La danza y el martillo
En las primeras semanas de la crisis sanitaria, cobró notoriedad el artículo Coronavirus: The Hammer and The Dance, de Tomás Pueyo, por su planteamiento acerca de la forma de enfrentar el riesgo de que la alta transmisibilidad del SARS-COV-2 saturara los servicios de salud y con ello se elevara la letalidad de la enfermedad.
El “martillo” – las restricciones de movimiento y el confinamiento – implican un costo productivo y financiero elevado – equivalen a, literalmente, apagar temporalmente las economías – pero necesario, no solo desde la perspectiva humana, sino también desde el ámbito social y económico, por los altísimos costos que implica el que la situación sanitaria termine resolviéndose de manera caótica.
Después del “martillo” vendría la “danza”, es decir, con un ojo siempre puesto en la curva de contagios, las restricciones irían relajándose o endureciéndose conforme evoluciona la enfermedad.
Esta estrategia ha probado ser exitosa, bajo el golpe del “martillo” poco a poco el mundo entero entró en un “coma inducido” que permitió controlar la epidemia; como era esperable la actividad económica, los ingresos y el empleo se desplomaron y la respuesta de política económica para enfrentarlo fue relajar las condiciones crediticias y crear mecanismos de ayudas fiscales a los hogares y empresas.
Con la “danza”, la economía poco a poco empieza a recuperarse con el levantamiento de las restricciones de movimiento, pero la sostenibilidad de esta estrategia depende de que se entienda que esto no implica volver a los patrones de consumo, producción y movilidad previos a la crisis, sino que requiere de esquemas de incentivos que modifiquen el comportamiento de familias y empresas, lo que requerirá de transformaciones más profundas y estructurales: flexibilización de los mercados de trabajo, modos de producción intermitentes, esquemas de financiamiento de corto plazo no tradicional, modificaciones al transporte público, digitalización de las transacciones, cambios en los sistemas educativos y hasta modificaciones de naturaleza política.
Todos estos cambios enormes se requerirá hacerlos con rapidez, hay que empezar a pensar en ellos ya, porque nos mantendremos danzando muchos meses más, con el martillo amenazante sobre nuestras cabezas.