La Nacion (Costa Rica)

Mate y verbo aderezaron guiño de Paté a Espíndola

››argentinou­ruguayo se identificó con el discurso del técnico

- José Pablo Alfaro R. jose.alfaro@nacion.com

Fue criado en Argentina pero es de sangre uruguaya. Esteban Espíndola es un híbrido entre dos países en donde la pelota es parte de la canasta básica.

Su padre, un exfutbolis­ta charrúa del Liverpool de Montevideo, dejó su país en busca de mejor vida y se asentó en Billinghur­st, un barrio humilde ubicado a 24 minutos del Estadio Monumental de River Plate.

Espíndola creció junto a sus primos, en un terreno pequeño con tres casas y una vereda angosta en la que gastaban las horas pateando la pelota hasta que se rompía.

Pronto, el niño futbolista tomó una ruta que en ocasiones, parece tan natural para los argentinos como el mate o los domingos familiares.

Entró a River Plate, firmó su primer contrato, se matriculó en el colegio del club, fue convocado a la Selección Sub15 y comenzó una andadura que lo llevó por distintos clubes de segunda división.

Del Atlético Rafaela, saltó al Belgrano de Córdoba y luego a San Martín, el equipo con el que consiguió el ascenso a Primera División, cuando todavía era ficha de Belgrano.

A Honduras. Al cierre de la campaña, Belgrano lo trajo de vuelta para hacer la pretempora­da con el club y fue allí cuando apareció la oportunida­d de recalar en el Olimpia de Honduras.

A decir verdad, no lo pensó demasiado. Un periodista argentino que reside en suelo catracho le habló sobre el club albo, sus aspiracion­es e historia.

Honduras fue la puerta de entrada al fútbol de Centroamér­ica y el punto de encuentro de la primera reunión con Wálter Centeno, hace ya algún rato, a finales de octubre de 2019.

Un tiempo atrás, su excompañer­o de equipo en Olimpia, Jerry Bengtson, le contó sobre Saprissa y lo invitó a unirse a una videollama­da en la que le presentarí­a al masajista morado Juan Gabriel Rodríguez, más conocido como Pingo.

A partir de ahí, se creó una buena relación entre el jugador y el masajista, que cada vez que podía le hablaba sobre el club.

En una ocasión, mientras pasaba canales de televisión, el defensor se encontró un partido ‘retro’ de Costa Rica en el que miró con detenimien­to el juego de Paté y lo que se decía sobre él.

Más tarde, cuando Saprissa viajó a Honduras para disputar la final de la Liga Concacaf, el equipo se alojó en un hotel ubicado a menos de 10 cuadras de la casa de Espíndola.

Pingo organizó un encuentro entre el técnico y el futbolista y así nació su relación. Fue una charla a la que Espíndola llevó el mate y Centeno el discurso.

Sin entrar en detalles, el argentino contó que hablaron sobre fútbol y la idea de juego que pregona el Saprissa, pero algo de aquella charla (a estas alturas desconocid­o) caló profundo en Paté, que hizo todo lo posible para tenerlo en su equipo, aún cuando parecía que su traslado al país se volvía un desafío imposible, a causa de la pandemia.

Saprissa solicitó un permiso para que Espíndola se trasladara a Costa Rica en un vuelo privado; un día antes de partir se hizo la prueba covid y cuando llegó a Costa Rica se encerró en su casa para hacer la cuarentena obligatori­a.

Hoy en día, Espíndola es visto como el zaguero que llega a Saprissa a cumplir la faceta defensiva que más añora su entrenador: la salida limpia desde atrás.

“No sé si soy el tipo que le tiene que dar la salida a Saprissa. Yo vengo a trabajar y me gusta jugar por abajo porque así me enseñaron, pero lo importante es reconocer una idea y creer en esa idea. No te voy a prometer que voy a meter 20 pases filtrados”, sostiene el suramerica­no en entrevista con La Nación.

Empresario. Soltero y sin hijos, el nuevo defensor morado se define como un emprendedo­r. No tiene estudios universita­rios, pero está por abrir su segunda cafetería en Argentina.

A sus 28 años, su prioridad es el fútbol, pero le gusta invertir el tiempo libre en sus negocios.

Cuando se presente la oportunida­d, desea conocer Dota, famoso en el país por el café gourmet de alta calidad.

Desde que llegó al equipo, su compatriot­a Mariano Torres le abrió los brazos aunque, curiosamen­te, en el primer piso del edificio en el que se instaló vive una pareja de argentinos que le han dado la bienvenida.

Con un acento bien marcado, Espíndola se define como un ‘argentino-uruguayo’ muy tradiciona­l.

Su madre falleció hace unos años, y mantiene una relación muy cercana con su papá y su hermana.

De lejos mira a sus compañeros de generación en River Plate que, de a pocos, se han hecho un nombre en el fútbol internacio­nal. Erick Lamela, jugador del Tottenham, es el caso más evidente.

 ?? Cortesía ?? Esteban Espíndola militó en el Olimpia y el Marathón catrachos. Le gusta el mate y es dueño de una cafetería.
Cortesía Esteban Espíndola militó en el Olimpia y el Marathón catrachos. Le gusta el mate y es dueño de una cafetería.
 ?? Cortesía ?? Víctor Cordero en la presentaci­ón de la camiseta del argentino, quien usará un número de peso en el Monstruo.
Cortesía Víctor Cordero en la presentaci­ón de la camiseta del argentino, quien usará un número de peso en el Monstruo.

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