Ministro cree indispensable tocar salarios y transferencias
Solo así, dice jerarca de Hacienda, déficit fiscal sería de 8,6%
Elian Villegas, ministro de Hacienda, sostiene que es indispensable tocar salarios del sector público y transferencias a instituciones si el país quiere evitar un déficit fiscal del 9,7% en el 2020 y retomar la expectativa de alcanzar un 8,6% del PIB.
Así lo expuso después de presentar al Congreso un segundo presupuesto extraordinario, el cual contiene una reducción del gasto por ¢328.000 millones, así como un proyecto para reducir las jornadas de los funcionarios públicos que ganan más de ¢1,5 millones, lo que podría generar otro ahorro de ¢130.000 millones.
Villegas dice que todas las instituciones están conscientes del problema fiscal producido por la pandemia, la cual se trajo abajo la recaudación de impuestos, pero a la vez dicen “a mí no me toque”.
“El país necesita que todos nos hagamos chiquititos porque la pandemia hizo esta economía más pequeña”, aseveró el jerarca en una entrevista con La Nación, cuyo extracto es el siguiente.
––Tienen que incorporar un aumento en el endeudamiento de unos ¢660.000 millones. ¿Creen que con ese monto salen con el financiamiento que se va a requerir de aquí hasta diciembre del 2020?
—Desde hace varios meses, se sabía que el monto total que se iba a requerir para financiamiento era del 12,5% del PIB (¢4,43 billones) y se habló de que se iba a dejar de percibir de ingresos por ¢950.000 millones.
”Recientemente, la Contraloría General dijo que no van a ser ¢950.000 millones, sino ¢1,15 billones lo que se va a dejar de percibir, es decir, ¢200.000 millones más de lo que se había estimado.
”Sin embargo, con el recorte, más las mejoras que ha habido en las tasas de interés, el monto que hay que ir a solicitarle de más al mercado son alrededor de ¢664.000 millones, ni siquiera llega a los ¢950.000 millones que se habían estimado inicialmente.
”Con ese monto podemos llegar, a pesar de que hay algunos ingresos que se habían estimado inicialmente que han caído, como los ingresos del proyecto Pagar (tomar superávits de instituciones públicas para hacer abonos a la deuda pública), que en algún momento se estimó como una ley importante y que, en este momento, va ser un ingreso relativamente pequeño debido, precisamente, a las complicaciones de la pandemia.
”Entonces, el balance de que vamos a solicitar únicamente ¢664.000 millones en deuda adicional, en realidad, es un buen balance respecto a las expectativas que se tenían hace ya varios meses de que íbamos a necesitar alrededor de ¢950.000 millones más.
”Pero sí es importante tener clara una cosa: todos los créditos (internacionales) de los que se ha venido hablando, que hay que solicitar en la segunda parte del año, son los mismos créditos que se necesitan ahora. Es decir, aunque vayamos a pedir una cantidad de ¢664.000 millones más de autorización de endeudamiento, en la realidad, eso es, precisamente, para que exista el campo presupuestario suficiente para poder incorporar estos créditos”.
––¿La idea es cubrir buena parte de esto con crédito externo, en vez de crédito interno?
—Sí, la estrategia que se ha venido siguiendo desde hace varios meses son los créditos externos, que son más baratos; se aprueba el empréstito, se incorpora en el presupuesto y se elimina autorización de deuda interna.
”Con eso, logramos varias cosas. En primer lugar, traer recursos frescos y no presionamos el mercado local; en segundo lugar, al traerlo a tasas más baratas, el promedio de la tasa a la cual tenemos toda la deuda, baja; y en tercer lugar, nos ayuda a presionar el mercado interno para que baje la tasa.
”De hecho, en este momento, tenemos una tasa que está siendo ya favorable a los intereses no de Hacienda, sino de Costa Rica, porque es una tasa mucho más baja que la que teníamos hace un par de meses”.
––Aun así, las estimaciones, según una carta que usted le envió al Congreso, son de llegar a un déficit del 9,7% del PIB, después de que, el año pasado, fue 6,9%. ¿Esa expectativa se mantiene?
—Con el presupuesto y el recorte que hoy estamos llevando, creo que podemos volver a la expectativa del 8,6%, pero es importante que ese presupuesto se apruebe, que el recorte se apruebe y que sigamos caminando en esa lucha por reducir tasas de interés.
”Aquí, el tema de las tasas de interés es fundamental y exige mucha concentración por parte del Ministerio de Hacienda en el mercado interno, con los inversionistas institucionales, no solo por la presión que genera tener que realizar los pagos, sino además, porque es fundamental para contener el déficit financiero que podamos reducir las tasas de interés que se están cobrando localmente.
”Si nosotros seguimos pagando tasas tan altas localmente, entonces va a ser más difícil reducir ese déficit financiero. Pero lo que hemos venido haciendo en los últimos días nos pone en la dirección correcta, que es disminuir la cantidad de intereses que estamos pagando y, a partir de ahí, poder terminar con un déficit que sea mucho más cercano a lo que es la realidad de la economía costarricense”.
