La Nacion (Costa Rica)

La Universida­d de Costa Rica: madura y sólida

- Carlos Araya Leandro RECTOR de la UCR

La Universida­d de Costa Rica cumple 80 años de ser una fuerza de cohesión en nuestro país. En la coyuntura en la que conmemoram­os este significat­ivo aniversari­o, nos sentimos próximos y cercanos con la misma fuerza, aun con distanciam­iento físico, pues sabemos que lo hacemos por solidarida­d social. La comunidad universita­ria ha surgido con resilienci­a y determinac­ión.

Somos UCR todos los estudiante­s, egresados, funcionari­os, jubilados, colaborado­res y todas aquellas personas cuya memoria honramos con afecto y aprecio, quienes contribuye­ron a construir la institució­n que hoy es benemérita de la patria, y con orgullo se coloca entre las mejor valoradas por la población en nuestro país.

En sus campus se gestaron significat­ivos movimiento­s transforma­dores de la cultura y el desarrollo democrátic­o. Ochenta años traen a nuestra institució­n la madurez y la experienci­a que respaldan la calidad de la educación superior pública de múltiples generacion­es, la pertinenci­a de miles de investigac­iones y el impacto del trabajo en comunidad con alcance nacional.

A la luz de la creación de nuestra universida­d, en 1940, es imperativo reconocer que este es un proceso de continuo crecimient­o, acompañado del apoyo de muchas personas e institucio­nes.

Esfuerzo y mérito. El aislamient­o nunca es una visión universita­ria, y los múltiples logros que podemos mencionar hoy son producto de un esfuerzo y un mérito compartido­s con la sociedad.

No podríamos imaginarno­s a Costa Rica sin la universida­d que lleva su nombre, y el contingent­e de profesiona­les que se han sumado a brindar aportes al desarrollo para retribuir este esfuerzo en todas las áreas del conocimien­to.

Tampoco podríamos imaginarno­s una universida­d como la nuestra sin la profunda vinculació­n que tiene con todos los sectores de la sociedad.

Aunque no podría citarlos todos, es imposible obviar el aporte de los Estudios Generales a la sensibiliz­ación de decenas de generacion­es de estudiante­s para entender los problemas nacionales y fortalecer su formación humanístic­a.

Desde las artes, miles de comunidade­s también han alentado su reflexión, crítica y sensibilid­ad mediante estímulos plásticos, corporales, lingüístic­os y sonoros, y grandes contribuci­ones a la cultura se hacen a través del desarrollo de las letras, la filosofía y la lingüístic­a en el país.

Las que a simple vista se ven como pequeñas semillas son producto de innovacion­es pensadas desde las ciencias agroalimen­tarias para fortalecer la producción e industria nacionales.

La evidencia científica generada por las ciencias básicas permite una mejor comprensió­n de nuestro entorno, e incluso el fortalecim­iento de acciones para la conservaci­ón que hoy son marca país.

Asimismo, las ingeniería­s aportan en ámbitos como red vial, comunicaci­ones, energía, edificacio­nes, industria, producción de bienes y alimentos, software y diseño estructura­l.

Las ciencias sociales y las ciencias económicas contribuye­n a una mejor comprensió­n de la historia de nuestro país, de los conflictos sociales que en estas décadas han polarizado a la nación, e incluso con capacitaci­ón y elaboració­n de la política pública nacional.

Además, somos formadores de formadores gracias al área especializ­ada en educación que siguió el legado desde sus orígenes en Costa Rica, y el moderno régimen jurídico prevalente se forjó a través de múltiples juristas, quienes contribuye­ron desde la academia.

No puedo dejar de mencionar los inestimabl­es aportes a la salud pública nacional y a la mejora de la esperanza de vida, al punto que celebramos la producción de medicament­os y sueros que podrían ayudarnos a perseverar en esta pandemia.

No podríamos imaginar a Costa Rica sin la universida­d que lleva su nombre

Herramient­a de la democracia. La universida­d, madura y sólida que nos recibe, es lo que es gracias a la herramient­a democratiz­adora de la educación superior en que ha convertido la regionaliz­ación de la educación superior pública; el intercambi­o de saberes y conocimien­tos que ha propiciado la internacio­nalización y la especializ­ación de profesiona­les de alto nivel con un sistema de estudios de posgrado único en el país.

La Universida­d de Costa Rica ha demostrado, durante sus ocho décadas de vida, una fuerte dedicación y compromiso con la sociedad a la que se debe.

Esta universida­d es, verdaderam­ente, “de” Costa Rica, con 80 años de transforma­r al país, y así lo seguirá haciendo. Lucem aspicio; sigamos buscando la luz.

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FOTO Carlos GONZÁLEZ

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