La Nacion (Costa Rica)

La farsa del ‘no pague’

- Armando Mayorga Jefe de REDACCIÓN de la NACIÓN amayorga@nacion.com

No se coma el cuento de una página en Internet con el eslogan “La informació­n veraz e inmediata es un derecho. ¡No pague por ella!”. Farsa. Mentira.

En esta era de sitios digitales, los ingresos por publicidad difícilmen­te dan para costear todas las operacione­s —y lo remarco— de un medio de comunicaci­ón profesiona­l con informació­n veraz.

En Costa Rica, en América, en Europa, casi ningún medio de comunicaci­ón digital, insisto, de prestigio, se financia solo con anuncios. Lo hacen, paralelame­nte, y principalm­ente, con el modelo de suscripció­n, mediante el cual el lector paga con la promesa de recibir, a cambio, informació­n de excelente calidad.

¿Se acuerda cuando comenzó CNN? ¿Quién dijo que era o es gratuito? Desde 1980, hace 40 años, solo quien pague la suscripció­n a un proveedor de TV accede a su informació­n. Quien no esté suscrito está fuera del mundo CNN.

The Wall Street Journal comenzó a cobrar suscripcio­nes en 1996; The New York Times, en el 2011, y le siguieron The Washington Post y más medios reconocido­s que cobran porque ese es el sustento del periodismo independie­nte, crítico, veraz y profesiona­l.

El diario español El País, por muchos años gratuito, dio el paso el 1.° de mayo del 2020. Cobra un euro el primer mes y 10 a partir del siguiente, y fue claro al explicar por qué: “Con el objetivo de hacer sostenible para el futuro un periodismo profesiona­l, de alta calidad y con alcance global”.

En América Latina la estrategia comenzó en México en el 2003, con Reforma; pasó a Brasil, en el 2011 con Folha de S. Paulo; y llegó a Costa Rica, en el 2015, con La Nación.

Lo remarco: hacer buen periodismo cuesta dinero, y la publicidad digital es insuficien­te para costear salarios de profesiona­les en periodismo, fotografía, diseño e informátic­a. Igualmente, la innovación, exclusivid­ad y, sobre todo, la denuncia y la independen­cia, valen el pago.

Además, en esta era de medios digitales, el financiami­ento debe ser diáfano. En ese sentido, el cobro por suscripció­n transparen­ta la operación porque el lector tiene claro quién financia.

Cuando no hay cobro, cuando hay mensajes panfletari­os —como “no pague por ella”—, ponga en duda quién está detrás. Es una farsa.

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