––¿Por qué cree que hay un problema en la política, y tal vez como una extrapolación de la sociedad, de confianza en estos temas?
—Ese es un fenómeno interesante que nos afecta no solo a nivel de Costa Rica, sino que nos afecta también internacionalmente. Por eso, cuando hemos dicho que vamos a hacer un recorte, ahora estamos presentando un recorte. Cuando llegamos, dijimos que íbamos a trabajar duro para bajar tasas; estamos trabajando en eso y es un esfuerzo en el que nos vamos a concentrar todavía mucho más.
”Todo eso al final deriva en credibilidad, en que organismos como las calificadoras de riesgo digan ‘ok, aquí se está haciendo lo que se está diciendo que se va a hacer’.
“Pero, cuando decimos que se va a hacer una cosa y terminamos haciendo lo contrario, ahí nos metemos en problemas. Temas como los que estamos haciendo ahora, de reducción de jornadas, son un tema muy importante en la ruta de la credibilidad porque se ve, precisamente, que el gobierno está atacando distintos ámbitos con la finalidad de darle solución a un problema delicado.
“La credibilidad, al final de cuentas, la tenemos que generar entre todos”.
“Estamos tomando decisiones con mucha incertidumbre alrededor”.
––Cómo llegaron a la decisión de plantear el tema también de tocar salarios del sector público, en momentos en que mucha gente ha visto disminuidos sus ingresos, los negocios cerrados, contratos suspendidos, jornadas reducidas; y mucha gente se preguntaba por qué el Estado no lo hace si el Estado también ve reducidos sus ingresos. Tardaron cuatro meses en hacerlo, cuando desde el primer mes lo hicieron con el sector privado. ¿Por qué?
—Tal vez la gran diferencia aquí tiene que ver con lo siguiente: al sector privado no se le obligó a hacerlo, al sector privado se le da una herramienta para que la empresa la aplique. En el caso del Estado, la diferencia es que, por principio de legalidad, usted tiene que aplicar la ley.
”Entonces, acá no va a ser una herramienta, va ser una orden del Poder Legislativo que debe ejecutarse y esa diferencia sí es fundamental. Si bien en el sector privado se ha aplicado en muchos lugares, en muchos otros no. En el sector privado, rige ese principio de autonomía de la voluntad: en el sector público, no.
”Entonces, cuando se defina en el sector público se aplicará obligatoriamente de conformidad con los parámetros que se lleguen a definir”.
––Ahora, vemos posiciones, por ejemplo, como la de la Unidad Social Cristiana, que no le está gustando este tema sobre salarios y dice: ‘¿por qué no se recorta publicidad, horas extras, alimentación, por qué no se recorta alquileres?’. Y ellos dicen que se podría alcanzar un ajuste con una subejecución de todas las partidas. ¿Qué tiene que decir usted al respecto?
—Creo que podemos revisar lo que llevamos ahora en este presupuesto extraordinario. Ahí estamos recortando toda la publicidad, todos los viajes al exterior, reduciendo significativamente los viajes en el interior del país, horas extra se están recortando de forma importante, temas como compensación de vacaciones se están recortando al 100%. Prácticamente, todos esos tópicos fueron eliminados de los presupuestos.
”Ahora bien, se hace necesario ir más allá. ¿Por qué? Por la estructura misma del presupuesto. El presupuesto no es una caja abierta donde hay un millón de cosas. El presupuesto es bastante limitado y una cantidad importante del presupuesto se va en salarios y hay otra cantidad importante que se va en transferencias.
”Si se quiere, de alguna forma, tener un efecto positivo en el recorte hay que tocar trasferencias y salarios.
”Las transferencias se tocan al recortar a las municipalidades, asociaciones de desarrollo, Banca para el Desarrollo, al Banhvi, entre otros, fundaciones. Y los salarios, para tocarlos, ocupamos de otra ley. Ahí es donde entra, precisamente, reducción de jornadas.
”Entonces, no es tan sencillo el recorte, en realidad es una actividad bastante compleja que nos ha llevado mucho tiempo. Ahora bien, si alguien tiene una partida donde sea viable recortar, bienvenida. Bienvenida la idea y pueden estar absolutamente seguros que, como ministro de Hacienda, yo seré el primero en sentirme profundamente satisfecho de recortar, porque la idea aquí es que, entre más recortemos, menos tendremos que salir a financiar, menos intereses hay que pagar y eso, al final, nos ayuda a disminuir el déficit fiscal”.
––Ahora, políticamente, ustedes estarían dispuestos a exponer cuando las cosas lleguen a un punto de no retorno. Por ejemplo, que ustedes plenteen el recorte y les digan ‘pero no me toque asociaciones de desarrollo, no me toque municipalidades, no me toque universidades’. ¿Cómo ustedes harían para llegar la atención y decir, entonces qué toco?
—La mayoría de las instituciones llegan y dicen ‘comprendemos el problema a fondo, estamos totalmente de acuerdo con ustedes, entendemos que hay que hacer un sacrificio importante, pero que lo hagan los otros; yo soy demasiado importante, lo que yo hago es fundamental y, por tanto, a mí no me toque’.
