Ley de empleo público
El texto sustitutivo enviado por el Ejecutivo al proyecto de Ley Marco de Empleo Público ayuda a crear expectativas positivas de un abordaje amplio a un tema crucial.
¿Por qué es necesaria una reforma al empleo público? ¿Por qué el proyecto depositado en la Asamblea Legislativa parece, en principio, ir en la dirección correcta?
Primero, es fundamental que la discusión en torno a este proyecto de ley se construya en clave de mejoramiento de la acción gubernamental, dentro de lo cual, el asegurarse la atracción de talento humano y profesional a las administraciones públicas es fundamental y esto pasa, necesariamente, por garantizar remuneraciones competitivas, medición de desempeño objetiva y apropiados incentivos – tanto premios como castigos – en función de los resultados.
La segunda razón para aplaudir el abordaje tiene que ver con la equidad y el fortalecimiento de la gobernabilidad. A lo largo del tiempo, principios incluso constitucionales de independencia y autonomía han conducido a que, en una interpretación que termina derivando en abusos, las políticas de remuneración en muchas instituciones terminaran siendo capturadas por grupos de interés conduciendo a excesos y disparidades injustificables en los niveles salariales, al punto que algunas de ellas enfrentan problemas de sostenibilidad económica y financiera.
Finalmente, es fundamental que la discusión no tome una deriva excesivamente fiscalista. Sin duda, las remuneraciones han sido un disparador clave del gasto y del déficit gubernamentales, pero la reforma al empleo público debe atender, primero, el objetivo de mejorar el funcionamiento gubernamental, insuflar transparencia, equidad y sostenibilidad a la política de empleo y salarios y no pensarse solo como un recorte de gastos.
La discusión no será sencilla. Ojalá se imponga un clima de discusión reposado, basado en evidencia y, sobre todo, profundamente democrático que impida que grupos políticos o de interés secuestren el debate. Ojalá el Ejecutivo también se tome con seriedad la tarea de impulsar este proyecto y no dejarlo huérfano en el legislativo, por falta de convicción en él o por cálculo electoral. Este podría ser una de las reformas por las que se recuerde al presidente Alvarado.