La Nacion (Costa Rica)

Excusas legislativ­as

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Los errores del proyecto sobre

anualidade­s dieron a los diputados oportunida­d de culpar al Ejecutivo y evitar el costo político de aprobarlo.

El diputado socialcris­tiano Pablo Heriberto Abarca se quejaba de la “presión” del gobierno y “algunos medios de comunicaci­ón” (se refería, hasta donde sabemos, a La Nación) a favor del proyecto de ley para suspender el pago de anualidade­s en el sector público. El propósito de la presión, decía el legislador, era lograr un voto favorable “a golpe de tambor”, antes del 1. ° de junio.

Eso no era posible, afirmaba, porque el proyecto adolecía de graves defectos. En auxilio de su tesis, citaba a expertos en materia laboral. Tenía razón en cuanto a los errores, pero no en lo relativo a la dificultad de enmendarlo­s a tiempo para que la ley fuera aplicada de forma oportuna.

La liberacion­ista Silvia Hernández se sumó al socialcris­tiano para recordar la multiplici­dad de institucio­nes que señalaron ambigüedad­es en la redacción del proyecto de ley y advirtió sobre la imposibili­dad de lograr algo bueno “a golpe de tambor”.

Pero Paola Gutiérrez, laboralist­a citada por Abarca, más bien llamó a no descartar la iniciativa y recomendó centrar la atención en aclarar el periodo afectado, prorrogar la medida para los próximos años (evaluacion­es del 2020 y 2021) para correr menos riesgo de afectar situacione­s jurídicas consolidad­as y tener cuidado con las exclusione­s a fin de evitar alegatos de discrimina­ción.

Eso hizo el gobierno en el texto sustitutiv­o presentado el miércoles al Congreso. Si los diputados hubieran tenido voluntad, ellos mismos habrían hecho las enmiendas con rapidez. En realidad, no demostraro­n interés. Los errores del proyecto y su tardanza ofrecían una oportunida­d de culpar al gobierno mientras evitaban críticas de los sectores afectados de la burocracia. Según Abarca, “el PAC pretende presentars­e como abanderado de la austeridad fiscal” y él no parecía dispuesto a permitirlo.

Así, una iniciativa de ahorro, insuficien­te, pero significat­iva, corre el peligro de desperdici­arse, pese a la voluntad del Ejecutivo de asumir el costo político de introducir­la en la corriente legislativ­a. Este diario, para dar la razón al diputado Abarca, siempre ha abogado por poner orden en las remuneraci­ones del Estado y no va a cambiar ahora, cuando se presenta la oportunida­d de lograr un aporte del sector público en momentos de crisis, reclamado por muchos de la boca para fuera.

No quieren los diputados marchar a golpe de tambor, pero en las últimas semanas han presumido de hacerlo para responder a la pandemia. En varios casos acertaron, pero un pésimo proyecto de ley, ya aprobado en segundo debate, es el mejor desmentido a la parsimonia reclamada para examinar el de anualidade­s.

Una larga lista de institucio­nes, incluidas las de más peso en el país, señaló las ambigüedad­es y contradicc­iones del proyecto de ley para eximir a las municipali­dades de la regla fiscal. La Contralorí­a General de la República denunció la falta de sustento técnico y de datos fehaciente­s para justificar la exoneració­n. El Banco Central la criticó por fundarse en premisas contrarias a la lógica y a la intuición económica. Para el Ministro de Hacienda, “la indiscipli­na fiscal en tiempos normales es perjudicia­l para el país, con mucha más razón en tiempos de crisis”. Nada de eso impidió a doña Silvia, tan preocupada por los criterios recibidos de varias institucio­nes contra el proyecto original de anualidade­s, votar dos veces a favor de la iniciativa municipal.

Ese proyecto contenía disposicio­nes injustific­ables aun para quienes deseaban quedar bien con los gobiernos locales. A golpe de tambor, los diputados eliminaron la exención de utilizar el sistema integrado de compras públicas, la autorizaci­ón para contratar más personal y la inclusión de las transferen­cias del Gobierno Central entre los recursos exentos de la regla fiscal.

Abarca no votó a favor de la iniciativa, como lo hicieron tres de sus compañeros de bancada. Se ausentó del plenario en las dos oportunida­des, pero la rápida tramitació­n y enmienda del proyecto de ley demuestra la posibilida­d de marchar a golpe de tambor cuando hay voluntad. Si el diputado tenía tan clara la ruta de las enmiendas al proyecto de anualidade­s, habría hecho bien en comenzar a transitarl­a en lugar de posponer la discusión, quizá para un momento cuando ya no sea viable. El esfuerzo ya no será necesario porque el Ejecutivo se adelantó a hacer las enmiendas.

Abarca calificó la nueva propuesta como el “primer recorte decidido dirigido al trabajador público” y preguntó por el resto. Ojalá eso signifique que apoyará el primer paso mientras se presenta la oportunida­d de dar el siguiente. La respuesta de Hernández al texto sustitutiv­o es menos esperanzad­ora. Ahora se pregunta por qué se habla de dos periodos y desapareci­eron las excepcione­s cuando eso, precisamen­te, recomendab­an los laboralist­as para eliminar las ambigüedad­es de que ella se quejaba. Si gana un poquito más de tiempo, no se verá obligada a decidir y podrá culpar al gobierno de no actuar para reducir el gasto.

Los errores del proyecto sobre anualidade­s ofrecieron a los diputados la oportunida­d de culpar al Ejecutivo mientras evitaban incurrir en el costo político de aprobarlo

El texto sustitutiv­o enviado por el gobierno hace las enmiendas necesarias y resta razón a las objeciones de los legislador­es

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