Ambiente y discurso
Está en la palestra la explotación minera, especialmente en Crucitas. Las administraciones últimas han soslayado la solución, ya sea por línea de partido o por desidia; por lo que sea, el daño al ambiente y al fisco son notorios.
Traigo a colación, a manera de ejemplo, la actuación de los ambientalistas. En la década de los setenta inversionistas estadounidenses propusieron la construcción de un oleoducto para el trasiego de crudo del Caribe al Pacífico, pues los grandes cisternas afrontarían problemas en el canal de Panamá. Un personaje con mucha presencia en los medios y sus acólitos, aduciendo daño ambiental por supuestos derrames, frustraron el proyecto.
Nuestros vecinos del sur, con la presteza que los caracteriza, ofrecieron facilidades y es hoy el flamante oleoducto transístmico de 131 kilómetros, en operación desde 1979. Está rampante y aporta buenos ingresos al fisco panameño.
Cabe destacar que el ambientalista en fecha no muy lejana ofreció disculpas. Las enseñanzas del populismo de los ambientalistas, alcahueteado por los políticos, es que incrementan el saqueo, la pérdida de ingresos y, lo más lamentable, la corrupción.
Ya no se oye el discurso de proteger lapas, almendros o humedales; el cinismo campea en los involucrados y el país observa el saqueo de sus recursos como deporte cotidiano. Milton González Castro
La Unión de Cartago