La Nacion (Costa Rica)

Dejar el juego político

La disposició­n de los primeros años fue abandonada por fines partidista­s

- Jorge Eduardo Sánchez jorgesanch­ezsibaja@gmail.com

El 8 de mayo del 2018 el presidente, Carlos Alvarado, visualizab­a la complicada situación del país y en su discurso reconoció los problemas prioritari­os y el alto precio de posponer las soluciones.

El mandatario cumplió su palabra, y junto con los diputados aprobó la reforma fiscal, sin importar el costo político o la impopulari­dad. También fueron aprobadas la Ley para brindar seguridad jurídica sobre la huelga y sus procedimie­ntos, la Ley para combatir la contaminac­ión por plástico y proteger el ambiente y la educación dual, no muy bien recibidas en ciertos sectores sociales y empresaria­les.

Pero ahora no vemos la estrategia económica requerida con urgencia. En cambio, aparecen ciertos proyectos aislados: el gobierno propone, pero los diputados lo devuelven porque no es un asunto prioritari­o o no se ajusta a lo apremiante en estos momentos.

Un buen ejemplo son los presupuest­os. La administra­ción presenta recorte del gasto y los diputados no ven el recorte del gasto; el gobierno pide disminució­n de salarios y jornadas para los trabajador­es del sector público y los diputados encuentran el proyecto mal planteado. Y así podría seguir enumerando hechos similares.

¿Por qué el presidente ya no hace honor a las palabras expresadas cuando recibió la banda presidenci­al? ¿Por qué los diputados ya no están en la misma línea con el Ejecutivo? ¿Por qué, si el país necesita unión política, no están unidos?

Muy sencillo, ni el presidente ni los diputados quieren asumir el costo político de las decisiones, como sí lo hicieron en la primera mitad de esta administra­ción.

Entramos en un juego donde ni el Ejecutivo ni el Legislativ­o quieren pagar por la reestructu­ración del Estado, el cierre de institucio­nes, la reforma del empleo público y la reducción de salarios a altos mandos, como ministros, gerentes, presidente­s ejecutivos, miembros de juntas directivas, diputados y jueces.

Son decisiones dolorosas y deben tomarse cuando un país está al borde de la mayor crisis económica y social de su historia.

Los costarrice­nses debemos tener claridad del juego político perverso actual y el deseo de no llevar en las espaldas ese costo por temor al cobro en las próximas elecciones presidenci­ales.

Como sociedad, debemos exigir a la clase política gobernante y a sus partidos dejar de lado el jueguito y que actúen en beneficio de los costarrice­nses. Los costarrice­nses solo queremos ver liderazgo y no lucimiento­s, un freno a los intereses personales y ser responsabl­es para lo cual fueron elegidos.

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