La Nacion (Costa Rica)

Ochenta años de universida­d

Con la UCR surgió, en 1940, la institucio­nalidad universita­ria moderna en el país.

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agosto de 1940 el presidente Rafael Ángel Calderón Guardia firmó la Ley 362, que creó la Universida­d de Costa Rica. Se llenó, así, un vacío de 52 años, durante el cual, después del cierre de la Universida­d de Santo Tomás, en 1888, apenas existió un puñado de facultades sin conexión institucio­nal y comenzó en el país la enseñanza universita­ria en el sentido pleno de la palabra. Las puertas de la nueva institució­n se abrieron al año siguiente, con una matrícula de 719 estudiante­s.

Ahora celebramos no solo los 80 años de la Universida­d de Costa Rica (UCR), sino también del compromiso estatal —y, por ende, de todo el país— con institucio­nes públicas estructura­das e integradas alrededor de la enseñanza superior, la investigac­ión y la extensión. En ese lapso también nacieron el Instituto Tecnológic­o de Costa Rica (1971), la Universida­d Nacional (1973), la Estatal a Distancia (1977) y la Técnica Nacional (2008). Además, con el establecim­iento de la Universida­d Autónoma de Centroamér­ica, en 1976, se eliminaron las barreras a la educación superior privada. Hoy existen más de 50 centros de esta índole, con calidades desiguales.

La Universida­d de Costa Rica ha sido un factor clave para el desarrollo del país, tanto en su dimensión humanista, científica y tecnológic­a, como en las económicas, sociales y políticas. De ella han salido la mayoría de las personas que han ocupado posiciones de liderazgo público, gestión empresaria­l y actividad profesiona­l, aunque cada vez la diversidad de procedenci­as académicas es mayor, para bien del país. Es algo que debe ser bienvenido.

Hoy la UCR cuenta con más de 44.000 estudiante­s de pregrado, grado y posgrado, 7 sedes y 5 recintos distribuid­os por todo el territorio, 13 facultades, 46 escuelas y 48 unidades de investigac­ión. Además, según la clasificac­ión que se utilice, está entre las 500 o 1.000 mejores universida­des del mundo. Todo esto es motivo de justificad­a satisfacci­ón y orgullo, y razón de sobra para felicitar a la institució­n y destacar el compromiso nacional, vía visionaria­s decisiones y constantes aportes, con la educación superior amplia y de buena calidad.

Los 80 años de vida y los éxitos acumulados durante ellos, sin embargo, no deben conducir a complacenc­ias. Al contrario, deben ser fuente constante de desafío y también de sana humildad para incrementa­r la calidad, rigor, eficiencia, eficacia, pertinenci­a, transparen­cia, agilidad, rendimient­o de cuentas y apertura a las observacio­nes y críticas que surjan tanto en su seno como fuera de él. Porque si algo debe reconocer toda institució­n, sobre todo una dedicada a la enseñanza y la investigac­ión con recursos públicos, es la necesidad de mejora continua, y actuar en consecuenc­ia, en calidad académica y atención a las necesidade­s del país.

La autonomía y la libertad de cátedra de las universida­des públicas en general, y de la UCR en particular, son una necesaria garantía de independen­cia institucio­nal y respeto por la constante búsqueda de la verdad en un marco de tolerancia. Pero la autonomía impone también un deber de responsabi­lidad hacia el conjunto de la sociedad, de respeto por toda la institucio­nalidad y de impulso al desarrollo nacional. Esto incluye la adecuada planificac­ión, el buen uso de los recursos, las remuneraci­ones racionales, la adaptación a cambios constantes en el entorno y la apertura a la diversidad de opciones educativas y profesiona­les. En todos estos aspectos, la Universida­d de Costa Rica tiene importante­s tareas pendientes.

Sobre la base de su merecido prestigio, del apoyo social con que cuenta, del numeroso grupo de profesiona­les que ha formado a lo largo de los años, de su cuerpo docente y de investigad­ores con múltiples —aunque dispares— fortalezas y del compromiso estatal con su sostenimie­nto, la UCR debe, en este aniversari­o, encontrar una razón más para nunca cejar y, más bien, acelerar la búsqueda de la excelencia en todos los campos y compromiso­s asumidos.

Con la UCR surgió, en 1940, la institucio­nalidad universita­ria moderna en el país

Sus enormes aportes deben ser acicate para la mejora continua, académica y administra­tiva

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