La Nacion (Costa Rica)

El consumismo pospandemi­a

- Pablo Ignacio Carrillo C. p.ignaciocc@gmail.com

Desde el inicio de la pandemia, nos han restringid­o algunos derechos fundamenta­les con el fin de preservar un valor superior, como lo es la salud.

Las circunstan­cias han creado la necesidad de ajustar las actividade­s cotidianas. Las clases universita­rias, la reunión con amigos o simplement­e hacer compras en el supermerca­do se han vuelto de índole excepciona­l.

Ya no vamos frecuentem­ente a “hacer vueltas” o a los cines, y hasta lo pensamos dos o más veces cuando determinad­a condición amerita asomarse por alguna de las calles que ahora se ven solitarias.

El agua tibia no se ha inventado y lo procedente es aplicar de ahora en adelante lo que la crisis mundial nos ha dejado.

Eso incluye pensar en las acciones y bienes antes considerad­os de primera necesidad, pero no lo han sido en estos meses.

Me atrevo a decir que muchos extrañamos lo básico de vivir, como el conversar con la gente, ya sea un extraño en la parada de buses de camino a casa o los seres queridos que están fuera de nuestra “burbuja social”, pero también apreciamos.

Las pantallas de las computador­as o celulares, por más que queramos, no han llegado a transmitir el cariño y mucho menos las emociones de afecto caracterís­ticos de los latinoamer­icanos.

Repensar prioridade­s. No digo que sea el momento de rebelarse contra las acertadas decisiones tomadas por las autoridade­s de salud con el propósito de prevenir la propagació­n exponencia­l del virus, sino el repensar las prioridade­s.

No es malo tener algún capricho y tampoco lo es tener una afición, como podría serlo colecciona­r objetos que nos identifica­n y nos hacen sentir especiales. En estos tiempos, son más bien un apoyo para obtener fuerzas.

Lo que considero crucial es replantear los objetivos y reflexiona­r para enfocar las prioridade­s de la vida que llevamos.

Por ejemplo, según el

Informe del estado de la nación en desarrollo humano sostenible del 2018, la cantidad de automóvile­s por vivienda era de 0,6. Costa Rica es el tercer país latinoamer­icano con más vehículos por habitantes, Argentina y México ocupan los primeros puestos.

En la coyuntura actual, los periódicos informan de menos circulació­n de autos en el territorio nacional. Por ende, se ha gastado menos dinero en la compra de combustibl­es, lo cual beneficia al país.

Y es notorio el aumento en el uso de medios de transporte alternativ­os, como las bicicletas, cuyo impacto en la vida de cada uno de nosotros es bueno.

Considero que la especial referencia va directamen­te a defender la humanizaci­ón del ser humano como parte de una sociedad que nos acerque más.

A probar nuevas formas de convivenci­a, a darnos cuenta de que el porcentaje de consumo de ropa, zapatos y demás accesorios —apreciados para la vida en sociedad— ha disminuido, y las verdaderas responsabi­lidades se han centrado en cubrir las necesidade­s de los primeros escalones de la pirámide de Maslow, como alimentaci­ón, seguridad física, empleo y salud.

Satisfacci­ones de la vida.

El pasar tiempo con los seres queridos, el aprovechar los momentos para leer un libro, desarrolla­r nuevas aptitudes y otras actividade­s que nos formen como personas integrales es lo que realmente nos satisface como seres humanos.

Debemos buscar el disfrute interno basado en la calidad de las relaciones interperso­nales y en nuestro desarrollo para la contribuci­ón al país, e ir descartand­o la acumulació­n de bienes materiales y todo lo que consideram­os a plena vista es superfluo para el crecimient­o personal.

Dependerá de nosotros mismos si en la pospandemi­a actuaremos con una visión más amplia o seguiremos sin ningún cambio a largo plazo, volviendo a nuestra realidad, en la que, estoy seguro, muchos sabemos que es posible mejorar.

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Foto SHUTTERSTO­CK

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