La Nacion (Costa Rica)

Por qué Asia y Europa responden distinto a una misma crisis

Es posible que los enfoques no sean los mismos, pero los objetivos de proteger las vidas y los medios de subsistenc­ia, especialme­nte de los más vulnerable­s, deberían serlo

- Hoe Ee Khor y Rolf Strauch

La covid‑19 había cobrado este miér‑ coles, a las 8 p. m., 747.845 vidas y, según el reporte del Centro de Ciencia e In‑ geniería de Sistemas de la Universida­d Johns Hopkins, 20.532.835 millones de perso‑ nas estaban contagiada­s.

La pandemia causa estra‑ gos en toda clase de econo‑ mías, ricas y pobres, pero las respuestas oficiales a la rece‑ sión que encara la mayor par‑ te del mundo son muy dife‑ rentes. La comparació­n entre Europa y Asia viene al caso.

Es indudable que las dos regiones enfrentan serias dificultad­es económicas. La Comisión Europea prevé que la economía de la eurozona —que en el 2019 creció un 1,3 %— se contraiga un 8,7 % este año.

En el grupo Asean+3, in‑ tegrado por los diez países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Brunéi Darussa‑ lam, Camboya, las Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailan‑ dia y Vietnam) más China, Corea del Sur, Hong Kong y Japón, se pronostica que el crecimient­o del PIB se de‑ rrumbará al 0 % este año, después de haber registrado un 4,8 % en el 2019.

En ambas regiones las au‑ toridades dan una respuesta decidida, con niveles inima‑ ginables de estímulo mone‑ tario y fiscal y otras medidas para apuntalar la economía.

La diversidad de estruc‑ turas económicas, modelos institucio­nales y vulnerabil­i‑ dades, sin embargo, conlleva grandes diferencia­s en cuan‑ to a volumen, contenido y distribuci­ón de las ayudas.

La Unión Europea suspen‑ dió temporalme­nte la aplica‑ ción de normas fiscales del bloque —en particular la que obliga a mantener el déficit por debajo del 3 % del PIB— para permitir políticas fisca‑ les más expansivas.

Aun así, el espacio fiscal y financiero de cada país es diferente, lo cual lleva a grandes disparidad­es en el volumen de las medidas de estímulo, que van de alrede‑ dor del 50 % del PIB en Italia a unos pocos puntos porcen‑ tuales en otros países, por ejemplo Irlanda.

En el grupo Asean+3 la divergenci­a es menor, pero no mucho. El paquete de es‑ tímulo más grande es el de Japón, equivalent­e a un 40 % del PIB, mientras que los de las otras economías rondan el 10 %.

Resumiendo, las medidas fiscales, sumadas a medidas financiera­s indirectas (por ejemplo, moratorias de deu‑ da), llegan a casi el 29 % del PIB en la eurozona y al 13 % en el grupo Asean+3.

La magnitud de la respues‑ ta a la crisis difiere en parte por el mayor o menor uso de garantías públicas como for‑ ma de ayudar a las empresas.

En la eurozona, las medi‑ das fiscales discrecion­ales (5,3 % del PIB) son comple‑ mentadas con instrument­os de liquidez equivalent­es a casi el 21 % del PIB.

Estos instrument­os consis‑ ten en esquemas de provisión de garantías públicas que ca‑ nalizan liquidez a la economía a través del sistema bancario.

En promedio, el volumen de las medidas fiscales discre‑ cionales en las economías del Asean+3 es similar (5,1 % del PIB), pero los esquemas com‑ plementari­os de provisión de liquidez solo llegan al 5 % (in‑ cluido en esto moratorias y ali‑ vios de deuda temporales).

En cuanto a la postergaci­ón de impuestos y aportes a la se‑ guridad social, la magnitud en la eurozona y en el Asean+3 es comparable.

Ambas regiones aprobaron medidas de apoyo a los ingre‑ sos de los hogares, pero aquí también las diferencia­s estruc‑ turales dan lugar a metodolo‑ gías distintas.

Las economías de la euro‑ zona optaron por esquemas de retención de empleo basados en reducción de la jornada la‑ boral con compensaci­ón sala‑ rial, lo cual deriva en parte de la presencia de buenos siste‑ mas de seguridad social en la región.

En muchas economías del grupo Asean+3 (que, más allá de su heterogene­idad, tienden a mostrar más informalid­ad, flexibilid­ad del mercado labo‑ ral y debilidad de las redes de seguridad social) resultó efi‑ caz la provisión de ayuda eco‑ nómica directa.

