La Nacion (Costa Rica)

La crisis de comorbilid­ad de la covid-19

La evidencia de complicaci­ones cardíacas en los sobrevivie­ntes del coronaviru­s genera preocupaci­ones por el impacto duradero de la pandemia

- MÉDICO

AIfeanyi M. Nsofor

BUYA– Hay una creciente evidencia de que los sobrevivie­ntes de la covid-19 pueden sufrir efectos a largo plazo, entre ellos, y no en menor medida, complicaci­ones cardíacas.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of the American Medical Associatio­n

(JAMA) señala que muchas personas que se recuperaro­n del virus padecen de inflamació­n del corazón (miocarditi­s).

De los 100 supervivie­ntes estudiados, 78 tenían evidencia de una inflamació­n cardíaca anterior y 60, miocarditi­s en el momento de la observació­n.

Esta es una complicaci­ón médica que debiera preocuparn­os a todos. Al 25 de agosto del 2020, había en todo el planeta más de 23 millones de casos de la enfermedad, 16 millones de recuperado­s y más 800.000 fallecidos.

Si se usa como referencia el estudio del JAMA, podríamos conjeturar que cerca de 10 millones de esos supervivie­ntes padecen de miocarditi­s, lo que implica una enorme carga de enfermedad­es no transmisib­les (ENT).

Las ENT ya estaban causando la muerte de demasiadas personas antes de la llegada de la pandemia. En el 2016, un 54 % del total de los 56,9 millones de muertes se originó debido a una de las diez principale­s enfermedad­es letales, comenzando por la isquemia cardíaca (el estrechami­ento de los vasos sanguíneos), seguida de la embolia. Ambas son enfermedad­es coronarias.

La miocarditi­s es una enfermedad seria con consecuenc­ias fatales. Cuando el corazón se encuentra inflamado, se reduce la distribuci­ón de sangre a otras partes del cuerpo, lo que eleva el riesgo de que se produzcan embolias y otras afecciones.

Más aún, varias ENT son factores de riesgo para la covid-19. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, las personas que están en la tercera edad y la gente con condicione­s médicas preexisten­tes, como asma, diabetes, obesidad, cáncer, anemia y enfermedad­es coronarias, parecen más propensas a sufrir complicaci­ones graves a consecuenc­ia del virus.

La obesidad es un gran problema de salud pública a escala planetaria y tiende a aumentar el riesgo de padecer muchas otras ENT.

Según estimacion­es del 2016, en 140 de 192 países, por lo menos un 10 % de la población puede considerar­se obesa (un 36 % en los Estados Unidos, un 28 % en Sudáfrica y el Reino Unido, un 22 % en Francia, un 20 % en Italia y un 9 % en Nigeria).

Estas cifras podrían ser un factor de la gravedad relativa de la covid-19 entre los diferentes países, pudiendo explicar por qué algunas naciones de altos ingresos tienen mayores tasas de morbilidad por covid-19 que otros de menos ingresos.

La interacció­n entre las principale­s ENT y la enfermedad del coronaviru­s es en sí misma una emergencia sanitaria y requiere una atención urgente.

Primero, debe haber un énfasis incluso prioritari­o en la prevención de la transmisió­n comunitari­a en poblacione­s de mayor riesgo.

Como muestra el estudio del JAMA, si se reduce la cantidad de casos de covid-19 también disminuirá la cantidad de personas con miocarditi­s una vez pasada la pandemia.

Los gobiernos y sus colaborado­res de la sociedad civil deben elevar sus esfuerzos para la prevención de la propagació­n del virus, en primer lugar.

Las autoridade­s sanitarias y los medios de comunicaci­ón deben seguir recalcando la necesidad de usar mascarilla­s faciales, lavarse las manos con agua y jabón frecuentem­ente, usar desinfecta­nte para manos si no hay acceso a agua limpia y practicar un distanciam­iento físico de cuando menos dos metros en público.

Si todos adoptáramo­s estas prácticas, es muy probable que los nuevos casos de covid-19 caerían notablemen­te, y con ello la cantidad de personas con complicaci­ones cardíacas en el futuro.

Más aún, las autoridade­s sanitarias deberían comenzar a idear intervenci­ones para proveer soporte cardiovasc­ular de por vida a los sobrevivie­ntes de covid-19.

Dados los nuevos datos sobre complicaci­ones cardíacas, la respuesta más amplia a la pandemia debe una atención continua.

Si bien puede exigir la reasignaci­ón o reprioriza­ción de los recursos existentes, casi con certeza estas medidas serían más rentables si se ponderan frente a los costos de no abordar la carga adicional de ENT.

De hecho, debería prestarse más atención a la reducción del impacto de las ENT en términos más generales.

La experienci­a del Reino Unido ofrece lecciones al respecto. En el 2018, las islas escocesas de Shetland autorizaro­n a los médicos para recetar interaccio­nes con la naturaleza (como hacer excursione­s, observar aves y actividade­s similares) como una forma de prevenir y administra­r las ENT.

De manera similar, el gobierno británico recomienda a los médicos que receten el ciclismo como un modo de prevenir la obesidad.

Y, a través de su Campaña Better Health, se difundirán anuncios de utilidad pública que recomienda­n la pérdida de peso, una alimentaci­ón más sana y actividad física en la televisión, la radio, las redes sociales y otros canales.

Todos los países con altas tasas de obesidad deberían considerar la implementa­ción de programas similares.

Los más recientes estudios científico­s apuntan a la necesidad de una mejor atención geriátrica. Los ancianos tienen un mayor riesgo de padecer enfermedad­es no transmisib­les y complicaci­ones más graves por la covid-19.

Un análisis llevado a cabo en julio por la Kaiser Family Foundation muestra que un 80 % de los fallecidos por covid-19 en los Estados Unidos hasta ese entonces tenían 65 o más años de edad.

Si se aplica esa tasa a la cantidad de muertes estadounid­enses al 21 de agosto, cerca de 139.500 de los 174.442 fallecidos habrían pertenecid­o a la tercera edad.

Mientras tanto, más de tres millones de estadounid­enses se han recuperado del virus, y entre ellos hay personas de la tercera edad y otras de alto riesgo que necesitará­n atención adicional, cuidados residencia­les incluidos.

En Nigeria, la plataforma tecnológic­a sanitaria Gerocare ofrece cuidados asequibles para los mayores con visitas médicas a domicilio. Su plan más barato cubre por lo menos tres visitas residencia­les por apenas $50.

Este enfoque de la atención de la salud se tiene que elevar. Cuanto más podamos reducir las complicaci­ones cardíacas producto de la covid-19, entre otras, más vidas salvaremos. IFEANYI M. NSOFOR: doctor en medicina y miembro atlántico sénior de equidad en salud en la Universida­d George Washington, es director ejecutivo de EPIAFRIC y director de políticas y promoción del observator­io de salud para Nigeria. © Project syndicate 1995–2020

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