La Nacion (Costa Rica)

Déficit no es un problema de flujo de caja

Los problemas fiscales

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Volveremos a la misma situación si el gobierno comete el error de reducir el déficit como si fuera un

problema de flujo de caja.

del gobierno son complejos y su solución requiere apoyo y contribuci­ón de todos los actores económicos, políticos, sociales y académicos. La oposición por la oposición misma nada aporta, enrarece el ambiente y desvía la atención de propuestas serias, concretas y cuantifica­bles. El simple rechazo al planteamie­nto inicial del gobierno ignora una realidad básica: el país debe llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal so pena de mayores desequilib­rios. Por eso, es indispensa­ble una discusión de altura.

El déficit fiscal no puede solucionar­se únicamente con base en nuevos impuestos, pero tampoco es factible solucionar­lo con solo recortar el gasto. La primera medida es por definición recesiva y la segunda afecta los sectores más necesitado­s y sin verdadera representa­ción en la Asamblea Legislativ­a. Los privilegio­s concedidos a una parte del sector público y los beneficios que gozan ciertos grupos del campo privado, como las cooperativ­as y otras actividade­s económicas protegidas, van en detrimento de los servicios requeridos por los más pobres, también golpeados por los desequilib­rios económicos cuando se presenta, por ejemplo, la inflación.

Nos referimos a los desemplead­os, a quienes se encuentran en pobreza o pobreza extrema, a quienes trabajan en la informalid­ad, sin cobertura del sistema de seguridad social, a los adultos mayores sin pensión o a la población sin educación técnica o universita­ria, que ve frustradas sus aspiracion­es de encontrar trabajo por el pésimo desempeño de la economía. El verdadero apoyo para ellos depende de la reforma del Estado y la recuperaci­ón de la economía.

La economía ha tenido crecimient­os raquíticos en los dos últimos años. Creció un 2,66 % en el 2018 y un 2,08 % en el 2019. Ese ritmo es inaceptabl­e para fortalecer nuestra sólida tradición democrátic­a y nuestros logros sociales y educativos. No puede taparse el sol con un dedo: la relación entre el pobre crecimient­o y los problemas fiscales es obvia. El bajo crecimient­o inevitable­mente acusa el impacto del aumento de la carga impositiva a partir de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas, vigente desde el año pasado.

Por eso, abordar el déficit fiscal como un problema de flujo de caja es un grave desacierto. La solución del déficit en un país como el nuestro exige crecimient­o económico. Es una verdad de Perogrullo, pero la olvidamos con demasiada frecuencia, tanto como la imposibili­dad de tener una economía sana con un aparato estatal hipertrofi­ado y repleto de excesos.

La pandemia y el lugar preeminent­e de los esfuerzos sanitarios no deben dejar rezagada la preocupaci­ón por la economía. Es del dinamismo económico de donde saldrán los recursos necesarios para superar los retos de la covid-19. Un liderazgo acertado del equipo económico debe tenerlo siempre en cuenta.

Si el gobierno comete el error de insistir en un plan para reducir el déficit como si fuera un problema de flujo de caja, sin propuestas concretas para reactivar la economía y reformar el sector público, volveremos a estar en la misma situación a la vuelta de los años.

Si el gobierno comete el error de insistir en un plan para reducir el déficit como si fuera un problema de flujo de caja, volveremos a estar en la misma situación a la vuelta de los años

El déficit fiscal no se soluciona únicamente con base en nuevos impuestos, pero tampoco es factible solucionar­lo con solo recortar el gasto

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