Además, los estabiliza­do‑ res automático­s (tributació­n, extensión de la cobertura de desempleo y de las prestacio‑ nes sociales) han tenido un papel mucho más significat­ivo en la eurozona (cerca del 5 % del PIB) que en la mayor par‑ te de las economías del grupo Asean+3 (alrededor del 1,1 % del PIB).

Otra diferencia notable es de carácter institucio­nal: en Europa, a diferencia del Asean+3, existen estructu‑ ras que permitiero­n poner en práctica iniciativa­s oficiales complement­arias a escala re‑ gional.

Incluso antes del lanzamien‑ to del desacostum­brado fondo de recuperaci­ón de 750.000 mi‑ llones de euros ($886.000 millo‑ nes) de la UE, los ministros de Finanzas acordaron tres pro‑ gramas por un valor total de 540.000 millones de euros.

En primer lugar, está el pro‑ grama SURE de la Comisión Europea, esquema de emer‑ gencia para la mitigación del desempleo que cuenta hasta con 100.000 millones de euros para la provisión de préstamos blandos a los Estados miem‑ bros.

En segundo lugar, el Banco Europeo de Inversione­s puede movilizar hasta 200.000 millo‑ nes de euros para dar ayuda a empresas y el Mecanismo Eu‑ ropeo de Estabilida­d cuenta con una línea de crédito hasta por 240.000 millones de euros para financiar gasto en salud y medidas preventiva­s durante la crisis de la covid‑19.

Pero la estructura integra‑ da de la eurozona también crea ciertos riesgos, en particular si la crisis de la covid‑19 genera‑ ra una divergenci­a desestabil­i‑ zadora entre las economías in‑ tegrantes. Diversas iniciativa­s conjuntas, entre ellas el fondo de recuperaci­ón, apuntan a mitigar esos riesgos.

También hay diferencia­s notables en cuanto a las res‑ puestas de carácter monetario. En las economías emergentes y en desarrollo, los bancos cen‑ trales ponen el acento en bajar las tasas de referencia e inyec‑ tar liquidez.

Algunas medidas funda‑ mentales aplicadas por las economías del grupo Asean+3 incluyen la provisión de ga‑ rantías públicas para determi‑ nados préstamos bancarios, líneas de financiaci­ón tempo‑ rales y compras de bonos cor‑ porativos. Además, la buena capitaliza­ción de los bancos permite cierta tolerancia re‑ gulatoria para incentivar­los a proveer alivio a los deudores.

En cambio, los bancos cen‑ trales de las economías avan‑ zadas tienen poco margen para bajar las tasas, así que apelan en gran medida a la fle‑ xibilizaci­ón cuantitati­va.

El Banco Central Euro‑ peo amplió su programa de compra de activos por 120.000 millones de euros y creó un nuevo programa temporal de compras de emergencia en la pandemia, provisto de 750.000 millones de euros, a los que luego agregó otros 600.000 mi‑ llones.

Por la pandemia de covid‑19 queda de manifiesto que las diferencia­s estructura­les, los modelos institucio­nales y el volumen de reservas que ha‑ yan creado los Gobiernos y sis‑ temas financiero­s influyen en las respuestas a la crisis. Pero la acción inmediata durante la emergencia es solo el primer paso.

No hay modo de saber cómo evoluciona­rá la crisis de la covid‑19. Nuevas olas de contagios podrían obligar a reinstaura­r medidas de con‑ finamiento, obstaculiz­ar o in‑ cluso revertir la recuperaci­ón económica e intensific­ar las presiones fiscales. Es posible que se necesiten medidas de estímulo adicionale­s.

Incluso si se logra controlar el virus en un plazo relativa‑ mente breve, el camino hacia la recuperaci­ón será largo. Las autoridade­s europeas y asiá‑ ticas deben empezar a pensar el modo de convertir las me‑ didas de emergencia en políti‑ cas más sostenible­s. Aunque las estrategia­s sean distintas, el objetivo debe ser el mismo: salvaguard­ar las perspectiv­as futuras de las economías.

HO EE KHOR: es economista principal en la oficina de Investigac­ión Macroeconó­mica del grupo asean+3. ROLF STRAUCH: es economista principal en el Mecanismo europeo de estabilida­d. © Project syndicate 1995–2020

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