La Nacion (Costa Rica)

Acuerdo con el FMI

- agonzalez@nacion.com Armando González R. DIRECTOR DE la NACIÓN

Con 40 votos a favor y 14 en contra, la Asamblea Legislativ­a aprobó en segundo debate el crédito por $508 millones contratado con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Son dos votos más de los necesarios para dejar la decisión en firme. El grueso de la bancada liberacion­ista apoyó el proyecto, pero varios de sus integrante­s se cuidaron de justificar la decisión por un sentido de la responsabi­lidad y el deseo de evitar el recrudecim­iento de la crisis económica. No podíamos esperar menos.

También es buena noticia la decisión de exigir transparen­cia en la negociació­n del acuerdo definitivo con el Fondo. El convenio dará acceso a una línea de financiami­ento de $2.250 millones, pero exige la presentaci­ón de un plan de ajuste fiscal, probableme­nte compuesto por una mezcla de aumento de ingresos, recorte de gastos y venta de activos.

Con decisiones tan trascenden­tales por delante, hacen bien los liberacion­istas cuando piden absoluta claridad. También hará falta valor, del gobierno y de la oposición, porque ninguna medida dejará de tener detractore­s. Enfrentamo­s una realidad amarga y nadie saldrá ileso. No obstante, es preciso hacer hasta el último esfuerzo para evitar mayores males a las capas de la población realmente necesitada­s que, como es bien sabido, no son las de más galillo ni las más organizada­s.

Si las propuestas del gobierno deben transparen­tarse, los partidos de oposición también están obligados a poner sus aspiracion­es sobre la mesa. La trascenden­tal tarea de los opositores no se agota en la fiscalizac­ión del proceso de negociació­n. Deben contribuir a darle forma.

Desafortun­adamente, la pandemia nos sorprendió en un momento de debilidad y nos trajo al punto de acudir al FMI en malas condicione­s, pero las circunstan­cias en que no habríamos querido encontrarn­os son también una oportunida­d para reflexiona­r sobre reformas indispensa­bles y tantas veces pospuestas.

La meta no debe ser ejecutar los cambios necesarios para satisfacer las exigencias del Fondo, sino impulsar los requeridos para poner al país en la ruta de la prosperida­d. Mucho puede hacer la oposición para impedir al gobierno conformars­e con un mínimo. No debería perder la oportunida­d, especialme­nte si tiene vocación de gobernar en un futuro próximo.

Un programa de cambio consensuad­o y ajustado a la mayor convenienc­ia, no al mínimo necesario, sería un segundo acto de responsabi­lidad y enviaría las mejores señales al mercado internacio­nal, escenario de nuestro principal problema: el endeudamie­nto.

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