Pensar en los jóvenes
Acercarse al dolor de las personas por la pérdida de un ser querido, de su trabajo, de su estabilidad relativa, de su salud, de sus recuerdos o de sus proyectos más amados es casi imposible si no se es parte de esa historia.
La crisis sanitaria y económica desnuda las odiosas desigualdades acumuladas en los últimos treinta años, de políticas económicas deshumanizadas, que Juan Pablo II llamó capitalismo salvaje.
Ejemplos sobran: trabajo esclavo en la zona norte; cuarterías, principalmente en la Gran Área Metropolitana, donde el hacinamiento iguala o supera al de los tugurios; transporte público de pésima calidad en número y tipo de unidades disponibles, que no garantizan la movilización necesaria y, menos, la protección; trabajo informal de supervivencia que era invisible; sistema educativo en donde solo el 50 % de los alumnos tienen acceso a la educación a distancia, producto de un ineficiente Fonatel;
jubilados luchando para que les entregue la totalidad de los ahorros del ROP, como corresponde; diputados priorizando sus agendas políticas; y desempleo y pobreza en aumento, que afecta principalmente a niños, adolescentes y mujeres.
La Cepal, en un informe del 5 de agosto del 2020, titulado Desafíos de América Latina y el Caribe en la pospandemia, menciona por qué la covid-19 intensifica los problemas estructurales y urge un cambio del modelo de desarrollo.
Hace referencia a problemas estructurales, la desigualdad y la cultura del privilegio, al descenso de la confianza política en el Estado, a la caída de la economía mundial sin precedentes, al agravamiento de la crisis en la región, a la peor contracción de los últimos 100 años y vislumbra una década perdida.
Señala, además, que los esfuerzos nacionales requieren una mayor cooperación internacional para obtener financiamiento en condiciones favorables; que en materia financiera es necesario reconocer que la crisis es sistémica tanto para las economías desarrolladas como en desarrollo; que la coordinación a escala mundial, regional y nacional es urgente; que la reconstrucción debe vincular la fase de emergencia y más allá; que el papel del Estado requiere una política fiscal expansiva para mitigar los efectos de la pandemia; y que el apoyo a la reactivación y la igualdad es fundamental para controlar la pandemia y garantizar una recuperación económica y ecológica sostenible.
El informe también resalta cómo el desencanto y el enojo en la región presentan un punto de quiebre en la continuidad de un modelo asociado a tres décadas de concentración de riqueza y deterioro ambiental con insuficiente crecimiento, evidenciado por la covid-19.
Aunado a lo anterior, se mantienen instituciones reproductoras de comportamientos de agentes con más poder económico y político, y una cultura del privilegio, herencia de nuestros vestigios coloniales, que naturaliza jerarquías sociales y enormes asimetrías de acceso a los frutos del progreso, la deliberación política y los activos productivos.
De acuerdo con la Cepal, la cultura del privilegio naturaliza las desigualdades, la discriminación y trata la equidad, no la igualdad, con un enfoque asistencialista y no de empoderamiento.
Un informe de la Cepal revela los problemas urgentes para asegurar el mañana
Dentro de este panorama, insiste la Cepal, hay varios aspectos que deben abordarse: evasión y elusión fiscales, que eran un 6,3 % del PIB de la región en el 2017; una década perdida, con un cierre del 2020 en el cual el PIB per cápita retrocede 10 años y los niveles de pobreza 14; el índice de Gini regional se incrementaría en 4,9 puntos porcentuales del 2019 al 2020 (en Costa Rica, uno de los países más desiguales de la región, se prevé del 3 al 3,9 %); y la desigualdad está subestimada, pues las encuestas de hogares no captan al 1 % más rico y son necesarios pactos políticos y fiscales para la protección social universal, progresiva y redistributiva.
Si a lo anterior sumamos el efecto de la emergencia en la salud mental, las crisis sanitaria y económica, la Cepal cierra el informe con esta frase del filósofo surcoreano Byungchul Han: “Todo depende, por supuesto, de la capacidad que tenga la sociedad para resistirse a regresar al orden anterior”.