LETRAS DE CAMBIO
Los cambios tecnológicos, que ya venían rápido, se dispararon al emerger la pandemia. Para la mayoría, el estilo de vida varió fuertemente: teletrabajo, reuniones virtuales, compras en línea, hacer mucho por vía remota en lugar de presencial, evitando contacto con otros.
La pandemia nos forzó a cambiar de mentalidad en cuanto a las nuevas tecnologías. Igual a las empresas. El qué, cómo y para quién producir sufrió un viraje para muchas.
Eso obligó a transformar los procesos de producción, venta y distribución para llevar los productos en la forma, tiempo y lugar que ahora exigen los consumidores.
Los procesos productivos se tornan cada día más tecnológicos. La venta en línea ya no es una idea innovadora que solo Amazon explota. Llevar el producto lo más cerca posible al consumidor se convirtió casi en una obligación.
Lo mismo pasó dentro del Estado. También cambió el qué, cómo y para quién producir. De ahí que debe revisar cuáles servicios se producen y a quién van dirigidos, dados los cambios en lo que los ciudadanos demandan.
Hay que revisar cómo se producen esos servicios, lo cual significa que los procesos, la forma de trabajar, la estructura organizativa y las herramientas con que se cuenta deben adaptarse a las nuevas formas. Ya vemos algunos cambios, aunque tímidos. Los trámites pueden hacerse en línea (al menos algunos). Ciertos funcionarios pueden hacer teletrabajo y atender al público en forma remota. Procedimientos que antes requerían muchos pasos, de mano en mano, literalmente de un funcionario a otro, ahora es posible llevarlos a cabo digital y automatizadamente.
El proyecto de Gobierno Digital que trabaja el Ministerio de Hacienda va en la dirección anotada. Mediante este, Hacienda pretende invertir unos $150 millones en la modernización de todos sus sistemas de información para mejorar el control de los gastos, combatir la evasión, la elusión y el contrabando, y administrar la deuda pública. Eso está bien. Pero hay que entender que no se trata nada más de comprar unos paquetes de software. El cambio debe ser total, incluida la revisión de todos los procesos y de la estructura organizacional. Para que los cambios tecnológicos sean de utilidad, se requieren organizaciones ágiles y flexibles. Es preciso un cambio total de mentalidad.