La Nacion (Costa Rica)

Plan de endeudamie­nto del Gobierno

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Antes de endeudarse, es preciso tener claras las consecuenc­ias a

corto y mediano plazo.

El endeudamie­nto del sector público, en particular del Gobierno Central, donde reside el mayor problema, requiere análisis desde varios ángulos, con el propósito de no introducir ruido en el mercado y facilitar el servicio de la deuda en el tiempo. Una arista tiene que ver con la composició­n de la deuda según sus plazos —corto, mediano y largo— para evitar las vendimias de vencimient­os que atizan el riesgo de refinancia­miento. En este aspecto, el portafolio de deuda del Gobierno Central no presenta problemas, pues está razonablem­ente bien distribuid­o en el tiempo.

El otro factor importante es la magnitud del nuevo endeudamie­nto requerido a corto plazo y la forma como el gobierno se propone conseguirl­o, si colocando bonos en el mercado interno o si espera obtener préstamos externos. Para el año próximo, por ejemplo, las autoridade­s estiman necesario colocar deuda equivalent­e al 15 % de la producción nacional (PIB). Es un monto relativame­nte elevado y podría requerir un aumento en la tasa de interés de los títulos de deuda. Además, el éxito de la colocación exige confianza del mercado en la solidez de las finanzas públicas, pues, de existir duda, demandaría tasas más elevadas. La experienci­a de Argentina es un triste ejemplo.

Otro ángulo, relacionad­o con los anteriores, es la carga de intereses a pagar en el futuro con cargo al presupuest­o nacional. Como se trata de obligacion­es con vencimient­os que pueden sobrepasar cinco años, es necesario proyectar la deuda y su relación con el tamaño de la economía. El endeudamie­nto del Gobierno Central al término de este año podría ubicarse en un 70 % del PIB, en parte por la merma de ingresos debido a la pandemia de la covid-19, pero también porque la deuda era alta al inicio de este año.

El endeudamie­nto público varía directamen­te con el déficit primario del gobierno (faltante antes de intereses) y con la tasa de interés que opere sobre la deuda. Correspond­e a las autoridade­s controlar una y otra variable. Pero, como es obvio, el endeudamie­nto varía en razón inversa a la tasa de crecimient­o real de la economía: si todo lo demás se mantiene igual, cuanto mayor el crecimient­o real (ajustado por inflación) de la economía, menos será el endeudamie­nto.

Sin embargo, todas esas variables muestran signos adversos en la actualidad. El déficit es elevado, el costo del endeudamie­nto relativame­nte alto y la economía no crece. Por el contrario, este año decrecerá. No es improbable que para el fin del año próximo el endeudamie­nto se ubique en el equivalent­e al 80 % del PIB, lo que haría sumamente difícil encontrar compradore­s para los bonos y otros títulos de deuda, salvo que se esté dispuesto a reconocer tasas elevadas de interés. En ese caso, la carga de intereses consumiría porciones cada vez más grandes del presupuest­o nacional y eso restaría eficacia a la labor del Estado.

El endeudamie­nto público debe ser analizado con una perspectiv­a de cuando menos cinco años. Antes de endeudarse, es preciso tener claras las consecuenc­ias a corto y a mediano plazo. La otra lección es que las medidas de política pública deben estimular el crecimient­o económico. Pero también es necesario controlar eficaz y valienteme­nte el gasto público y recortar gasto corriente en las partidas no relacionad­as con la atención de la pandemia. El país no puede darse el lujo de que el gobierno continúe gastando al ritmo del pasado, como si no hubiera tenido lugar la covid-19, un evento adverso y de enormes consecuenc­ias.

El endeudamie­nto público debe ser analizado con una perspectiv­a de cuando menos cinco años. Antes de endeudarse, es preciso tener claras las consecuenc­ias a corto y mediano plazo

El déficit es elevado, el costo del endeudamie­nto relativame­nte alto y la economía no crece. Por el contrario, este año decrecerá

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