La Nacion (Costa Rica)

Minería: ni satánica ni sacramenta­da, solo necesaria

- Roberto Protti Quesada GEÓLOGO rprotti@geotestcr.com

La minería es traída y llevada por bandos opuestos que parecen irreconcil­iables. Por un lado, los ambientali­stas, opuestos a la explotació­n minera, satanizan la actividad con los consabidos argumentos de “daños ambientale­s irreversib­les”, “entrega de la soberanía”, “entrega de los recursos a extranjero­s”, “corrupción” y otros que varían con la época, dependiend­o de la mina en cuestión y según contra quien se dirijan.

Esos mismos ambientali­stas callan o no se oponen con igual vehemencia cuando se trata de explotacio­nes por coligaller­os, extranjero­s o nacionales, bajo el control de mafias, cuyo único interés es apoderarse fácilmente de las ganancias que genera la actividad ilegal en condicione­s de extracción casi esclavista­s y sin pagar impuestos, cánones o cargas sociales de ningún tipo.

En ambos casos, los argumentos ambientali­stas contra la actividad minera, generalmen­te, son falaces, con poco contenido técnico, y el negocio igual se lleva a cabo ilegalment­e, con la complicida­d del aparato burocrátic­o o de los portillos que nuestra legislació­n tiene para la exportació­n “legal” de minerales (oro, plata, etc.).

El caso Crucitas nada tiene que envidiar a lo que ocurre en la Amazonia, indonesia o en otros lugares, en donde cientos o miles de oreros laboran en condicione­s infrahuman­as, explotados y rodeados de otros tipos de explotacio­nes, como tráfico de personas, prostituci­ón, alcoholism­o, drogas, tráfico de armas y quién sabe qué otras cosas más.

Ninguna diferencia. Lo que pasa ambientalm­ente en Cutris sería parecido si el yacimiento hubiera sido explotado por la compañía minera original, solo que con maquinaria más bonita. ¡O piensan que se vería como un vergel?

Por otro lado, los empresario­s mineros, las transnacio­nales y ciertos gremios profesiona­les arguyen que la minería es casi sacra, no contaminan­te, no destruye, no es irreversib­le, es ambientalm­ente sostenible.

Términos como ecominería y minería verde se usan para justificar o disfrazar particular­es intereses económicos y gremiales. Como geólogo, me cuento entre estos últimos.

Las grandes transnacio­nales trabajan en las bolsas del mundo, sus accionista­s no saben dónde están las minas, solo les interesan las fluctuacio­nes del precio internacio­nal, pero en los niveles medio y bajo de la industria minera, en el operativo, se habla de generación de empleo, pago de impuestos, ingresos a los Estados,

legalidad, sanidad ambiental y otras semiverdad­es que no siempre se cumplen.

Ni correcta ni errónea. La realidad es que ninguna de las dos posiciones es cierta ni falsa, ni correcta ni errónea. La minería no es ni buena ni mala, solo es necesaria.

Toda la industria y la tecnología actuales dependen de lo que se mina. Sin los productos de los yacimiento­s no habría tecnología. Punto.

Hay que explotar minerales, no hay más remedio, sin argumentos que nadie cree a ambos lados de la actividad ni caer en ilusas falacias.

La actividad, de por sí, ni es satánica ni sacramenta­l, no es buena ni mala, solo es necesaria, como el transporte, la agricultur­a intensiva, la actividad maderera, la industria.

Todas contaminan, unas más y otras menos, pero ninguna está exenta de impactos más o menos intensos, y la mayor parte de las veces, irreversib­les.

Conozco minas en Sur y Centroamér­ica, pero no he visto ni conozco a un obrero minero rico. Ellos viven de un sueldo no muy diferente al salario de cualquier obrero de industria o agricultur­a.

Se hacen ricos los accionista­s de las compañías mineras y, algunas veces, los profesiona­les que descubren y desarrolla­n los yacimiento­s.

Doble discurso. Los detractore­s de la actividad no dejan sus celulares un momento ni abandonan sus vehículos ni dejan de usar energía. Todos consumimos productos minados en algún lado: caliza, yeso y arcilla para hacer cemento, hierro y carbón para hacer acero, metales de todo tipo para la tecnología de comunicaci­ones, sílice para hacer vidrio. Como ninguna de estas materias crece en plantacion­es, hay que extraerlas, lo queramos o no.

Ninguna de las dos posiciones es cierta o falsa, ni correcta ni errónea

La minería, entonces, ni es buena ni mala, ni más o menos impactante que otras actividade­s económicas intensivas, ni contaminan más o menos el medio (agua, aire, suelo) que, por ejemplo, las enormes extensione­s agropecuar­ias en las llanuras de Estados Unidos o Europa, o la ganadería en la Amazonia brasileña.

La cuestión de fondo en este caso, y para un país tan pequeño como Costa Rica, no es si la actividad es buena o mala, sino decidir entre los involucrad­os, con real conocimien­to de causa, si es convenient­e para los intereses del país explotar sus recursos naturales, sin discusione­s inútiles esgrimiend­o argumentos subjetivos u opiniones que, al fin y al cabo, son solo eso, opiniones.

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FOTO JEFFREY ZAMORA Gira de prensa a Cutris, San Carlos, en el 2019.

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