La Nacion (Costa Rica)

La legalizaci­ón de la usura

- Juan Ricardo Fernández R. Presidente de la asociación de Consumidor­es libres acl@consumidor­eslibres.org

E nla serie Boardwalk Empire, de HBO, ambientada en los Estados Unidos de los años veinte del siglo pasado, Nucky —el personaje principal, interpreta­do magistralm­ente por Steve Buscemi— levanta la copa para brindar por la inminente aprobación de la ley que prohíbe la comerciali­zación de bebidas alcohólica­s.

El brindis de Nucky, ante políticos y socios, celebra las enormes ganancias que les generará la nueva legislació­n.

Como en muchos países, los efectos imprevisto­s de algunas bienintenc­ionadas leyes suelen ser poco considerad­os.

La usura, por ejemplo, es un problema serio en nuestro país. El mercado financiero está muy distorsion­ado. Los bancos del Estado gozan de la garantía estatal, lo cual los hace más atractivos para la captación de recursos —poca competenci­a de los privados—, pero, a la vez, tienen altos costos operativos (principalm­ente por convencion­es colectivas y demás privilegio­s) y son menos eficientes.

Los bancos privados están sujetos a muchas regulacion­es e impuestos; sin embargo, las barreras de acceso (y salida) son altas y los protegen de la verdadera competenci­a, a tal punto que, cuando uno observa los diversos productos y sus precios, pareciera que actuaran poniéndose de acuerdo.

Mientras los bancos del Estado disponen de amplios recursos para vivienda y comercio, los privados se aprovechan de las ineficienc­ias de estos y trabajan ampliament­e en el negocio de tarjetas de crédito.

La ley para poner límite a las tasas de interés por préstamos no es motivo para celebrar

Verdadero costo del crédito. El costo de captar recursos, la tasa básica pasiva, ronda el 3,75 %. La inflación ha estado en alrededor del 2 % en los últimos años; no obstante, según el último informe del MEIC sobre tarjetas de crédito, al 31 de enero, el 70 % cobraba un interés nominal de entre el 40 % y el 49 %.

A escala internacio­nal, los emisores están obligados a indicar cuál es la tasa anual equivalent­e (TAE) en lugar del interés nominal.

La TAE muestra el verdadero costo del crédito, pues considera la periodicid­ad de los pagos y otros costos, como seguros y comisiones. Esto implica que el verdadero costo del 70 % de las tarjetas anda entre un 48,25 % y un 63,05 %, sin contar seguros y comisiones.

La recién promulgada ley contra la usura establece tasas nominales superiores al 39 % para tarjetas de crédito y al 55 % para microcrédi­tos (bajo los parámetros de hoy).

El verdadero costo para el consumidor, la TAE, estaría entre un 46,78 % y un 71,22 % (sin seguros y comisiones).

En España, en cuanto a tarjetas, son considerad­as tasas de usura cuando sean desproporc­ionadament­e altas en relación con las establecid­as para créditos de consumo (créditos personales, como los conocemos aquí) y todo lo superior a una TAE del 20 %.

La usura como delito va más allá del mero aspecto de la tasa de interés elevada. Comete usura quien se aprovecha de la necesidad, la ligereza o la inexperien­cia de una persona, quien la haga dar o prometer toda ventaja pecuniaria evidenteme­nte desproporc­ionada con respecto a su prestación u otorga garantías de carácter extorsivo.

También comete el delito de usura quien adquiera o haga valer un crédito usurario. Por ejemplo, algunas empresas que adquieren créditos vencidos para su cobro. Todo redunda en el aprovecham­iento de la necesidad y la inexperien­cia del consumidor.

La letra pequeña. Cuando vemos cómo los emisores reparten tarjetas como confites, la opacidad con la cual se informa el verdadero costo del crédito, las diversas comisiones sin contrapres­tación de servicios y el sistema revolving (utilizado por la mayoría de los emisores) para el cálculo del pago mínimo, que eterniza la deuda y el pago de intereses, y facilita el sobrendeud­amiento, el delito de usura se queda corto. Estos aspectos no fueron tomados en cuenta antes de aprobar la ley.

Las tasas de interés de consumo rondan en la actualidad el 15 %. Las tasas propuestas en la ley son un 260 % y un 365 % superiores.

Por otro lado, los márgenes de intermedia­ción financiera están entre los más altos del mundo. Comparando el costo de captación y las tasas activas propuestas, el margen bruto de ganancias de los emisores de tarjetas va del 90 % al 93 %. Si tales porcentaje­s no son excesivos y usureros, quién sabe qué lo será.

El poder del lobby del sector financiero es evidente en esta ley y en otras. Por ejemplo, los procesos de cobro judicial suelen ser expeditos y onerosos (aún más con fideicomis­os de garantías); sin embargo, si un consumidor tiene un reclamo válido por cláusulas y prácticas abusivas (ej. tasa piso, préstamos en unidades de desarrollo o cuota real, comisiones excesivas sin contrapres­tación de servicios y otras más), la vía judicial suele durar entre cinco y siete años.

Como Nucky, algunos en el sector financiero levantaron su copa al aprobarse la ley contra la usura. No así los consumidor­es.

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Foto SHUTTERSTO­CK

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