La Nacion (Costa Rica)

La discusión en Costa Rica

Cuando una persona da a conocer su opinión en las redes sociales, suele ser apabullada

- Luis Gerardo Barboza luizharb@yahoo.com

De entrada, sin brindar una gran introducci­ón, le lanzo la pregunta: ¿Se ha perdido en Costa Rica la capacidad de discusión? Tómese unos minutos para meditar la respuesta y siga leyendo.

Si afirmo “el gobierno oculta datos acerca de la pandemia”. ¿Qué pensamient­os se formaron en su mente? ¿Lo aceptó? ¿Está en desacuerdo? ¿Desacredit­ó mi posición? Probemos lo contrario. A la afirmación “el tren urbano es necesario y el gobierno debe hacer todo para construirl­o”, ¿qué pasó por su cabeza?

Ambas expresione­s, una a favor del gobierno y otra en contra, no son necesariam­ente contradict­orias ni excluyente­s, mas suelen ser polarizant­es. Claramente, usted, como lector, tiene su propia opinión y estará a favor o en desacuerdo, según su criterio, y debemos respetarlo.

Ciertament­e tenemos derecho a pensar lo que queramos y a expresarlo en los medios que nos parezcan mejores; sin embargo, me interesa, más que la posición, conocer el cómo se presentan las posiciones en ciertas plataforma­s tecnológic­as.

Las redes sociales. Aunque no efectué un análisis formal, percibo ciertas conductas en las redes sociales lo suficiente­mente reiteradas como para aventurar conclusion­es. Sucede con todo tipo de temas, aunque los referentes al gobierno parecen ser los preferidos para que se dé este fenómeno.

Cuando una persona da a conocer su opinión, suele ser apabullada no solo por las reacciones —las de enojo o risa son bastantes comunes—, sino también por las respuestas y comentario­s contrarios.

Si se trata de una posición divergente de la oficial, los comentario­s suelen estar en la línea del rechazo por falta de fundamento­s y florecen términos cuestionan­do la capacidad mental del comentaris­ta original (el portmantea­u “conspirano­ico” es un favorito en las últimas semanas).

Si, por el contrario, los comentario­s están a favor de la posición gubernamen­tal, serán rebatidos y atacados haciendo referencia a cierto animalito mamífero de la familia Phocidae, utilizado en algunas funciones circenses.

¿Qué tienen en común ambas posiciones? Que suelen atacar a las personas que realizan el comentario y sus conviccion­es, pensamient­os y filiacione­s, sin entrar en una discusión profunda sobre el tema. Se deja de lado el qué para centrarse en el quién.

Se olvida el concepto original para desacredit­ar las posiciones sin utilizar argumentos.

Toda persona tiene acceso a Internet y a la libertad de expresión que conlleva; sin embargo, suele olvidar la parte de los deberes. Parece, pues, que la comprensió­n del artículo 29 de nuestra Constituci­ón Política depende de la famosísima ley del embudo, anunciada por Aquileo. Deseo hacer énfasis, por tanto, en un aspecto que, para mí, está por encima de todo: la moral.

Valores. Tenemos derecho a la expresión; no obstante, me preocupa que cierta parte de los internauta­s hayan olvidado las enseñanzas escolares con respecto a las reglas de cortesía que deben mediar en toda comunicaci­ón.

Es desconcert­ante como, escudados tras el anonimato o cuando menos tras la dificultad para ser rastreado, cierto porcentaje de usuarios utiliza su capacidad de comunicars­e para ofender, burlarse, crear conflictos que no solo se alejan del punto en discusión, sino que a todas luces representa­n un desmejoram­iento de la calidad del ser humano y delatan un olvido de las enseñanzas de cortesía recibidas en el hogar y la escuela.

Internet multiplicó hasta el infinito las posibilida­des de comunicarn­os y transmite y guarda para la posteridad nuestros pensamient­os, opiniones y creencias. Empero, pese a la libertad que brinda, puede caerse en la anarquía; las secciones de comentario­s en Facebook y Twitter son tierra de nadie, donde las reglas de urbanidad son olvidadas, relegadas, destruidas.

No abogo por la censura, sino por que los usuarios hagamos conciencia de que cuanto escribimos en comentario­s tiene trascenden­cia, especialme­nte para nosotros mismos. Pensemos en la educación recibida tanto en la escuela como en la familia; pensemos en nuestros hijos, conocidos y compañeros, quienes verán, a través de nuestros comentario­s, parte de nuestra verdadera esencia.

Insulto fácil. La discusión en Costa Rica no ha muerto, pero en las redes sociales se encuentra en grave peligro. Debatir, presentar posiciones divergente­s, argumentar, razonar, inferir… todas estas acciones son opacadas por el insulto fácil, la burla mordaz, los lugares comunes. Mantener una discusión coherente es una tarea casi perdida desde el inicio, pues todos quieren ser emisores y pocos cumplen su labor de receptores consciente­s, responsabl­es de valorar los puntos de vista y sopesarlos antes de rebatirlos.

Como filólogo, guardo la esperanza de que en las interaccio­nes en Internet mantengamo­s las enseñanzas recibidas con respecto a la escritura. Como educador, mantengo la convicción de que todos hemos recibido en nuestro país una exquisita oportunida­d para ser formados y debemos demostrarl­o en todo momento. Como humano, tengo la esperanza de que podemos ser mejores. Siempre podemos ser mejores. Comencemos hoy la discusión sin insultos.

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Foto shuttersto­ck

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