la Universida­d de Costa Rica; un año más tarde, ingresé a la facultad con la misma interrogan­te en mi cabeza.

Después de entrar en confianza con mi profesor de Microbiolo­gía General, el Dr.

Bernald Fernández, le expuse mi inquietud.

Con sabiduría, me contestó: “Muchacho, no se preocupe, del cien por ciento de los microbios, el noventa y nueve por ciento son beneficios­os, y solo el uno por ciento son dañinos o patógenos para los seres humanos, pero, no lo dude, en el año 2000 y en los próximos siglos, siempre tendremos epidemias causadas por los microbios malos”.

Gracias a esa respuesta positiva, además de la vocación generada por mi profesora de colegio la Licda. Emilce Zumbado, continué con éxito esta emocionant­e profesión.

Por esas cosas del destino, he laborado durante más de 40 años en el Laboratori­o Nacional de Aguas de Acueductos y Alcantaril­lados, en donde, en lugar de extraer sangre de los seres humanos, me he enfocado en laborar con la verdadera “sangre del planeta”: el agua.

En la década de los noventa, a los funcionari­os del laboratori­o nos tocó combatir la amenaza de la epidemia del cólera, originada en Chimbote, Perú.

Conseguimo­s detectar y aislar el patógeno Vibrio cholerae, el cual se propagó por toda Latinoamér­ica, donde afectó a 1.839.037 personas y causó 19.538 muertes (1991-2011).

Casi 30 años después, el mundo sufre la pandemia del virus SARS-COV-2, originado en Wuhan, China; ayer, se registraba­n 5.076.846 contagiado­s y 331.137 muertes en todo el mundo.

Esta enorme crisis de salud pública, económica y humanitari­a ha puesto a prueba los diferentes sistemas sanitarios de los cerca de 185 países afectados, hincando a algunos de los más soberbios gobernante­s de las grandes naciones. En este contexto, aprovecho para resaltar el buen trabajo llevado a cabo por nuestras autoridade­s de salud.

El poder de los microbios va más allá de lo que pensamos; sin duda, las palabras del Dr. Fernández estaban llenas de razón. Por este motivo, y basado en mi experienci­a laboral, puedo indicar con satisfacci­ón que mi transitar en la microbiolo­gía y la salud pública ha sido muy emocionant­e y exitoso, camino que me gustaría repetir en mi próxima vida.

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