Celulares hacen más visible el racismo en EUA
MINNEAPOLIS. AFP. De la muerte de George Floyd, un afroamericano de Minneapolis, a un incidente racista en el Central Park de Nueva York, las cámaras de los teléfonos celulares son usadas cada vez más como armas contra el racismo, aunque la justicia no siempre llega.
Pasó con Floyd, asfixiado el lunes pasado durante su arresto en Minneapolis, y con Christian Cooper, acusado falsamente el mismo día de amenazar la vida de una mujer blanca en el icónico parque. Ambos eran afrodescendientes, como Ahmaud Arbery, que falleció en febrero tras recibir disparos de habitantes blancos del barrio donde había salido a correr, en Georgia.
Desde la golpiza de Rodney King por parte de policías de Los Ángeles, filmada por un camarógrafo amateur en 1991, el racismo cotidiano en Estados Unidos es documentado regularmente en imágenes de video.
Sin embargo, desde hace unos años, la filmación de estos incidentes se ha tornado más sistemática.
“La triste realidad es que lo que pasó con George Floyd, Ahmaud Arbery y Christian Cooper sucede desde hace generaciones a los negros estadounidenses”, tuiteó la senadora Kamala Harris, quien es negra y fue candidata a las primarias demócratas. “Los teléfonos celulares los tornaron más visibles”.
”Los videos recuerdan que donde sea que estén, las personas de color son vulnerables”, consideró Katheryn Russell-brown, directora del Centro de Estudios de Relaciones Raciales de la Universidad de Florida.
La generalización de minicámaras llevadas por los propios policías en servicio durante la década pasada hizo nacer la esperanza de un gran cambio.
No obstante, tras los primeros estudios con resultados alentadores, trabajos más recientes y en profundidad muestran que “en la mayoría de los casos, las cámaras no ocasionan el deseable abandono del recurso de la fuerza”, explicó Daniel Lawrence, investigador del Urban Institute.
Muchos servicios policiales autorizan a los agentes a apagarlos a discreción y algunos han sido acusados de realizar montajes antes de difundir públicamente las imágenes.
En el caso de Floyd, o de Eric Garner, cuya muerte --también por asfixia--, durante su arresto en Nueva York en el 2014, desencadenó un movimiento nacional, quienes filmaron lo sucedido fueron testigos, no policías.
‘Destrozada’. La filmación de un incidente parece ser, cada vez más, una herramienta decisiva, cuyo efecto se multiplica en redes sociales.
“Si no hubo video, ¿hubieran sido despedidos tan rápidamente los policías”, preguntó Ibram Kendi, director del Centro de Investigación Antirracista de la American University, consultado en el programa radiofónico Democracy Now.
Es difícil determinar si la creciente utilización de teléfonos celulares disuade a ciertas personas de cometer actos racistas, explicó Russell-brown.
En el caso de Floyd, subrayó, “la cámara no impidió el acto cometido”.
En altercados entre particulares, la presencia del video aumenta, en la mayoría de los casos, la agresividad del autor, como pasó con Amy Cooper en Central Park. En horas, esta vicepresidenta de un fondo de inversión perdió su anonimato, su perro, su empleo y fue triturada en redes sociales.