La Nacion (Costa Rica)

Para ser felices

- Velia Govaere Catedrátic­a de la uned vgovaere@gmail.com

Al mejor mono se le cae el zapote. Si todos los países enfrentaro­n la pandemia con restricció­n de actividade­s, Suecia tomó otro camino. Decidió no intervenir de forma coercitiva. Con pasmoso laisser-faire sanitario, delegó en la responsabi­lidad civil la conducta preventiva del contagio. Es increíble ese camino liberal en esa clásica socialdemo­cracia estatista. Mal momento para renegar de las responsabi­lidades de Estado.

Corea está en las antípodas. Fue paradigma sanitario desde el inicio. Los países que han tomado medidas precautori­as la consideran un modelo, aunque nunca como Corea: test masivos, sistemas de autocontro­l y tratamient­o, trazabilid­ad computariz­ada de nexo epidemioló­gico, rastreo y detección de cercanía de contagios por GPS, uso obligatori­o de mascarilla­s y más.

Los otros países escandinav­os siguieron la vía coreana y ya ven resultados: tienen, entre todos, cinco veces menos muertos que Suecia. Por eso, toda Europa cerró fronteras a su hermano vikingo. En la primera hora, con empresario­s y academia, Corea construyó una estrategia holística de cuatro aristas: sanitaria, social, económica y fiscal.

En lo sanitario y social, Costa Rica sigue un modelo coreano parcial. Pero hasta ahí. En lo económico y fiscal, la pandemia nos encontró mal parados, pero, la verdad, en eso hace rato que no pegamos ni una. Corea tiene sentido de urgencia en su ADN. Nunca deja nada para después. Sus políticas son integrales y siempre se prepara para trances adversos. Aquí reina la improvisac­ión. Un ejemplo de escándalo: interrumpi­mos lecciones presencial­es y sabíamos la necesidad de capacitar docentes en protocolos sanitarios.

Se dio fecha de retorno a clases y ¡ahí descubrimo­s que no lo habíamos previsto! Y nos recetan otra posposició­n de fecha. Así es Macondo. Ahora patinamos en una recuperaci­ón económica imposible, con un fisco en muletas. Si aprendiéra­mos el sentido coreano de urgencia, mucho sería. Nos falta también sentido de oportunida­d: hacer cambios cuando se necesitan. ¿Necesitamo­s bancos y seguros estatales mientras nuestras empresas desfallece­n y el desempleo ruge? Hasta el más audaz tiembla cuando propone ventas de activos. Por eso, para ser felices, ahí está Nicaragua. Corea es de otra liga.

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