”Es como una copia cuando usted pasa de un lugar a otro, a otro y a otro. Ahora, ¿cuál es la posición nuestra? La posición nuestra es que la única forma en que podemos salir adelante es con el sacrificio de todos.
”A todos nos duele el recorte, porque estoy totalmente seguro que las asociaciones de desarrollo, las juntas de educación, las municipalidades, Banca para el Desarrollo, todos tenían proyectos en los cuales pensaban invertir ese dinero. Pero el país necesita en este momento que todos nos hagamos chiquititos, porque la pandemia hizo esta economía más pequeña.
”Y no tenemos de dónde sacar los impuestos para poder darle a todos estos grupos la cantidad exacta que se les había dicho desde antes de la pandemia. Así es que el esfuerzo es colectivo y todos tenemos, sencillamente que aceptar el recorte y seguir adelante”.
––Ahora que lo menciona, hay otros grupos que dicen ‘¿por qué no suben impuestos para llenar este hueco? ¿Por qué no se lo suben a la gente que todavía tiene ingresos altos, que tiene rentas altas?’ ¿Es el momento de hacerlo?
—Estamos en julio, llevamos cuatro meses de pandemia. Pareciera que esto va a tomar todavía varios meses más. Yo creo que aquí hay que esperar un poquito a ver cómo van evolucionando las cosas en las próximas semanas y, a partir de ahí, hay que ir tomando decisiones.
”Actualmente no sabemos lo que va a ocurrir de aquí hasta marzo, hasta junio, julio, agosto. No sabemos. Estamos tomando decisiones con mucha incertidumbre alrededor”.
Conducía por Golfito, y al divisar el viejo mercado, sugerí detenernos para conocer el lugar donde mi madre trabajó muchos años atrás.
Ella, con semblante sombrío y triste, la mirada perdida en el horizonte marino, cortamente dijo: “Prefiero quedarme, vayan ustedes, me trae malos recuerdos”. Bastaron pocas palabras para comprender que a inicios de los años cuarenta mi abuela era una mujer sola, con ocho hijos.
Hasta los más pequeños, como mi mamá, debieron partirse el lomo trabajando en aquel mercado, y se desvanecieron sus sueños de ir a la escuela. Algo parecido le sucedió a mi suegra, quien vivía en las faldas del volcán Irazú. Dos niñas a quienes les cortaron las alas de la enseñanza.
Paradójicamente, en 1869 la educación primaria, gratuita y obligatoria, fue establecida en la Constitución, lo que confirma lo dicho por historiadores, que el país se desarrolló con una visión vallecentralista.
El concepto de nación, la identificación de problemas y la planificación del bienestar se enfocó en los centros urbanos de San José, Cartago, Alajuela y Heredia. Ni siquiera en la totalidad de dichas provincias.
Lo que hoy denominamos la Gran Área Metropolitana (GAM) es lo que siempre concebimos como Costa Rica.
Las zonas rurales, costeras o limítrofes eran sitios para vacacionar, o donde el desarrollo llegaría de manera vegetativa, a su debido tiempo.
Dura verdad. La pandemia desnudó la realidad de que, tras dos siglos, algunas cosas han cambiado poco. Que hay otra Costa Rica, donde las leyes laborales son ignoradas y no pasa nada. Donde la infraestructura, contenido y herramientas docentes muestran rezagos mayúsculos con respecto al promedio de la GAM (ya de por sí en declive), y tampoco se reacciona.
No lejos de este panorama están la salud, la cultura, la seguridad y la migración. Y no por falta de instituciones, pues tenemos, cuando menos, 300.
El bicentenario de nuestra independencia nos encontrará
Nos hemos negado a reconocer la realidad en zonas rurales, costeras y limítrofes
con una nación que emitió miles de leyes incumplidas; son tantas que se nos olvidan y perdemos el control de su manejo.
Algunas, por viejas, ya no cumplen su sentido original, pero siguen ahí, consumiendo absurdos trámites y costos.
Se alega que por carecer de recursos materiales y humanos es imposible observarlas. Eso es parcialmente cierto, porque también exhibe un Estado que creció desordenada y desmesuradamente.
Disparidades. Son muchos funcionarios, excelente y puntualmente pagados, con convenciones colectivas exquisitamente aderezadas, pero en labores de poco o nulo aporte; pero hay otros, generalmente en áreas rurales, costeras o limítrofes, que trabajan entre carencias, impotentes de no poder cumplir a cabalidad su función social.
Siempre, cuando meditaba sobre las dolorosas historias de mi madre y mi suegra, a quienes el entorno les negó el derecho a la educación, me convencía de que aquello era cosa superada, imposible en nuestra generación.
Los hechos revelados recientemente en esa otra Costa Rica, la rural, la costera, la limítrofe, me aterran y me conducen a cuestionar si realmente nunca la superamos, o si es el pasado el que regresa para alcanzar el presente.