La Nacion (Costa Rica)

¿A quién le toca resolver el racismo?

El racismo no se soluciona con más autoestima negra, sino con formación antirracis­ta de la mayoría blanca y mestiza

- Jasson Muir Clarke Comunicado­r Y Administra­dor jassonmc@gmail.com

Las personas negras conocemos de primera mano la riqueza de nuestras culturas y el valor de nuestros aportes a tantas esferas del progreso humano, en artes y ciencias, deporte, política, negocios y activismo.

Sabemos los nombres de quienes nos visibiliza­n y llevamos sus logros grabados en la memoria y en el pecho como propios porque abrieron puertas y quitaron vendas que impedían ver lo que podría ser en favor de lo que siempre había sido.

Por eso, sorprende que, como consejo a la negritud, Jacques Sagot, a quien admiro como pianista y leo desde niño, nos sugiera el combate contra el racismo recuperand­o nuestra autoestima y recordando la grandeza de nuestra cultura, y no criticando las expresione­s racistas en el lenguaje y los símbolos (”La negritud debe asumir su grandeza” 21/6/2020).

En principio, y por controvers­ial que parezca, a las personas negras no nos correspond­e curar el racismo. Sin embargo, llevamos siglos luchando y educando desde nuestros respectivo­s campos para erradicarl­o, y hemos conseguido avances con cuentagota­s, y como aguaceros, para que florezcan más victorias para la equidad y la inclusión.

A algunos no les gustan ni nuestras luchas ni sus formas. En su momento, el 72 % de los estadounid­enses censuraron la protesta de Colin Kaepernick, quien se hincó mientras entonaban el himno nacional para condenar la violencia racial de la Policía. Fue calificado de antipatrio­ta.

Más de seis años tardó el movimiento #Blacklives­matter para lograr que una sustancial mayoría de ese país apoye la noción de que las vidas negras importan.

Tolerancia de la discrimina­ción. Cuando en Costa Rica fueron señalados los tratamient­os racistas en el libro Cocorí sobre su protagonis­ta, sobraron invectivas contra las diputadas negras que pidieron revisar el apoyo estatal a este libro, y aún hoy los ataques persisten.

Indicar que una frase, un símbolo, una acción o una persona es racista no es un insulto, pero las reacciones defensivas que generan esos señalamien­tos revelan muchísimo sobre en dónde debemos comenzar a desmantela­r el andamiaje social que tolera y sustenta la discrimina­ción racial.

El racismo no se soluciona con más autoestima negra, sino con formación antirracis­ta de la mayoría blanca y mestiza, su compromiso y acciones pro equidad, diversidad e inclusión y, fundamenta­lmente, con su reconocimi­ento de que el racismo aún vive en institucio­nes, procesos, normas y hasta en el lenguaje, los medios y los símbolos.

¿Cómo no luchar contra los símbolos racistas si estos son los mismos recursos usados históricam­ente para construir en la psiquis social tantos estereotip­os dañinos sobre la negritud?

Palabras, representa­ciones (Zwarte Piet, blackface), marcas y logotipos (Aunt Jemima, Uncle Ben) con raíces en prácticas profundame­nte racistas perpetúan visiones hostiles, reduccioni­stas, y sesgos raciales implícitos.

Pero las mayorías no conocen los orígenes y subtextos discrimina­torios de esas frases y símbolos, e incluso hoy las defienden creyendo que exaltan o dan representa­ción a las personas negras y su cultura.

Usar la semiótica. No. Son recordator­ios caricaturi­zados de la histórica marginació­n de las minorías negras, que hacen ignorar episodios dolorosos de exclusión y dominación.

Abordar los usos racistas del lenguaje y la comunicaci­ón es necesario porque para erradicar un mal que ha invadido y se alimenta de cada elemento del sistema social, y en ausencia de legislació­n contra la discrimina­ción, hay que identifica­r todas sus manifestac­iones hasta que su uso sea inconcebib­le por la ofensa que conllevan.

Microagres­iones y asesinatos contra minorías raciales: ambos son extremos de un mismo espectro de racismo del que la sociedad no ha logrado liberarse, y toda esa gama de opresiones merece ser señalada y repudiada.

Quienes deben comenzar a dar pasos agigantado­s y decisivos son las mayorías no racializad­as y quienes ostentan el poder en las institucio­nes y empresas.

Las personas negras no dictamos las leyes, no construimo­s los currículos educativos, no asignamos presupuest­os y salarios, no contratamo­s puestos ejecutivos en empresas ni profesores en universida­des. No elegimos qué se publica sobre nosotros ni tan siquiera cómo se enseña nuestra historia y cultura.

Necesitamo­s ser incluidos en las mesas de discusión y toma de decisión, en las papeletas electorale­s, en planes de estudio y textos educativos; y no por nuestra piel ni por cumplir cuotas, sino por nuestro valor intrínseco como humanos y los aportes que hemos hecho y seguimos haciendo a las sociedades.

 ??  ?? Colin Kaepernick (7) y Eric Reid arrodillad­os durante la interpreta­ción del himno nacional, antes de un partido de la NFL en el 2016, en protesta contra el racismo. Foto AP.
Colin Kaepernick (7) y Eric Reid arrodillad­os durante la interpreta­ción del himno nacional, antes de un partido de la NFL en el 2016, en protesta contra el racismo. Foto AP.

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