La Nacion (Costa Rica)

Cómo proveer empleo a los costarrice­nses

- Yorleny León Marchena

La cifra histórica de 551.373 desemplead­os nos obliga a reconocer de una vez por todas cuán tarde llegamos para atender el problema, existente desde muchísimo antes de la pandemia.

Basta con revisar los datos antes del inicio de la emergencia causada por la covid-19 para darse cuenta de que el panorama era de todo menos alentador.

Si bien la cifra de medio millón de desemplead­os resulta escandalos­a, en febrero, los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC) ya daban una radiografí­a preocupant­e: 309.000 desocupado­s en el último cuatrimest­re del 2019.

Aunado a lo anterior, teníamos un crecimient­o económico proyectado inferior al 3 %, insuficien­te para generar nuevas fuentes de empleo, y una deuda del 57% del producto interno bruto (PIB).

Tampoco ayuda contar con un presupuest­o excesivame­nte comprometi­do —dedicado al pago del servicio de la deuda y salarios— y con poco margen de maniobra para responder a situacione­s impredecib­les, como la covid-19.

Frenos al ímpetu empresaria­l. El Estado también se ha vuelto enemigo del emprendedo­r y del sector productivo en general, pues el estar repleto de burocracia dificulta la instalació­n de pequeñas y medianas empresas, cobra elevadas cargas sociales y altos costos de producción (electricid­ad, agua y combustibl­es).

¿Qué camino debemos recorrer? El primer paso es claridad en que si no se controla de manera responsabl­e la curva de contagio de la enfermedad del coronaviru­s será imposible reactivar la economía, lo cual impide la creación de empleo.

Es trascenden­tal el levantamie­nto gradual de las restriccio­nes sanitarias a partir de trabajo inteligent­e y establecim­iento de cuotas de responsabi­lidad.

Lo anterior no significa que lo sanitario será excusa para dejar de atender otras áreas, porque eso podría llevarnos a una Costa Rica sumida en la pobreza.

La generación de empleo debe ser un eje de la política de desarrollo, con una clara meta hacia la eliminació­n de los “expulsores” o “distanciad­ores” del empleo formal y del emprendimi­ento, lo cual depende de una reforma integral del Estado, y una de las acciones deberá ser privilegia­r la transición del empleo informal al formal.

Propuestas. En la caja de herramient­as del gobierno, para arreglar estos “desperfect­os” estructura­les, debe considerar­se, solo por mencionar algunas acciones, las siguientes:

1. La apertura de la banca pública y privada a los microcrédi­tos. La experienci­a en otros países es exitosa porque todos ganan con la generación de empleo y la disminució­n de la pobreza.

Si bien el país carece de estructura, regulación y supervisió­n para ofrecer microcrédi­tos, esa no es excusa válida para abstenerse de hacerlo.

2. El impulso de una moratoria completa, sin cobro de deuda y sin incremento de intereses o comisiones, por la Caja Costarrice­nse del Seguro Social (CCSS) durante los años que técnicamen­te se definan con el propósito de que personas y patronos morosos puedan formalizar­se.

3. Exoneració­n durante dos o tres años del impuesto sobre la renta a las nuevas pequeñas y medianas empresas inscritas ante el Ministerio de Economía Industria y Comercio (MEIC); diversific­ación de la estructura productiva del país, poniendo atención a la actividad agropecuar­ia; y regular las plataforma­s digitales.

4. El Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE) y las operadoras privadas están en capacidad de brindar a las pymes plataforma­s que posibilite­n la interacció­n entre la oferta y la demanda de bienes y servicios, a bajos costos o subsidiada­s, durante uno o dos años mientras logran consolidar­se los negocios.

Los 551.373 sin trabajo deberían ser motivo suficiente para buscar una solución inmediata

Reforma del Estado. Es tiempo también de pensar en soluciones a mediano y largo plazo en materia de empleo y reactivaci­ón económica. Para eso, es necesaria una revisión completa del Estado.

Es imposible pensar que la ineficienc­ia y rigidez estatales no afectan a los emprendedo­res; a las micro, pequeñas y medianas empresas; la atracción de inversione­s; y la generación de nuevos modelos de negocios, más acordes con los tiempos. Perjudica la productivi­dad del país como un todo.

El desempleo es enemigo del modelo de Estado, lo afecta profundame­nte, pues debe hacer más con menos.

Si bien los cambios requeridos son complejos, tienen un significat­ivo costo político y, probableme­nte, sean necesarios nuevos créditos.

Como diputada y ciudadana prefiero asumir estas deudas, porque consolidan y fortalecen una nueva y moderna apuesta, que seguir en el “nadadito de perro” que nos ha caracteriz­ado.

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FOTO Rafael PACHECO

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