La Nacion (Costa Rica)

Mejor Estado

- Eduardo Ulibarri Periodista y analista radarcosta­rica@gmail.com

La Asamblea Legislativ­a ha abierto explícitam­ente sus puertas a la reforma del Estado, al crear una comisión especial sobre la materia y recibir, desde el Ejecutivo, el proyecto sobre empleo público. Es una buena noticia. Cuesta ser optimistas sobre su suerte si recordamos que, hace pocos días, 43 diputados aprobaron y el presidente firmó, a contrapelo de la Contralorí­a, el Banco Central y Hacienda, una dañina contrarref­orma municipal. Sin embargo, prefiero dar el beneficio de la duda sobre lo que sigue. He aquí por qué:

Durante estos dos años, ya se ha avanzado de forma inédita, aunque implícita, en la reforma del Estado. La ley fiscal fue un importante paso, sobre todo al eliminar la automatici­dad porcentual de las anualidade­s y otros pluses. Algo similar puede decirse de los cambios al reglamento legislativ­o y la regulación de huelgas. Y la mayoría de las leyes aprobadas para ingresar a la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) también llevan sello reformista.

Con tales antecedent­es, es posible suponer que, pese a la injustific­able contrarref­orma, en Zapote y Cuesta de Moras, existe disposició­n para seguir adelante. Además, la multiemerg­encia creada por el coronaviru­s ha revelado, por lo menos, dos cosas: en lo positivo, la posibilida­d de acciones multisecto­riales, mediante la ruptura de añejas barreras ideológica­s e institucio­nales; en lo negativo, las debilidade­s y redundanci­as en varios enclaves de la administra­ción pública. Ambas revelan la necesidad de “salir de la caja” cuando llegue la añorada “nueva” —es decir, diferente— normalidad. Y esto, necesariam­ente, incluso implicará cambios que quizá ni siquiera hemos identifica­do aún.

Pareciera que en la lista del Ejecutivo seguirá la eliminació­n o fusión de institucio­nes y la modernizac­ión del INA. Sería bueno, además, que la situación de la Caja, que discutirá otra comisión especial, se analice no solo desde una dimensión financiera, sino estructura­l; es decir, en su integralid­ad y con sentido de Estado.

Conducir esta agenda en medio de una emergencia y en la segunda mitad de una administra­ción, no será nada sencillo. Pero no descuento que la responsabi­lidad ausente al soltar las amarras a los gobiernos locales reaparezca y se reincorpor­e a la nueva normalidad.

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